Juan Pablo Becerra Acosta. |
La
columna Doble Fondo del
reportero Juan Pablo Becerra Acosta, en donde nos retrata de una manera
cruda la realidad que se vive en Michoacán en donde el Estado fallido se manifiesta con la posibilidad de
la desaparición de poderes.
Miguel Patiño Velázquez, obispo de Apatzingán, en la Tierra Caliente michoacana, se puso a buscar en el Antiguo Testamento. Halló lo que quería: el libro del profeta Habacuc. Un diálogo de éste con Dios. Se sentó frente a una computadora y tecleó…
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme? (Hab. 1,2).
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme? (Hab. 1,2).
Tono de desesperación del profeta. Y del obispo. El mismo que tienen decenas de miles de calentanos. Siguió tecleando los primeros párrafos…
Tal
pareciera que el Profeta estuviera denunciando la situación que se está
viviendo en el país, en el estado de Michoacán y concretamente en nuestro querido
Valle de Apatzingán. (…) El estado de Michoacán tiene todas las características
de un estado fallido.
Hizo
una pausa, cerró los ojos, asió su rosario, rezó, y empezó a redactar la parte
más riesgosa de su comunicado…
Los
grupos criminales: Familia michoacana, zetas, Nueva Generación y Caballeros
templarios, principalmente, se lo disputan como si fuera un botín. La Costa:
para la entrada de la droga y los insumos para la producción de las drogas
sintéticas; la Sierra Madre del Sur y la zona aguacatera: para el cultivo de
mariguana y amapola, el establecimiento de laboratorios para la producción de
drogas sintéticas y refugio de los grupos criminales. Las ciudades más
importantes y todo el estado: para el trasiego y comercio de la droga, “venta
de seguridad” (cuotas), secuestros, robos y toda clase de extorsión.
Se
armó de más valor y volvió a teclear…
(…)
Han aumentado los levantones, los secuestros, los asesinatos, el cobro de
cuotas se ha generalizado y familias enteras han tenido que emigrar por el miedo
y la inseguridad que se está viviendo. En los últimos días se está obligando a
líderes sociales y a las personas en general para que firmen y pidan que el
Ejército y los (policías) federales se vayan de Michoacán y a los comisariados
ejidales se les ha amenazado para que vayan ante el Congreso de la Unión a
hacer la misma petición.
Los
gobiernos municipales y la policía están sometidos o coludidos con los
criminales y cada vez más crece el rumor de que el gobierno estatal también
está al servicio del crimen organizado, lo que provoca desesperanza y
desilusión en la sociedad.
Enseguida
abordó el llamado “rescate de Michoacán”…
Desde
mayo tenemos la presencia de las fuerzas federales (Policía Federal, Ejército y
Marina) con una estrategia para devolver la paz a Michoacán. Su presencia se
constata por todas partes, pero hasta la fecha no hemos visto la efectividad de
su estrategia porque no se ha capturado a ninguno de los capos principales del
crimen organizado, aun sabiendo dónde se encuentran; prácticamente en su
presencia (la de las tropas) se extorsiona, se cobran cuotas, se secuestra y se
levanta a personas. (...)
¿Así,
o más claro? Este tenebroso panorama lo esbozó el obispo el 15 de octubre y lo
ha venido reiterando cada semana desde entonces. Insisten voces del gobierno
federal: “Michoacán ya se rescató”. Y necean voces del gobierno estatal: “Son
problemas focalizados”. Por eso, por esa irresponsabilidad y negligencia las
cosas se pusieron como se pusieron y por eso pueden ponerse cada vez peor.
Como
dice el obispo: “Bendición para todos”…
jpbecerracostam@prodigy.net.mx
twitter.com/@jpbecerraacosta
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