En su columna
editorial Metáfora Ciudadana el académico Luís Alberto Vázquez Álvarez, que cada domingo publica El Siglo de Torreón, realiza un
análisis del perdón pedido a los mexicanos por el presidente Enrique Peña Nieto “… por los perjuicios causados a la investidura presidencial por el
asunto de la casa blanca” y que puso al descubierto la periodista Carmen Aristegui. Peña dejó de solicitar el perdón de sus mandantes por
asuntos quizá más importantes que la adquisición por Angélica Rivera del
referido bien raíz considerándose exento de culpa, por lo que llegamos a la
misma conclusión que el autor: “Pensar en
que el ejecutivo reconozca sin reservas su responsabilidad en multitud de casos
es pedirle que renuncie a su poder omnipotente, omnipresente y omnisciente,
criterios con los que maneja la política y la vida del país.” El texto se público el domingo 31 de julio del 2016.
El 25 de mayo de 1911; ante la Cámara de Diputados, Porfirio Díaz, quien
ya completaba más de 30 años en el Poder Ejecutivo Federal, presentó su
renuncia al cargo; dicha reflexión, contenía un perdón al pueblo de México,
aunque el viejo dictador se consideraba, en buena medida inocente y establecía
que siempre había respetado, lo mismo la ley que la voluntad popular; he aquí
un fragmento:
"El pueblo
mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha colmado de honores, que me
proclamó su caudillo durante la guerra internacional, que me secundó
patrióticamente en todas las obras emprendidas para robustecer la industria y
el comercio de la república, fundar su crédito, rodearle de respeto
internacional y darle puesto decoroso ante las naciones amigas; ese pueblo,
señores diputados, se ha insurreccionado en bandas milenarias armadas,
manifestando que mi presencia en el Supremo Poder Ejecutivo es la causa de la
insurrección.
No conozco
hecho alguno imputable a mí que motivara ese fenómeno social; pero admitiendo
sin conceder que puedo ser culpable inconsciente, esa posibilidad hace de mi la
persona menos a propósito para raciocinar y decidir sobre mi propia
culpabilidad.
En tal
concepto, respetando como siempre he respetado la voluntad del pueblo, y de
conformidad con el artículo 82 de la constitución federal, vengo ante la
Suprema Representación de la Nación a dimitir el cargo de Presidente
Constitucional con que me honró el voto nacional; y lo hago con tanta más
razón, cuanto que para retenerle sería necesario seguir derramando sangre
mexicana; abatiendo el crédito de la nación ; derrochando su riqueza, cegando
sus fuentes y exponiendo su política a conflictos internacionales".
Porfirio Díaz
solamente veía un árbol y no el bosque, aunque en su soberbia encontraba
injusticia para él, no podía o no quería analizar toda la situación del país y
descubrir que su forma de gobernar era negativa; y, ante todo presumía aquellas
reformas y acciones que él creía relevantes para el progreso de México.
Hace unos días,
el actual presidente de México pidió perdón por un acto, también solamente vio
una estrella y se olvidó de su infinidad en el firmamento; también hablo de
respeto a la ley; pero fue remiso de muchos otros "agravios e
indignaciones que ha causado"; analicemos algunos más que debieran ser
causa de disculpas y hasta de castigos; aunque habrá omisiones que también
agravian.
Perdón por
haber recibido, para su campaña presidencial, dinero mal habido que dejó
endeudado a Coahuila hasta nuestros nietos, permaneciendo sordo y ciego cuando
hoy se ventilan en otro país, otras acciones delictivas que involucran a su
benefactor; larga cuenta de otros delitos que agravian al país; aquí no
bastaría el pedir perdón, lo único válido sería persecución y castigo a los
responsables.
Perdón a los
millones de mexicanos pobres, reconocidos y recientemente invisibles, por los
dispendios en gastos de viaje en un avión costosísimo con la familia entera a
otras regiones, luciendo lujosos ropajes que humillan a un pueblo hambriento y
dejan una impresión de presunción y mal gusto ante los estadistas de las
naciones visitadas.
Por los
crímenes de estado en matanzas a estudiantes en Ayotzinapa; a maestros y pueblo
en Nochixtlán; jóvenes en Tlatlaya y decenas de miles de ejecutados y
desaparecidos.
A los
periodistas honestos por amenazarlos si se atreven a decir la verdad como en el
caso de Carmen Aristegui y la protección a Javier Duarte por la infinidad de
asesinatos en Veracruz de comunicadores sociales
Por los
múltiples enriquecimiento ilícitos de funcionarios y familiares de ellos a
través de contratos de obras del gobierno federal como el de los hijos de
Murillo Karan a quienes se les adjudicaron cinco mil millones de pesos en
construcciones con dinero de los impuestos que pagamos, esto solo como un
ejemplo de la corrupción borrada ya con un perdón que ninguna persona honesta
aplaude.
Perdón póstumo a
Carlos Fuentes, emblemático escritor reconocido mundialmente, por robarle su
obra "La silla del águila" y después desaparecer el certamen que
llevaba su nombre; actos con los que agravia a muchos escritores y por poner el
ejemplo de no leer.
A la nación entera
por las mentiras contenidas en las presuntas reformas estructurales, totalmente
inviables, que sólo han servido para pauperizar al mexicano de clase media y
hundir más al pobre y, dentro de estas, por sus ausencias del país,
sospechosamente coincidentes con situaciones conflictivas; recuérdense
múltiples casos en que él estuvo en el extranjero, como ahora con el aumento
mensual a la gasolina y él, en Sudamérica.
Por la
propaganda negra que al estilo nazi, promueve en todos los medios de
comunicación social, creando profecías falsas para engañar al pueblo; buscando
hacerlo creer en predicciones de gran progreso y crecimiento cuando en realidad
nuestra economía va en caída libre y estamos a punto de devaluaciones estilo de
los años de 1980.
Perdón a su partido,
el PRI, por el daño que le ha hecho en las elecciones de este año en 7
gubernaturas y generando una profunda división interior; ellos ya ven perdidas
las elecciones de 2018 y hasta están pensando en aliarse al PAN para asegurar
algo, ya que su perrito faldero verde, no representa nada.
Por haber
designado a Nuño como secretario de educación sin que esté tuviera la más
mínima idea de lo que es educación; sugiere ahora reformar la Reforma Reformada
y genera un "Nuevo Modelo Educativo"; esto tampoco avanzará; porque
es imposible cambiar si se sigue haciendo siempre lo mismo y, terminando por
aceptar lo que la CNTE estaba pidiendo desde un principio, habiendo puesto al
país en grave riesgo por las protestas que han paralizado gran parte de México.
Ahora bien, habría otras oportunidades de pedir perdón, pero sin la
trascendencia de los anteriores, aunque sí con cierta validez; a los creadores
del federalismo mexicano, por haber desaparecido los estados de Veracruz, Nuevo
León, Guerrero, Jalisco, Guanajuato y otros por cambiarles la capital o por
convertir en estado alguna de sus ciudades. A los historiadores al corregirles
que la batalla de Puebla contra los franceses fue en 1995; a Vicente Fox de
quien ya olvidamos sus barbaridades lingüísticas, siendo ahora superado con
creces en cuanto a expresiones sinsentido.
Pensar en que
el ejecutivo reconozca sin reservas su responsabilidad en multitud de casos es
pedirle que renuncie a su poder omnipotente, omnipresente y omnisciente,
criterios con los que maneja la política y la vida del país.
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