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Eduardo Holguín. |
Enlace: http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9189199
Pregunté
al político lagunero Luis Gurza: ¿Por qué no me has reclamado, nadita de nada,
la ruda crítica que te hice hace unos días? Me contestó: “los políticos deben
ser como los elefantes.” Pertinente respuesta: los políticos chingones poseen
virtudes semejantes a las características de un elefante:
Es
un animal pesado, que camina con parsimonia y cautela. Sabe que es necesario
correr más con la cabeza que con los pies.

El
elefante ha sido dotado de una gran nariz –trompa– que le facilita olfatear el
ambiente, evitando imprudencias y ampliando el conocimiento del terreno en el
que opera. Algunos tata mandones coahuilenses padecen de anosmia, enfermedad
que produce disminución o pérdida total del olfato, algo que los políticos del
pasado tenían bien desarrollado.
El
elefante “con más colmillo” suele ser líder de la manada. En Coahuila la
improvisación, la inexperiencia y “la falta de colmillo” definen al gabinetazo.
Ahí tienen el caso de “los Gutierritos”. Las excepciones confirman la regla.
Al
elefante lo dotó la naturaleza de piel gruesa y fuerte, que repele ataques y
evita heridas profundas. ¿Usted es un político de piel fina, de piel delgada,
que le molestan los periodistas que cumplen con el deber que les impone la
sociedad? El deber de someter a los gobernantes y representantes al escrutinio
público. ¿Usted es un político cuya piel podrida, debilitada, por la
corrupción, la ineficiencia y la ineficacia, es fácilmente penetrada por las
flechas de los pinches columnistas?
Olvidaba
una formidable característica del elefante: tiene una cola tan corta que nunca
se la pisan. Una cola muchísimo más corta que la de varios funcionarios de las
administraciones laguneras.
Y
coahuilenses, y Duranguenses.
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