René Delgado Ballestgeros. |
Apenas
la semana antepasada (2 de noviembre) aseguraba René Delgado Ballesteros en su columna Sobreaviso: “Hay políticos que mueren sin saber
de su talla de estadista como también hay pretendidos estadistas que mueren sin
saber que su talla era la de una miniatura política. Algo de eso tienen las
reformas estructurales que se vienen concretando, hasta ahora, a nivel
legislativo. En el corto plazo, reacomodan los polos de poder y establecen una
nueva correlación entre ellos; en el largo plazo, en su efecto final y firme,
se estampa el sello de su grandeza o pequeñez”. Tomamos el texto para
compartirlo de la página web de El Siglo de Torreón.
En
política, generosidad y mezquindad no necesariamente son antónimos como tampoco
lo son grandeza y pequeñez. En los juegos de poder, las palabras y las acciones
siempre llevan un velo que, como protege, oculta su significado o su sentido
manifiesto. Es el resultado de ellas, el beneficio o el perjuicio nacional, el
que califica de manera definitiva qué las dominó.
Hay
políticos que mueren sin saber de su talla de estadista como también hay
pretendidos estadistas que mueren sin saber que su talla era la de una
miniatura política.
Algo
de eso tienen las reformas estructurales que se vienen concretando, hasta
ahora, a nivel legislativo. En el corto plazo, reacomodan los polos de poder y
establecen una nueva correlación entre ellos; en el largo plazo, en su efecto
final y firme, se estampa el sello de su grandeza o pequeñez.
Los tres más recientes presidentes: Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa y Vicente Fox Quezada. |
Viene
a cuento el asunto porque, aún bajo el efecto de la primera impresión de las
reformas, hay quienes piden concederles el simple propósito tricolor de
recuperar las riendas del poder y sostenerlas por los sexenios de los sexenios,
a partir del sometimiento o acotamiento de aquellos factores y actores de poder
que se lo disputan. Ese único propósito y ni uno más.
***
A
raíz del anterior Sobreaviso - "Cambio o resistencia"- un lector
envió un lacónico, pero contundente mensaje: "Convendría que leyeras la
página 102 de Los corruptores".
¿Qué
escribe Jorge Zepeda en esa página de su novela (Planeta, 2013) que, con fuerte
arraigo al momento mexicano, ha sido bienvenida en el mercado hispanoamericano?
En esa página, el personaje central juega una partida de ajedrez y, en plática
con su adversario, dice:
"Los
factores de poder, los monopolios, los medios de comunicación y hasta el crimen
organizado están regresando al redil dictado por el presidencialismo, no porque
vayan a desaparecer o debilitarse, sino porque van a acomodarse con el nuevo
amo. Pero terminaremos pagándolo con un retroceso de veinte años en materia de
libertades públicas y espacios democráticos".
Los dirigentes del PAN y el PRD: Gustavo Madero y Jesús Zambrano. |
Evidentemente,
la sugerencia de leer ese pasaje reclama advertir un hecho simple en las
reformas emprendidas por el gobierno y su partido, con el respaldo de la
oposición: la reconstrucción o rehabilitación del edificio del poder tricolor
no bajo la intención de emparejar el piso social, económico y político del país
para darle perspectiva a la nación, sino de crear las condiciones para
reestablecer y asegurar el imperio de su dominio. El poder por el poder sin
mayor sentido en su ejercicio.
***
Ciertamente,
en el plano inmediato, las reformas emprendidas pegan en sectores gremiales y
empresariales que, de un modo u otro, dieron la espalda al partido tricolor
para poner su fuerza u organización detrás del partido albiazul.
Carlos Salinas de Gortari. |
Colocados
en esa perspectiva, el caso más emblemático es el de Elba Esther Gordillo. Aun
cuando el poder de la exlideresa magisterial tuvo por cuna su cercanía con el
gobierno tricolor de Carlos Salinas de Gortari, al darse la alternancia en la
Presidencia de la República, la maestra se reacomodó. A costa de la educación y
en beneficio de prebendas y privilegios personales y gremiales, apoyó política
y electoralmente tanto a Vicente Fox como a Felipe Calderón. Luego, como si ese
giro fuera una minucia, pretendió regresar al redil priista encareciendo con
exageración el poder y la fuerza que representaba. La respuesta no se hizo
esperar.
De
un modo mucho más discreto, pero no menos importante, poderosos empresarios de
los ramos hoy afectados por el capítulo de la Reforma Fiscal destinado a
reducir el consumo de calorías extendieron su apoyo a Josefina Vázquez Mota,
cuando la entonces candidata presidencial albiazul competía con Enrique Peña
Nieto y Andrés Manuel López Obrador y, si se quiere, con el calderonismo
empeñado en sabotearla. Ese capítulo de la Reforma Fiscal podría entenderse
como la respuesta a ese apoyo.
En
esa lógica también podría explicarse el apoyo de las oposiciones panista y
perredista a las reformas emprendidas por el gobierno tricolor a través del
Pacto por México. Ese apoyo aseguraba a Gustavo Madero y a Jesús Zambrano en su
respectiva dirigencia partidista. Uno recibía el fuego nutrido del calderonismo
que nunca ha dejado de mostrarle los dientes; el otro advertía el peligro
supuesto para su organización, en el anuncio de Andrés Manuel López Obrador de
crear un nuevo partido de izquierda. El apoyo los aseguraba en su posición, al
tiempo que les permitía impulsar algunas de sus banderas en el Pacto.
Andrés Manuel López Obrador. |
El
acercamiento y el Pacto del nuevo gobierno con esas oposiciones fue y es un
toma y daca que, por un lado, le permite hacer frente a los poderes no formales
que disputan su control, así como al calderonismo y el lopezobradorismo y, por
otro lado, sostiene en las direcciones partidistas a su interlocutor. La
respuesta en ese caso fue el Pacto.
***
Sí,
desde la perspectiva del corto plazo y sin conocer su efecto definitivo, las
reformas emprendidas por el gobierno se pueden entender simplemente como la vía
para asegurarse en el poder, a partir del acotamiento o sometimiento de
aquellos factores o actores que se lo disputan. En esa lógica, el efecto final
de aquellas poco importa porque, en el fondo, éstas sólo pretenden un reacomodo
del poder. Peor aún, en ellas se pueden ver tintes de venganza y de rencor,
sentimientos no ajenos a los políticos.
Sí,
pero tampoco puede ignorarse el espacio que esos factores de poder no formal
conquistaron durante los sexenios panistas y la urgencia de emparejar el piso
social, económico y político si se le quiere dar perspectiva al país. No puede
ignorarse que la política perdió institucionalidad y que, sin el menor pudor,
la extorsión y el chantaje cobraron peso como instrumento de negociación de
privilegios. Extorsión y chantaje frente a los cuales muy poco ha podido hacer
el gobierno en el campo del crimen organizado, marcando un peligroso polo de poder
no acotado ni sometido.
Falta
por saber, ciertamente, el efecto último las reformas: si su sello será el de
la generosidad o la mezquindad, la grandeza o la pequeñez. Lo evidente es la
intención del gobierno de sacudir -mover, dice él- y reacomodar los polos del
poder, reivindicando para sí algunos de ellos. Conjurar el peligro de que se
reconstituya un imperio de poder sin límite ni sentido depende en buena medida
del empoderamiento ciudadano.
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