Gerardo Hernández González. |
La alternancia en Los Pinos les permitió a los gobernadores de los estados cotos de poder de tal manera que se tornaron en una suerte de señores feudales que no tenían que rendir cuentas a un presidente que no representaba a su partido, ese beneficio está a punto de perderse una vez que el PRI retornó a Los Pinos y Enrique Peña Nieto se encamina a ejercer el presidencialismo conforme se acostumbraba, dice Gerardo Hernández González en su columna Capitolio que se publica en varios medios de la entidad, entre otros Zócalo de Saltillo de donde tomamos el presente texto.
Si
los gobernadores fueron los principales beneficiarios de la alternancia en Los
Pinos, también pueden ser los más perjudicados por el retorno del PRI a la
residencia oficial. Para legitimarse después de elecciones cuestionadas, los
presidentes emanados del PRI ceden poder, aceleran reformas constitucionales e
incluso defenestran a figuras no gratas para las oposiciones. Carlos Salinas lo
hizo en su sexenio y lo mismo sucede en el incipiente gobierno de Peña Nieto.
Enrique Peña Nieto. |
Como
parte de las negociaciones con el PAN, Salinas reformó varios artículos tabú.
Uno fue el 82 fracción I para permitir que la presidencia pudiera ocuparla un
ciudadano mexicano de nacimiento “hijo de padre o madre mexicana”; ya no los
dos como en el pasado. Esto le dio alas a Fox para proyectarse como candidato
presidencial desde el gobierno de Guanajuato, después de ganar el cargo en
1995, en su segundo intento. Su madre, Mercedes Quezada Etxaide, nació en San
Sebastián, Guipúzcoa, España.
Con
la reforma al artículo 27 constitucional, Salinas puso fin al reparto agrario y
franqueó el camino para la privatización del ejido. Grandes extensiones de
tierra comunal pasaron a manos de acaparadores urbanos, confabulados con
autoridades federales y locales. El impacto histórico de la medida puede
equipararse a los cambios que Peña Nieto pretende ahora en materia energética,
en medio de movilizaciones y reclamos de las izquierdas y otras fuerzas
sociales. La tercera reforma de gran calado en el sexenio salinista fue al
artículo 130, que otorgó personalidad jurídica a las iglesias y a las
agrupaciones religiosas.
Carlos Salinas de Gortari. |
Ello
explica la aquiescencia de las izquierdas a la reforma fiscal del presidente,
que pone el acento de la recaudación en las empresas y en la clase media, por
ser las que “más ganan”. En la reforma petrolera es previsible un desacuerdo
que eventualmente colocaría al PRD en dos escenarios: 1) su retiro del Pacto
por México, y 2) una nueva crisis que provocaría la emigración de tribus al
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Esto convertiría a López Obrador de
nuevo en una figura electoralmente atractiva.
La
estrategia del presidente Peña para evitarlo consiste en fortalecer al PRD a
través del Pacto y de reformas que toman banderas históricas de las izquierdas,
sin descuidar su alianza con el PAN. Los partidos de Gustavo Madero y Jesús
Zambrano tienen cartas bajo la manga para avanzar sus agendas y ganar terreno
en los estados. Y lo más importante, un presidente dispuesto a sacrificar lo
q ue sea necesario para mantener la gobernabilidad del país, con Pacto o sin él.
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