Fernando Urbano Castillo Pacheco. |
En su columna dominical Dicho sea de paso que se publica en www.e-consulta.com el abogado poblano FERNANDO URBANO CASTILLO escribe acerca de la estrategia de campaña de Enrique Peña Nieto, que se quedó en eso, en promesas de campaña pues a casi doce meses de la toma de posesión no no se ha concretado en realidad aquello de “Te lo firmo y te lo cumplo”.
Decía el escritor español Enrique Jardiel Poncela, que: “Los políticos son
como los cines de barrio: primero te hacen entrar y luego te cambian la
película”.
Pocas
definiciones son tan acertadas como esta y tan aplicables al momento actual de
nuestro país.
Y
esto lo digo, porque se consumó el atraco. La reforma hacendaria que impulsaron
el presidente de la república y el secretario Luis Videgaray fue finalmente
aprobada con los votos del PRI, PV, y una parte del PRD.
La
reforma hacendaria no refleja lo prometido por Enrique Peña Nieto en su
campaña, acerca de proteger el empleo, no dañar la economía familiar y combatir
la pobreza.
Los
legisladores aprobaron un bodrio que, precisamente tendrá los efectos no
deseados e incluso, temidos. No se ve esa reforma hacendaria eficiente y
equitativa que sea palanca del desarrollo.
Esa
promesa del presidente, no se ve cuando a las empresas se les impone un
gravamen de 10% a los dividendos, se reduce la deducción del pago de
prestaciones del 100% actual a solo un 53% el próximo año.
La
simplificación prometida por el presidente, no existe si ahora es obligatorio
el uso del “Buzón Fiscal” y llevar la contabilidad en línea.
Tenemos
un presidente que mucho prometió y poco es lo que cumple. Bien lo dijo el
senador Javier Corral: “El problema del presidente, no es que no pueda
pronunciar algunas palabras, el problema es que el presidente no cumple con su
palabra, la diga como la diga”.
Enrique
Peña Nieto, presume a propios y extraños, el llamado “Pacto por México”, ese
criticado acuerdo firmado entre los líderes de las principales fuerzas
políticas y el gobierno federal, en el que se plantearon mas compromisos, que
tampoco se cumplen.
Enrique Peña Nieto. |
El
compromiso 69 de este pacto, dice que: “Se mejorará y simplificara el cobro de
los impuestos. Asimismo, se incrementara la base de contribuyentes y se
combatirá la elusión y la evasión
fiscal”.
El
compromiso 72 habla de reducir el sector informal de la economía.
Contrario
a ello, se elimino el único impuesto de control que existía, el IDE, se cargó
la mano (otra vez) al contribuyente cautivo, al elevar la tasa de ISR a 30%
para ingresos de hasta 750 mil pesos anuales y a 35% en los casos en que estos
sean mayores a 3 millones de pesos al año, al tiempo en que se reducen las
deducciones personales contra este impuesto a un máximo de 92 mil pesos
anuales. Se nos castiga por trabajar más, ahorrar más y en consecuencia, ganar
más.
Por
si eso fuera poco, el IVA en las regiones fronterizas sube de 11% a 16%
homologándose con el resto del país, se aplicará a las importaciones temporales
y también a mascotas y sus alimentos, goma de mascar y transporte terrestre
foráneo.
Enrique
Peña Nieto es un hombre olvidadizo, los gasolinazos seguirán; se le pasó el
eliminarlos. Este presidente que adoptó compromisos al ritmo de “TE LO FIRMO Y
TE LO CUMPLO”, nos está demostrando que su firma vale menos que el papel en que
la estampa.
Y
es que en el camino de esta reforma, el presidente se alió con un sector del
perredismo que, sin empacho, se prestó para el atraco, obviamente llevando su
tajada.
Aplicando
la frase del líder cetemista Joaquín Gamboa Pascoe, de que: “En México es mejor
negocio defender al pobre que explotarlo”, unos legisladores perredistas
enarbolaron la bandera de que no había que afectar a los pobres y se pusieron a
repartir impuestos al resto de la población, 10% a la venta de acciones, 7.5% a
los ingresos de las mineras, 0.5% a la producción de metales preciosos y porqué
no, un peso por litro a las bebidas azucaradas y 8% a los alimentos con más de
275 calorías por cada 100 gr. aunque se etiquetaron estos recursos para
combatir la obesidad.
Esto
último, es una verdadera farsa, pues, quien puede creerle al gobierno que esos
recursos serán para combatir la obesidad, cuando en la presentación del
programa, uno de los oradores es el representante de Coca-Cola. Solo falta que
el vocero sea el gobernador del Banco de México.
Los
perredistas se colgaron del discurso de que la reforma hacendaria no afectaría
a los pobres.
En
primer lugar, el objetivo de la reforma, no debería ser no afectarlos, sino
sacarlos de esa condición.
Por
otro lado, ese discurso es falso. Los incrementos de impuestos ahuyentaran la
inversión, disminuirán el consumo y generarán desempleo. Si no se les quitó más
a los pobres, es porque ya no tienen nada.
Aduciendo
proteger a una clase, pasaron a fregar a las demás. Y por si fuera poco,
lograron qué, del dinero de todos, se le dieran 400 millones a la cooperativa
Pascual para rescatarla de la quiebra.
Como
decía Gordon Liddy: “Ahora resulta que “progresistas” son aquellos que se
sienten enormemente solidarios con el prójimo y entonces pretenden ayudarle, no
con su dinero, sino con el nuestro”.
Las
promesas del presidente fueron un engaño y su discurso actual son puras
mentiras. Es difícil entender porqué, si todo está tan bien, todo está tan mal.
Aunque
se quiera ocultar, estamos en medio de una recesión, donde el gobierno gasta
mal, poco y aún así, quiere más dinero.
Los
aliados del presidente le dieron su aval para endeudar al país y ya le
autorizaron 1.9% del PIB de déficit. Por cierto, Calderón en 6 años, solo tuvo
déficit de 1.6%. Los mismos que le limitaron la deuda, fueron quienes la
avalaron para Peña Nieto. Extirparon el tumor que acababan de reimplantar.
En
materia fiscal, ya ni llorar es bueno, pero quedan por discutirse tres
reformas: Financiera, Energética y Política.
En
materia política, es necesario modificar el régimen. No es posible que el
partido que fue mayoritariamente rechazado por los electores, tenga la
representación mayoritaria de los electores.
En
materia energética, el debate debe ser a fondo. O bien se hacen reformas que
abran el sector a la inversión privada, dando seguridad jurídica al
inversionista, o se hace todo para modernizar PEMEX, como un monopolio estatal,
productivo y eficiente.
Decía
Maquiavelo que: “En política las apariencias son todo” ahora habrá que estar
atentos a la posición del PAN en la discusión de estas reformas, ahí se verá si
realmente es una oposición coherente y participativa, o solo un actor más de
esta comedia.
La
canallada fiscal del PRI y PRD está consumada, hoy ni llorar es bueno, pero en
2015 se cobrará la factura. Se los firmo y se los cumplo.
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