Sergio Antonio Corona Páez |
Un hecho singular y que quizá desconozcamos la mayoría es que el primero y el último de los movimientos mexicanos por la independencia tuvieron su origen en sucesos internacionales, el primero en 1808 cuando España fue invadida por Napoleón Bonaparte, en ese momento abdicaron sucesivamente Carlos IV y Fernando VII, el segundo ocurrió 12 años más tarde cuando el coronel Rafael del Riego llevó a cabo un golpe de Estado y obligó a Fernando VII a jurar de nuevo la Constitución de Cádiz, con lo que las cortes empezaron a legislar en contra de los intereses del alto clero novohispano y de la burguesía de las colonias, que decidieron impulsar un movimiento de Independencia acaudillado por Agustín de Iturbide, el artículo publicado en la sección de Acentos de Milenio Diario Laguna es de Sergio Antonio Corona Páez y lo compartimos por considerar de interés el comentario del cronista de Torreón.
Don Miguel Hidalgo y Costilla. |
No
deja de ser algo notable que el primero y el último de los movimientos
mexicanos por la independencia, tuvieran su origen en situaciones de carácter
internacional. El primero, el de 1808, se originó en la invasión y ocupación de España por los franceses.
Algunos regidores del ayuntamiento de la ciudad de México, como Francisco Primo
Verdad Ramos y Juan Francisco de Azcárate, aprovecharon el momento para
proponer la independencia de la Nueva España, puesto que los reyes Carlos IV y
Fernando VII se habían entregado mansamente a Napoleón Bonaparte, y habían
puesto a sus pies la corona española.
Los
mencionados regidores de la ciudad de
México, que eran criollos, consideraban que en esas circunstancias, Nueva
España debería separarse de la madre patria. Por supuesto, los españoles
peninsulares residentes en México, abortaron este plan y asesinaron a Francisco
Primo Verdad mediante un pretendido suicidio. Así, tristemente, acabó este
primer movimiento independiente (o autonomista) de 1808.
Doce
años después, se presentó una nueva coyuntura política internacional: en 1820,
el coronel Rafael del Riego, de ideología liberal dio un golpe de estado en
España, y obligó al rey Fernando VII a jurar de nuevo la Constitución de Cádiz,
que era liberal. En virtud de lo establecido por esta constitución, se
eligieron diputados liberales a la corte (las cámaras legislativas) y
comenzaron a dictar leyes que amenazaban seriamente, no solamente los intereses
del clero novohispano, sino su misma existencia. La aristocracia novohispana y
buena parte del ejército consideraron que, dadas las circunstancias de La
Península y al ver en peligro sus intereses, había llegado el m momento de
separarse políticamente de España.
Este
último movimiento de independencia, apoyado por obvias razones por el clero
institucional y las altas esferas de
poder novohispano, como lo han indicado Lucas Alamán y Francisco de Paula
Arrangoiz, entre muchos otros historiadores, tuvo su comienzo y su fin en 1821.
Su promotor visible fue don Agustín de Iturbide, por medio del Plan de Iguala,
proclamado el 24 de febrero de 1821. Este plan fue ratificado mediante los
tratados de Córdoba, el 24 de agosto de 1821 por el mismo Iturbide y el mismo
virrey capitán general de Nueva España, don Juan de O’Donojú.
Agustín de Iturbide. |
El
plan surgido en Iguala, obedecía a las necesidades del momento, y no tenía
vínculos históricos con los anteriores movimientos de Hidalgo, ni Morelos. Al
igual que el de 1808, este plan se originó también en las circunstancias internacionales
prevalecientes en sus respectivos años.
El
Plan de Iguala le garantizaba a los novohispanos tres cosas. Libertad para
ejercer la religión católica, la independencia política para lograrlo, y la
igualdad de derechos para todos los mexicanos.
Para
poder cumplir la primera garantía, se requería necesariamente de la independencia política de España. Había
que garantizar esta separación para
anular las amenazas de la nueva legislación española, pues Nueva España ya no
estaría más bajo el dominio de La Península ni tendría por qué obedecer sus
nuevas leyes (verde).
Para
evitar cualquier desorden social en Nueva España al proclamar su independencia,
se garantizaba que todos sus habitantes serían iguales ante la ley, sin
esclavitud, ni distinción racial. Todos tendrían los mismos derechos, indios,
negros, españoles o criollos, y se respetarían las propiedades de todos (color
rojo).
Así,
con este Plan de Iguala del 24 de febrero de 1821, su bandera verde, blanca y
roja, y el reconocimiento de O’Donojú, Iturbide y los firmantes del Acta de
Independencia, se convirtieron en los fundadores del Estado Mexicano. Desde
1821, México es una nación libre. Los colores del Plan de Iguala se convirtieron en nuestra enseña nacional.
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