Enrique Martínez Morales. |
El economista Enrique
Martínez Morales escribe en la sección Voces de la
Región del periódico Zócalo de
Saltillo habla acerca de como se ha vuelto
obsesiva la seguridad en los automóviles y de los medios que se utilizan para
incrementarla, el artículo se publicó en el mencionado diario el 14 de octubre
del 2013.
Los
bebés, cuando llegan, “traen torta bajo el brazo”.
Desde
los albores de la popularización del uso del automóvil como medio de
transporte, la seguridad en éstos se ha vuelto obsesiva. Primero, con la
incorporación del cinturón se logró reducir 80% las lesiones y decesos por
accidentes automovilísticos.
Desde
entonces, las compañías del ramo han seguido invirtiendo en sistemas de
seguridad. De hecho, según Boston Consulting Group, 14 de estas firmas se
encuentran entre las 50 Compañías Más Innovadoras del 2013, de las cuales 9
están dentro de las primeras 20 posiciones.
Las
bolsas de aire y los sistemas de frenos antibloqueo, de advertencia de colisión
frontal y de “punto ciego”, por mencionar algunas innovaciones en esta materia,
debieran reducir el número de accidentes mortales.
Sin
embargo, de seguir la tendencia actual, los accidentes fatales avanzarán en los
próximos años hasta colocarse entre las primeras cinco causas de muerte de la
humanidad, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En
México, de acuerdo con la Secretaría de Salud, se registran cerca de 4 millones
de accidentes viales al año, generando un saldo de miles de defunciones y 40
mil personas discapacitadas.
Luego,
¿qué es lo que pasa? Muy sencillo: las personas responden a estímulos. Con
tantas innovaciones de seguridad, aunado a la contratación de un seguro con
cobertura amplia, los conductores se vuelven menos precavidos y más temerarios
al conducir.
Manejar
a altas velocidades y distraerse, como cambiar constantemente la selección
musical, llamar por celular o responder mensajes de texto, vuelven la
experiencia de conducir más agradable, pero también más peligrosa.
Un
estudio realizado por la Universidad de Nottingham demuestra que con el
advenimiento de la “píldora del día siguiente”, lejos de reducirse el número de
embarazos no deseados, aumentó el índice de enfermedades venéreas entre los
jóvenes debido a un mayor número de encuentros sexuales sin protección,
alentados por la existencia de dicha pastilla.
De
la misma forma, vehículos más seguros causan menos muertes pero disparan el
número de accidentes, algunos fatales. ¿Cuál efecto es mayor? Según Sam
Peltzman, profesor de Economía de la Universidad de Chicago y especialista en
el tema, ambos efectos son, en promedio, iguales y se cancelan; aunque observa
que en los países de ingresos altos cada vez hay menos muertes por esta causa y
en los de ingresos medios y bajos, cada vez más.
¿Qué
hacer, entonces, para reducir los accidentes viales? Peltzman también observa
cómo el comportamiento del conductor es muy sensible a los cambios en su
ambiente. La imagen de una patrulla (aunque sea de cartón) en la carretera, un
señalamiento de escuela o un letrero de “Bebé a bordo” en el vehículo de
enfrente, vuelven al conductor más precavido.
Los
países más ricos ya hicieron conciencia. Hagámosla también nosotros.
Pero,
por lo pronto, traigamos todos un bebé a bordo.
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