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Verónica Maza Bustamante |
Como todas las semanas Verónica
Maza Bustamante nos lleva en un
recorrido por el mundo de la sexualidad y el erotismo y como de costumbre, con
mucho conocimiento y amenidad. Es la columna El
Sexódromo que se publica en la sección
El Ángel Exterminador de los medios impresos del Grupo
Milenio y aquí lo compartimos por
considerarlo de interés para nuestros lectores. Incluimos el enlace por si
desea verlo en su publicación original.
http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/724ba44bca41e25c37f7e6a2374429d4
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Foto: Sandoval |
México • Durante años fui seguidora de libros y
páginas de internet en donde te explican cómo llevar a cabo múltiples posturas
durante el ejercicio erótico, te dan los nombres de cada una, su nivel de
dificultad, la mejor hora para realizarlas, cuáles queman más calorías, cuáles
gastan menos energía, las que son más románticas, las que se determinan por el
tamaño del pene, las que hacen que ella se vea más esbelta y demás detalles
dignos de fichas técnicas que podrían aparecer en cualquier libro de
investigación que se precie de haber seguido el método científico.
Incluso el Kamasutra, ese maravilloso e
imprescindible texto hindú sobre el comportamiento sexual humano escrito por
Vatsiaiana, entre el 240 y el 550 después de Cristo, puede verse únicamente
como una catálogo de posiciones, basadas en las ocho maneras básicas de hacer
el amor y las ocho posturas principales que maneja el autor, lo cual da un
total de 64 artes o maneras de acomodarse para disfrutar del placer en pareja.
Hace años, después de tratar de llevar a cabo “la
embestida del jabalí sueco”, “el chupón tailandés”, “la anaconda succionadora”
y “el vuelo del cóndor”, teniendo en una mano la revista donde te daban las
indicaciones y tratando de sostenerme con la otra, mientras mi galán intentaba
entender cómo debía acomodarse, decidí irme por la libre. Con base en lo leído,
experimentado y analizado, simplemente innovar.
Quizás alguno de ustedes me diga: “Eso se llama
‘dejarse llevar’, ¿sabes?”, pero debo aclarar que eso lo he hecho siempre,
porque creo que aunque el estudio y comprensión es la base de la vida, también
sé que a veces simplemente hay que detenerse para sentir la gota de sudor que
escurre entre los senos o mirar los ojos del ser amado durante largos minutos;
es decir, sentir, sentir, sentir.
A lo que me refiero es a crear. A generar posturas y
darnos nuestras mañas, a inventar y reír mientras lo hacemos. ¿Cómo será “la
zurcida del zapatero” que mencionan en una página de internet? Quién sabe, pero
se me acaba de antojar comprar unas agujetas largas y suaves, de un color que
me guste, para pasarlas a diferentes ritmos, ayudada por un lubricante con
sabor, a lo largo del pene de mi compañero. Hacerles un nudito por aquí, otro
por allá, después repetir el ejercicio para ver si genera en él nuevas
sensaciones. Al final, tomar un pañuelo de seda para darle una “boleadita” de
cariño. Y así…
Hace poco descubrí que cuando no puedes usar una
extremidad, buscas maneras alternativas de alcanzar el orgasmo, ideando nuevas
formas de acomodarte. Como me caí y me lastimé la rodilla, debía ser cuidadosa
para que el tendón no se lastimara más, así que el médico me recomendó tener la
pierna estirada la mayor parte del tiempo, ponerme compresas calientes y
después frías, caminar poco.
Todo lo hice al pie de la letra, ¿pero y en la cama?
Cuando te piden cuidarte un mes, no aplica decir “la ventanilla está cerrada
hasta nuevo aviso”. Como el dolor persistía, sabía que debía tener mi piernita
chula estirada, así que idee algunas posturas y recordé otras que no ejecutaba
desde hace tiempo para poder gozar. Esto le dio un toque interesante al asunto;
lo más excitante era la prohibición de ciertas acciones (doblar la pierna,
arrodillarme) unida a la libertad de poder jugar con mi cuerpo y el ajeno para
encontrar nuevas formas de estimulación física.
Pienso que más importante que saber los nombres y la
manera en que se realiza cada postura (de cualquier manera, algunas ni
podríamos realizarlas por nuestra estructura ósea, estatura, complexión), es
entender cuáles son nuestros puntos erógenos, qué nos da más placer, cómo se
puede mover la pelvis, con qué puntos de apoyo contamos, qué áreas de la cama
—de la casa, del hotel— podemos explotar y, con todo ese conocimiento, echar
relajo, dejarse llevar, inventar.
Tal vez después se den cuenta de que realizaron “la
cascada seca” o “la mirada del cocodrilo”. Eso les generará una sonrisita de
satisfacción porque comprenderán que, sin hacerse bolas tratando de entender
una compleja explicación, su cuerpo los llevo a acomodarse de tal manera que
sintieran delicioso y se dieron tiempo de aprender jugando.
El encuentro erótico no debería ser una obligación,
una cárcel, un deber ni una razón de angustia, sino un agasajo, un acto que
genere sonrisas, risas, abrazos, miradas traviesas. No importa si un acomodo no
sale bien o si en otro no sentimos nada; es parte del proceso. Para entrar al
mundo de Eros es necesario quitarse el traje, la corbata, las zapatillas (o
usarlos como artilugios para excitar); recordar ese impulso primitivo, esa
manera en que corríamos contra el viento cuando éramos niños y nos sentíamos
libres, alegres, únicos.
Si quieren, a pesar de lo dicho, la próxima semana
trato de explicarles cómo se realizan las posturas con nombres extravagantes
que aquí menciono. ¿Ven? Nada es definitivo en el mundo del placer. “No hay
solo cajitas blancas y cajitas negras para colocar nuestras posibilidades”,
como dice el escritor Alejandro Reyes. Es como, recién me explicó el músico
Jorge Drexler, ve la existencia el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman:
“Estamos y vivimos en un mundo líquido sin certezas, en el que todo cambia a
una velocidad tan grande que ya no puede cristalizarse en un estado sólido”.
Esto es, todo es movimiento, incluso en la sexualidad y el erotismo.
Buen viaje a las profundidades de ese mar inacabable
que es el deseo y su ejercicio. Besitos húmedos para todos.
***
EL BUZÓN DE VERÓTIKA
Tengo varios juguetes sexuales que se han
descompuesto a las primeras de cambio, entre ellos dos balines vibradores y un
anillo para el pene. La verdad es que he tenido que ahorrar para comprarlos,
así que no quise tirarlos. El problema es que no sé si hay algún lugar donde se
puedan arreglar o ya no queda más que echarlos a la basura.
Martín Ocampo
Es común, Martincillo de mis amores, que esos
juguetes en particular se descompongan rápido, porque se usan de tal manera que
siempre estarán expuestos a un jalón o al ambiente. En el caso de los balines
conectados a un control a través de un alambre, suele suceder que los
delgadísimos cables que lo activan se rompan o se separen, y eso elimine la
vibración, misma que conforma la única gracia del juguetito. En el caso del
anillo, si no se guarda correctamente, puede ser que el polvo interfiera con su
buen funcionamiento.
Hasta donde sé, no hay “hospitales para sex toys”,
pero si tienes un amigo de confianza que sepa reparar electrodomésticos, puede
ser que te ayude a arreglarlos. También podrías preguntar en la sex shop donde
los compraste si saben dónde hacerlo.
Te recomiendo que cuando los vayas a guardar les
pongas una capa de talco para que el polvo no penetre fácilmente. Si lleva
pilas, que se las quites. Que los guardes en un lugar fresco y seco, por
separado para que los cables no se enreden afectando su funcionamiento.
Es cierto que lo barato cuesta caro, así que muchas
veces es mejor ahorrar un poco más para poder comprar un juguete de mejor
calidad, elaborado con materiales más duraderos, que aquellos que son
económicos pero sólo aguantan un par de encuentros. Por ejemplo, habría que
pagar más por los balines vibradores (un inalámbrico representa una gran
inversión), los anillos y los dildos o vibradores, y menos por las bolas chinas
(aunque hay que revisar que tengan cordón), dedos masajeadores y lencería (si
no eres fetichista de estas prendas, saldrán volando de inmediato).