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6 de noviembre de 2013

Entre brujas y catrinas

Enrique Martínez Morales.
En su columna Punto de Inflexión que se publica en la sección Acentos de Milenio Diario Laguna el economista Enrique Martínez Morales escribe acerca de los puntos de coincidencia entre la Noche de Brujas que celebran los norteamericanos y nuestro Día de Muertos. El texto se publicó el pasado 28 de octubre.

¿Qué tienen en común y cuál es la principal diferencia entre la “Noche de Brujas” de los vecinos del norte y nuestro “Día de Muertos”?
La Noche de Brujas o Halloween es una celebración practicada en los países con ascendencia anglosajona, proveniente de una festividad celta de nombre Samhain, la cual daba por terminado el ciclo agrícola y el verano, y cedía el paso al nuevo año celta.
Se creía que con la llegada de esa fecha se abrían las puertas al otro mundo. Quedaban en libertad los espíritus malvados, a los que debían engañarse portando un disfraz.
Con la ocupación romana se promovió la erradicación de las festividades paganas y se las trató de fusionar con la celebración cristiana del Día de Todos los Santos, que habría de instituirse un día después. De hecho, la palabra Halloween es una derivación de “All Hallows’ Eve” (Víspera de todos los Santos).
Y es éste precisamente el punto de unión con el Día de Muertos, celebrado por los mexicanos el 2 de noviembre, pero íntimamente ligado a la conmemoración de Todos los Santos, un día antes.
Por ser una tradición precolombina, y por lo tanto pagana, los evangelizadores españoles, al darse cuenta de la imposibilidad de erradicarla del subconsciente colectivo de los naturales, actuaron como los romanos en su momento: la adaptaron a la celebración católica más parecida, la del Día de Todos los Santos.
Entonces, ambas fiestas son adaptaciones cristianas a celebraciones infieles, una celta y otra mesoamericana, ancladas en el recuerdo de los santos católicos. La actual distancia entre ambos festejos se explica por la divergencia cultural de los dos países.
¿Y la diferencia? El éxito comercial de la Noche de Brujas. Según datos de la Federación Nacional de Ventas al Menudeo de Estados Unidos, el fenómeno del Halloween generó una derrama económica en 2012 de más de 8 mil millones de dólares.
La venta de artículos para la decoración de comercios y casas, la producción de películas de terror, la comercialización de disfraces y golosinas y la organización de fiestas, son parte de una estrategia comercial cuidadosamente planeada para reactivar la economía en una época crítica del año.
Así como la coneja de los huevos en Pascua, los corazones en San Valentín o el Santa Clós en Navidad, la calabaza encendida de rostro macabro se ha convertido también en nuestro país en símbolo consumista de la época.
Los efectos de la transculturación son innegables. Por eso, con excepción de algunas florerías y panaderías que “hacen su agosto” en estas fechas, en México lamentablemente se desperdicia una gran oportunidad para fomentar nuestros valores y reafirmar nuestras tradiciones en esta efemérides… Y de paso, por qué no, darle un empujón a la economía a través del fomento al consumo.
Después todo, sería aprovechar mejor otra de nuestras grandes riquezas: la cultural.
emym@enriquemartinez.org.mx

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