Enrique Martínez Morales.
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En su columna Punto de Inflexión que se publica en la sección Acentos de Milenio Diario Laguna el economista Enrique Martínez Morales escribe acerca de los puntos de coincidencia entre la Noche de Brujas que celebran los norteamericanos y nuestro Día de Muertos. El texto se publicó el pasado 28 de octubre.
¿Qué
tienen en común y cuál es la principal diferencia entre la “Noche de Brujas” de
los vecinos del norte y nuestro “Día de Muertos”?
La Noche de Brujas o Halloween es una celebración practicada en los países con ascendencia anglosajona, proveniente de una festividad celta de nombre Samhain, la cual daba por terminado el ciclo agrícola y el verano, y cedía el paso al nuevo año celta.
Se
creía que con la llegada de esa fecha se abrían las puertas al otro mundo.
Quedaban en libertad los espíritus malvados, a los que debían engañarse
portando un disfraz.
Con
la ocupación romana se promovió la erradicación de las festividades paganas y
se las trató de fusionar con la celebración cristiana del Día de Todos los
Santos, que habría de instituirse un día después. De hecho, la palabra
Halloween es una derivación de “All Hallows’ Eve” (Víspera de todos los
Santos).
Y
es éste precisamente el punto de unión con el Día de Muertos, celebrado por los
mexicanos el 2 de noviembre, pero íntimamente ligado a la conmemoración de
Todos los Santos, un día antes.
Por
ser una tradición precolombina, y por lo tanto pagana, los evangelizadores
españoles, al darse cuenta de la imposibilidad de erradicarla del subconsciente
colectivo de los naturales, actuaron como los romanos en su momento: la
adaptaron a la celebración católica más parecida, la del Día de Todos los
Santos.
Entonces,
ambas fiestas son adaptaciones cristianas a celebraciones infieles, una celta y
otra mesoamericana, ancladas en el recuerdo de los santos católicos. La actual
distancia entre ambos festejos se explica por la divergencia cultural de los
dos países.
¿Y
la diferencia? El éxito comercial de la Noche de Brujas. Según datos de la
Federación Nacional de Ventas al Menudeo de Estados Unidos, el fenómeno del
Halloween generó una derrama económica en 2012 de más de 8 mil millones de
dólares.
La
venta de artículos para la decoración de comercios y casas, la producción de
películas de terror, la comercialización de disfraces y golosinas y la
organización de fiestas, son parte de una estrategia comercial cuidadosamente
planeada para reactivar la economía en una época crítica del año.
Así
como la coneja de los huevos en Pascua, los corazones en San Valentín o el
Santa Clós en Navidad, la calabaza encendida de rostro macabro se ha convertido
también en nuestro país en símbolo consumista de la época.
Los
efectos de la transculturación son innegables. Por eso, con excepción de
algunas florerías y panaderías que “hacen su agosto” en estas fechas, en México
lamentablemente se desperdicia una gran oportunidad para fomentar nuestros
valores y reafirmar nuestras tradiciones en esta efemérides… Y de paso, por qué
no, darle un empujón a la economía a través del fomento al consumo.
Después
todo, sería aprovechar mejor otra de nuestras grandes riquezas: la cultural.
emym@enriquemartinez.org.mx
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