Jacobo Zabludovzky. |
Ícono del periodismo de televisión por haber sido durante décadas el titular del noticiero estelar de Televisa el abogado Jacobo Zabludovzky actualmente se desempeña con la pasión y dedicación acostumbradas al periodismo radiofónico aunque se da tiempo para colaborar también con diferentes medios escritos del país que le publican su columna Bucareli. El presente texto corresponde a su entrega de ayer 8 de octubre y lo tomamos del periódico Vanguardia de Saltillo.
El golpe sufrido por México ha sido tan demoledor que obliga a revisar los reglamentos en caso de desastres
La
tragedia sufrida por centenares de miles de mexicanos durante septiembre
descubre culpables con denominador común: son empleados públicos.
Mario Vargas Llosa. |
El
desastre, tal vez el mayor desde el terremoto de 1985, tiene dos vertientes. La
primera es la natural del fenómeno atmosférico llamado huracán: “Viento muy impetuoso
y temible que a modo de torbellino, gira en grandes círculos, cuyo diámetro
crece a medida que avanza apartándose de las zonas de calma tropicales, donde
suele tener origen”, según el diccionario de la RAE. Aunque la causa es todavía
incontrolable, su trayectoria se registra mediante procedimientos científicos
para determinar su origen, fuerza, trayectoria y destino, datos casi
infalibles, básicos del aviso temprano a los habitantes de las zonas en riesgo.
La
segunda es la humana, la relacionada con la detección y alerta para difundir,
excitar la vigilancia, avisar, prevenir, aconsejar, dar noticia, llamar la
atención. Los actuales funcionarios encargados de informar del peligro y
sugerir las medidas de protección tienen menos de 10 meses en su cargo y además
de padecer la herencia dejada por sus antecesores deben cumplir, y lo hicieron
impecablemente, con un procedimiento burocrático lento, perdón por la
redundancia, una especie de corsé que no se ajusta a la necesidad actual:
alcanzar el propósito esencial de su conducta, en este caso salvar vidas. No es
culpa de los empleados la ineficacia del ordenamiento en vigor que frena la
velocidad necesaria en una emergencia. Para mi consuelo, es mal de muchos. La
burocracia es antigua epidemia universal imposible de erradicar.
El mayor desastre natural desde el terremoto de 1985. |
El
señor coordinador, según el diario “El Economista”, dijo que el día 12 giró
oficios a gobernadores de 20 estados… “Se emitieron centenares de boletines e
incluso telefoneó a directores de Protección Civil estatales y redes sociales”.
Un periodista le preguntó por qué la alerta se mantuvo desde el 14 al 16 de
septiembre en amarillo y no se elevó a rojo. “La alerta no se dio sino en el
momento en que nosotros recibimos oficialmente la recomendación para el acceso
a Colima”, es decir, según el mismo periódico, cuando “Manuel” se convirtió en
huracán el 18 de septiembre. Todo en perfecto orden: el papeleo, el mail y la
obediencia sumisa al evangelio del procedimiento oficinesco, pero los
habitantes en peligro nunca se enteraron de su inminencia. Nunca sabremos
cuántos de los muertos no lo serían si el aviso hubiera llegado a los afectados
y no a las oficialías de partes. La radio y la televisión eran instrumentos
obvios. No se usaron.
Ingrid y Manuel devastaron México. |
El
golpe sufrido por México ha sido tan demoledor que obliga a revisar los
reglamentos en caso de desastres. La ley debe obligar a la transmisión
instantánea de la alerta por todos los medios electrónicos masivos, interrumpiendo
cualquier programa.
Aunque
se nuble la mexicana alegría.
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