Roberto Orozco Melo |
Hace
tanto tiempo que casi no me acuerdo cuánto: Dios nos tenía que no veíamos una
en nuestros lugares; ni un temporal de agua bienhechora, como las conocidas en
estas tiernas aguas que nos llueven noche a noche, pero no siempre, sólo a
veces…
Aguas
tiernísimas, extrañadas, gratas lluvias que nos sorprenden desde hace dos
meses, después de un largo período de secano veraniego es cierto, pero algo
trajeron y algo nos dejaron. Cuando Dios da, lo hace a manos llena. Nos
quejábamos por meses y mesadas de la seca peritnaz, hace más de un año y ahora
nos sorprenden días de cielo nublado y lluvia ligera, que cae y no cae, pero en
nuestros campos áridos solemos traer a flor de piel un optimismo que nos
desborda: ¿Ya viste el cielo? ¡Sí, está nublado! Y es que Dios aprieta, pero no
ahorca, diría mi entrañable Mamá Lola…
Al
día siguiente, antes del café de la mañana, el verde de los prados nos
sorprendió y salimos a contemplarlo. "¿Habrá besana para un triguito? Me
pregunta un pariente de tostado rostro…!Hay condiciones! respondo. Mire usted,
el campo es nuestra esperanza… Vemos a las gentes: Hay hombres tras las yuntas,
peones preparando la tierra y oteando las nubes, para ver de echar o no, las
simientes del maíz o del frijol: Cuando pase el tiempo y si Dios es servido
habrá granos que recoger, qué vender y qué guardar. "Siempre que caiga el
agua de Dios, habrá comida en la mesa de los pobres"
Los
rancheros ponen su confianza en Dios y en las lluvias. "Compadre… ¿se
acuerda lo que le dije?" Y es que hace un año la tierra era blanca y los
vegetales cafesosos. Mire ahora…las plantas están verdes; el otro año ya habían
perdido el verdor de la vida; ahora todo es diferente: los cáctus y las
xerófitas ganaron con su clorofila, los mezquites le echaron ganas e igualmente
la madera y el follaje, pero si son generosos hasta los animales estimulan la
vida de las plantas: Cuando venga el agua completa y el Sol jale para acá ya
verá que no habrá seca que nos gane…
Dios
quiera que hayamos aprendido la lección. La Biblia nos habla de siete vacas
flacas y siete vacas gordas, ejemplarizando otro proverbio popular: "Hay
tiempos de plantar varas y tiempos hay de recogerlas" Debió tomar el
gobierno cuanta precaución hubiesen aconsejado los hombres del campo:
retenciones hubieran sido útiles, si acaso se hubiera buscado que el líquido
elemento beneficiara al subsuelo y no solamente a la costra de la tierra. Ahora
que vemos cómo el agua se fue a la nada lloramos por sólo hincarnos a pedir y
no por haber hecho.
Un
lector amigo platicó sus memorias en años similares. De haberlo sabido ahora
podríamos aprovechar sus experiencias en tiempos parecidos. Sin embargo, él
aconseja cuidar el agua y engordar a los animales, que si hay buen precio para
la carne podrán equilibrar inversiones con ganancias. Acuérdense.
Además
me dijo lo siguiente: no pierda usted lo principal por lo accesorio. Si pudo
regar bien su nogalera y no hay causas de pérdidas por plagas, malos precios, o
criminales granizadas, ya la hizo. Con habilidad usted podrá obtener el precio
justo para sus esfuerzos.
Hay
que ser optimistas. Con las bendiciones de la naturaleza poco tendrá que
recurrir al gobierno, pero si agrega las bendiciones de Dios, esté seguro de
que ya fregó.
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