Arcelia Ayup Silveti |
Arcelia Ayup
Silveti ha destacado en fechas
recientes como autora de temas relacionados con sabores, cocina, horizontes y
raíces. En el presente texto se refiere a las apariencias y a por que no hay que
dejarse llevar por las mismas. El texto lo tomamos de la página digital de El Periódico de Saltillo que
dirige José Guadalupe
Robledo.
Hace
días escuché a un ejecutivo de banca patrimonial contar una singular anécdota.
Dice que estaba en su oficina cuando entró una persona para preguntar sobre los
sistemas de inversión y de la bolsa de valores. A la señorita del mostrador no
le dio confianza la apariencia de dicho hombre, iba vestido de manera muy
modesta y con un gabán poco aseado. De una manera elegante ella trató de
invitarlo a salir. Los otros ejecutivos escucharon y salieron para apoyar a su
compañera. La persona que me comentó esta situación dice que lo hizo pasar a su
oficina.
Una
vez en su despacho, el señor le confesó al ejecutivo que tiene un rancho y que
acababa de vender algunas tierras, que necesitaba invertir el dinero para su
pequeña propiedad. Cerraron la inversión de varios millones de pesos que
llevaba “bajo su gabán”. Con la misma actitud de servicio, el ejecutivo lo
acompañó a la puerta. Percibió las miradas burlonas de sus compañeros. Regresó
con ellos con el documento de la operación bancaria en la mano. Se helaron sus
risas.
En
otro escenario, en una reunión informal de amigos, un señor está muy
concentrado cenando. Se acerca otra persona y este último empieza a contarle
que es un hombre muy preparado, y que le gustan los idiomas. El primero no le
da importancia, y continúa disfrutando sus alimentos. Llega un tercero para
presentarlos, el que comía tranquilamente resultó ser un estudioso de la
historia, hablaba cinco idiomas, además de tojolabal y maya.
Sé
de otro caso de una cita de negocios. Un joven mexicano, empresario,
incursionaba en los viñedos. Se encontraría con la llamada “dama del pisco” la
señora Juana Martínez de González, especialista en mosto que le ha dado varios
premios internacionales. Él llegó a la bodega de la señora. Lo recibió una
mujer adulta, robusta, de baja estatura y atuendo sencillo. El mexicano le dijo
que si podía anunciarlo con la dama, ella le dijo que ya no era necesario, que
ya estaba ante ella.
Muchas
veces nos dejamos llevar por las apariencias, nos formamos una idea de ciertas
personas, como si fuesen moldes preestablecidos. Ahora sí como señalan los
dichos “las apariencias engañan” y “siempre es mejor aparentar ser menos”.
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