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Jorge Alonso Guerra Macías. |
La
cruzada nacional contra el hambre anunciada por el Presidente Peña Nieto, al
inicio de su mandato es muy loable. (Dicho programa se inspiró en “Hambre cero”
implementado en Brasil) Pues en pleno siglo XXI seguimos viendo el rostro de la
pobreza en muchas comunidades y estados. La “cruzada” cuyo significado es,
recuperar los santos lugares en poder de infieles.
Pero
también México tiene hambre de justicia. Donde el ciudadano confíe en sus
instituciones, cuando acude a presentar una denuncia y se le dé seguimiento
hasta sus últimas consecuencias y no envolver a la persona con trámites
burocráticos que lo hacen desistir de su querella.

México
tiene hambre de escuelas dignas, con verdaderos profesores que impartan su
apostolado en las aulas, no sus inconformidades en las calles, dejando a sus
alumnos sin educación, y con un pésimo ejemplo de abandono de sus obligaciones.
Los
mexicanos tenemos hambre de ser atendidos con decencia en las clínicas públicas,
con personal administrativo y de hospital, sensibles al dolor tanto del
paciente como del familiar. Que no sean denigrados por su condición económica o
étnica.

También
en México se padece hambre física, la cual es producto, precisamente, por la
corrupción ancestral que ha tolerado nuestro pueblo de tanto sátrapa embaucador
con piel de oveja que se aprovecha impunemente, pues sabe que en México no pasa
nada. En México tenemos mucha hambre, la que se calmaría, si se convoca una
cruzada contra la corrupción. Utopía, obvio.
Otro
sídigo
Con
el retorno de PRI al poder (Poder Ejecutivo) cada día se fortalece más la
figura presidencial. Pero a su vez, los gobernadores priistas cada día se
subordinan más al ejecutivo. Ninguno quiere ser el primero en declinar por
“motivos de salud”. Porque el que no se subordina se subleva.
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