Roberta Garza Medina. |
Según Roberta Garza quien escribe en la sección de Acentos en los medios impresos de Milenio Diario Laguna señala que el presidente Enrique Peña Nieto “…le hizo a la CNTE, vía sus cabilderos, una faena que todavía les ha de arder: los maestros vinieron desde lejos solo para ganar con sus marchas y plantones la enemistad del ciudadano común, porque nomás se instauró la LXII Legislatura y se aprobó el apartado del Servicio Profesional Docente, con lo cual los líderes charros ven minimizada su capacidad de vender o regentear las plazas que hoy asignan según el compromiso del futuro maestro para con ellos, y no por los talentos pedagógicos del candidato”.
George Bush. |
No es que quiera echarle a perder el día a
Peña Nieto que, además de un aplaudido informe llevado a cabo desde la comodidad
de sus habitaciones, le hizo a la CNTE, vía sus cabilderos, una faena que
todavía les ha de arder: los maestros vinieron desde lejos solo para ganar con
sus marchas y plantones la enemistad del ciudadano común, porque nomás se
instauró la LXII Legislatura y se aprobó el apartado del Servicio Profesional
Docente, con lo cual los líderes charros ven minimizada su capacidad de vender
o regentear las plazas que hoy asignan según el compromiso del futuro maestro
para con ellos, y no por los talentos pedagógicos del candidato. Falta ver si
esto impacta en la calidad y excelencia de nuestros escolares tan incisivamente
como se necesita —lo cual es improbable, porque el problema de la pésima
educación mexicana rebasa el punto— o si el discurso oficial de preocupación
por la atrofiada niñez nacional fue solo el grito de batalla para quitarle
poder al sindicato rebelde y pasárselo a la SEP, o sea, a la administración
política en turno.
Bill Clinton. |
El asunto es que las instituciones y
características que atoran nuestra productividad y expansión económica siguen
allí y ninguna de ellas va a desaparecer a corto o a mediano plazo: entre
otras, la cultura de la ilegalidad, la improductividad, la ausencia de
protocolos o siquiera de estándares de producción, el victimismo, el desaseo
fiscal, el castigo al éxito, el nulo desarrollo de ciencia y tecnología propias
y la prevalencia del pensamiento endogámico y mágico. Lo único que quizá
incline la balanza con cierta celeridad, aunque quién sabe si con la necesaria
para salvar el naufragio y definitivamente no con la esperada por Los Pinos, es
la inyección de lana que suele acompañar las reformas energéticas modelo
enchilada completa. Falta ver si el trance no deja al zafarrancho cortesía de
los maestros en calidad de día de campo.
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