José Luís Reyna. |
Previo a que el Secretario de Gobernación hiciera entrega del documento conteniendo el I Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto el investigador del Colegio de México José Luis Reyna realizó un análisis de las razones por las cuales a nueve meses de iniciado su gobierno el Presidente no entregaría buenas cuentas, la razón es tan simple como decir que la economía de México se encuentra en un bache profundo, al borde de la recesión al grado de que los menos pesimistas insinúan un estancamiento. El texto apareció publicado el lunes 2 de septiembre en Milenio Diario Laguna.
Enlace: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9190426
Enrique Peña Nieto |
La
balanza comercial alcanzó un déficit de 3.2 mil millones de dólares, uno de los
más altos en los últimos años. El PIB cayó 0.74 por ciento en el trimestre de
abril a junio en comparación con el trimestre previo (INEGI). El mercado
cambiario se encuentra presionado (más de 13 pesos por un dólar) y, aunque
puede haber una recuperación relativa durante el segundo semestre de este año,
las cuentas relacionadas con el crecimiento económico resultarán poco
satisfactorias en el primer año de gobierno de Peña Nieto.
El
entusiasmo que generó la todavía nueva administración presidencial hace nueve
meses tiende a esfumarse. En pocas semanas se gestó y aprobó, entre otras, una
reforma educativa que con el tiempo ha encontrado una oposición tan grande que
puede hacerla naufragar porque afecta los intereses los maestros; los
“mentores” no están dispuestos a perder las prerrogativas adquiridas y menos
ser evaluados. Paralizar el sistema educativo equivaldría a una crisis
estructural severa.
Mantener el pacto. |
Otras
reformas neurálgicas están en puerta. La fiscal y la energética. En este
momento es esperable que la reacción a ellas (aumento en el IVA o la
privatización del petróleo) sean detonantes de nuevos conflictos que no solo desalentarían
la inversión y afectarían al crecimiento, sino que podrían trastocar la
gobernabilidad del país y la estabilidad política. ¿Cómo instrumentar una
reforma fiscal en una economía pasmada?
Un
puñado de maestros ha demostrado que puede desquiciar la capital de la
República. Ha afectado la vida cotidiana de los ciudadanos, sus trabajos, sus
urgencias y lo único claro que aparece es que la autoridad existe en las
formas, pero no en la realidad. Se dice que se negocia, pero de antemano se
sabe que se pierde el tiempo. No se reprime porque de acuerdo con la lógica de
la autoridad sería más costoso derramar una gota de sangre de algún “mentor”
que proteger el ritmo de vida de miles de ciudadanos. Hemos visto cómo pueden
alterar la vida de la ciudad: paralizan una zona estratégica como es el
aeropuerto de la capital, o se cancelan juegos de futbol ante el temor de una
confrontación, cierran avenidas y estaciones del Metro, etcétera. La política
se salió de las instituciones e invadió la calle. O, si se quiere, la actividad
callejera está rebasando a las instituciones.
Hay
síntomas de ingobernabilidad. No solo en la capital de la República. Lo vemos
en algunas entidades federativas como Michoacán o Guerrero. Guardias
comunitarios que agreden a la autoridad policíaca (Tixtla) o el Ejército
mexicano desarmando en Michoacán a grupos que transgreden las disposiciones
sobre armas de fuego. Estos actos son consecuencia de una autoridad débil: por
eso es que la ingobernabilidad no se encuentra lejos.
Los
primeros meses de gobierno de la nueva administración no han generado los
resultados esperados. La economía tiende a la parálisis, la autoridad no es
capaz de poner el orden que le otorga el estado de derecho y crece
paulatinamente el desafío de grupos diversos a las decisiones que se toman en
las áreas gubernamentales. Cada propuesta de reforma estructural tendrá su
protesta correspondiente y el conflicto que le sigue. Son indicadores que
insinúan la pérdida del control del país. Estamos a la deriva.
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