Federico Ramos Salas |
Si bastaran las buenas intenciones, o
si los problemas se pudieran resolver por decreto, hoy iniciariamos el fin de
la miseria extrema en México
debido al inicio de la cruzada contra el hambre, a propósito de lo que Federico Ramos Salas externa
su esperanza de que se acabe con la desnutrición infantil. La columna es Ganar Ganar que
se publica todos los lunes en Milenio
Diario Laguna.
Hoy
lunes empieza la Cruzada Nacional contra el hambre. Hago votos para que su
implementación sea todo un éxito, no solo porque busca eliminar la desnutrición
infantil tan aguda que padecemos, sino porque pretende “transformar a México”
en un país sin pobreza extrema, que hoy la padecen 11.7 millones de
compatriotas y de ellos, 7.1 se encuentran en aguda desnutrición y padecen
hambre.
En
un país que se dice democrático y que pregona vivir en un régimen de libertades
los datos anteriores son un insulto para todos. De esa lacerante condición y
según los datos de Coneval, 3.7 millones de pobres con hambre viven en las
principales ciudades: en Torreón, casi 3% de la población vive en esas
condiciones, contra un poco más de 2% de Saltillo. Salta a la vista, una vez
más, que la capital vive una situación de menor angustia que la nuestra, según
los datos de la página cruzadacontraelhambre.org.mx.
Hasta
ahí el análisis de la problemática. ¿Pero qué hay de la manera en que la
Cruzada plantea conseguir sus objetivos?: ¿Cero hambre y desnutrición infantil
aguda?, ¿Aumentar la producción y el ingreso de los campesinos?, ¿Minimizar
perdidas post-cosecha y de alimentos durante almacenamiento, trasporte o en
comercios?
Interrogantes
difíciles de contestar, sobre todo porque los problemas llevan ahí cientos de
años, pues padecemos de la pobreza desde tiempos de la Colonia, y no somos los
mexicanos el pueblo más ducho en combatir desigualdades, que la terca realidad
demuestra a diario, sino mas bien somos hábiles para la simulación y el
auto-engaño. Dicen que en los detalles esta el diablo y si la Cruzada no ataca
las causas sino los efectos, lo más probable es que este sea un programa más de
los muchos que la clase política se ha inventado para usarlo con fines
políticos oe electorales.
Las
soluciones verdaderas no son difíciles, pues nacen de la lógica y la sencillez
y emanan del propio pueblo; de ahí a ponerlas en práctica hay un trecho largo,
sí, pues la mano del hombre las puede complicar y torcer para conseguir otros
fines, acabando con su utilidad social y convirtiéndolas en un programa más de
los muchos que han existido sin pena ni gloria. Ya no podemos darnos ese lujo.
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