Arcelia Ayup Silveti. |
En su columna De raíces y horizontes que aparece todos los domingos en varios medios regionales y estatales, Arcelia Ayup Silveti se ocupa de asuntos interesantes, como en la presente colaboración en la que habla de la Mariposa Monarca. El texto se tomó de Milenio Diario Laguna.
Qué maravilla ver a estas pobladoras que datan aproximadamente desde hace 250 millones de años. En su mayoría son originarias de los campos agrícolas ubicados en la franja fronteriza del sur de Canadá y del norte de los Estados Unidos. Resulta emotivo ver la mariposa monarca en pleno vuelo.
Estos
icónicos especímenes recorren diariamente casi 120 kilómetros. La monarca se
orienta en corrientes de aire ascendente para aprovechar el impulso y planear.
Con
esta técnica de vuelo, sólo necesitan aletear cuando pierden el viento o
cambian su rumbo, lo cual les permite guardar energía suficiente para completar
su largo viaje.
Su
ciclo inicia como huevo, se transforma en larva, luego es crisálida, hasta
convertirse en un adulto reproductivo, y al igual que el resto de los seres
vivos, finalmente, muere.
Ya
se empiezan a adornar las calles de nuestra ciudad.
Huye
del frío canadiense y realiza un colosal recorrido para llegar a latitudes más
cálidas ycontinuar con el ciclo de hibernar, alimentarse y aparearse, para
luego regresar, a lo que se le llama generación Matusalén.
Algunas
especies migratorias tienen efímeras existencias de un mes, a diferencia de
éstas, la monarca puede vivir hasta nueve meses para lograr su objetivo de
llegar a los bosques de oyamel, a los santuarios en los estados de México y
Michoacán.
Después
de casi cinco mil kilómetros de increíble recorrido de 33 días, la generación
Matusalén de mariposas monarca logra llegar a los santuarios mexicanos.
Estos
refugios brindan protección a plantas y animales en peligro de extinción. Se
estima que cada uno alberga entre siete y 20 millones de mariposas. Se instalan
en los troncos y racimos de oyamel, para ser parte de la mitad de la colonia
que sobrevivirá al invierno y a los depredadores.
Es
triste saber sobre la tala clandestina que mutila poco a poco el hábitat de
esta sorprendente especie. Imagino estar en uno de los santuarios en Michoacán
y quizá percibir cientos de ojos diminutos.
Que
privilegio que este bello fenómeno suceda en nuestro país, admirémosla y
cuidémosla.
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