El
monopolio de la participación electoral lo tienen los partidos políticos lo que
contraviene el principio constitucional que establece el derecho de los
ciudadanos a ser votados. Ante la posibilidad de la apertura de nuestro sistema
político a las candidaturas independientes, en la sección editorial del
periódico saltillense Vanguardia se preguntan si los candidatos ciudadanos mejorarán la
democracia.
Enlace: http://www.vanguardia.com.mx/editorial-candidatosciudadanosmejoraranlademocracia-1815909.html
La
apertura de nuestro sistema político a las candidaturas independientes
constituye el cumplimiento del principio que establece el derecho de los
ciudadanos a ser votados
El
Senado de la República aprobó ayer modificar la Constitución Política del país
para permitir que en las elecciones locales de los estados de la República sea
posible contender en forma independiente por el cargo de titular del Poder
Ejecutivo.
Con
esta resolución, la figura de candidatos independientes, en el ámbito local,
abarcará todos los cargos que se renuevan de forma periódica mediante
elecciones constitucionales.
La
apertura de nuestro sistema político a las candidaturas independientes
constituye, como lo han dicho múltiples expertos en el tema, el cumplimiento
cabal del principio constitucional que establece el derecho de los ciudadanos a
ser votados.
Se
podrá decir que tal derecho nunca fue restringido, pues cualquier ciudadano ha
podido aspirar siempre, de forma legítima, a ser postulado para un cargo de
elección popular y lo único que debía hacer era obtener el respaldo de un
partido político para aparecer en las boletas electorales.
Pero
justamente la existencia del requisito que obligaba a pertenecer, militar, o
simpatizar con un partido político ha sido, en los hechos, una restricción al
derecho individual a ser votado, pues mucho individuos no necesariamente
comulgan con las ideas de una determinada fuerza política y ello no debiera ser
impedimento para que sean candidatos.
En
este sentido pues, la reforma que ha devuelto a los ciudadanos el derecho pleno
a ser votados constituye un avance que todos debemos saludar pues implica
colocar nuevos ladrillos al edificio de una sociedad más igualitaria.
Sin
embargo, es absolutamente obligado cuestionarse si la simple existencia de
candidaturas independientes implicará una mejoría en la calidad de nuestra
democracia.
La
respuesta es que, como ocurre con muchos avances similares, no debe exagerarse
en la celebración, ni debemos ser demasiado optimistas respecto de las
repercusiones que en el corto y largo plazo tendrá la reforma aprobada ayer en
el Senado.
Y
es que un cambio por sí solo, por muy relevante que pueda ser, no resolverá de
tajo las deficiencias de nuestra organización social ni modificará la cultura
despótica que caracteriza al sistema político mexicano.
Para
que nuestra democracia sea mejor, es decir, para que sirva al propósito de
construir una sociedad más igualitaria, hace falta más que el hecho de que los
políticos profesionales tengan una mayor competencia en las urnas.
Para
tener una democracia de mejor calidad hace falta, sobre todo, que el ejercicio
cotidiano del poder se transforme, es decir, que los miembros de nuestra clase
política abandonen los vicios que les han caracterizado hasta ahora y que han
vuelto escépticos a los ciudadanos respecto de las bondades de la misma
democracia.
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