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27 de agosto de 2013

Esa parte oscura

Fernanda de la Torre

Es más fácil identificar en otros los errores, fallas y defectos pero el panorama es diferente cuando de identificar nuestras propias taras se trata, se lee en la columna Neteando con Fernanda que escribe todas las semanas Fernanda de la Torre en las publicaciones impresas de Milenio Diario y que domingo a domingo sigo en Milenio Diario Laguna, la presente entrega corresponde al pasado 25 de agosto.

Enlace: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9189753

Ver la parte oscura en otros es fácil. En tres patadas podemos identificar fallas, errores y defectos en todos los que nos rodean. Pero nuestras taras son harina de otro costal: no nos gusta verlas y menos que nos las hagan ver. ¡Ay de aquel que ose decirnos que cojeamos del mismo pie que aquel a quien criticamos! Seguramente escuchará por horas nuestros fundamentos para rebatir su punto, y en una de esas, hasta termina regañado.
No cabe duda de que esa teoría del espejo, o “lo que te choca, te checa”, es molesta, pero muy cierta. A la hora de ver nuestros defectos o fallas, somos de esos ciegos que no quieren ver. Sabemos que tenemos un lado oscuro, pero nos cuesta trabajo aceptarlo. Pensamos que negándolo, ocultándolo o, de perdida, minimizándolo, pasará desapercibido o desaparecerá. Tristemente, es imposible que eso suceda.
Quizá por eso me impresionaron tanto las palabras de Carmen Gaitán, directora del Museo Nacional de San Carlos, en la inauguración de la exposición (que recomiendo visitar) “Los disparates de Goya”, que se realizó hace unas semanas: “Nadie con la honestidad de Goya, para retratar el lado obscuro”. Sin duda, Goya retrata con gran honestidad y maestría todos esos defectos, debilidades y bajas pasiones del ser humano. Esas que no nos atrevemos a aceptar.
Algunos llaman a ese lado obscuro “ego”. Independientemente de cómo le llamemos, es algo que todos tenemos y que nos cuesta ver. Paradójicamente, es esa mirada a nuestros propios demonios, o defectos es lo que nos libera de ellos. Si logramos ver y aceptar que somos, digamos, impacientes, inseguros o tenemos muy mal genio, aunado a la voluntad de cambiarlo, nos ayudará a superar o tamizar esa inseguridad, impaciencia o controlar el mal genio. Por supuesto que no es tarea fácil y además hay que ser persistentes. Es necesario estar al acecho para que cuando surja esa parte oscura, podamos neutralizarla.
Encontré una frase genial de August Wilson que da justo en el clavo: “Confronta las partes obscuras de ti mismo y trabaja para erradicarlas con iluminación y perdón. Tu voluntad para combatir tus demonios, hará que los ángeles canten”. Cuando luchamos para cambiar algo —lo que sea—, dejar de fumar, el mal carácter, dejar de criticar o ponernos a dieta y hacer ejercicio; lo único que puede hacer que lo logremos es el aceptarlo y tener la voluntad de combatir esos malos hábitos que nos impiden tener lo que queremos. Cuando lo logramos, nos sentimos felices.
Enfrentar las partes de nosotros que no nos gustan es, sin duda, una de las tareas más difíciles que tenemos en la vida; sin embargo, el ponerlas bajo un reflector hace que podamos verlas con mayor claridad y, por ende, aceptarlas y cambiarlas. (Como hemos dicho aquí varias veces, eso de esconder la mugre bajo la alfombra, no hace que una casa esté limpia). Por supuesto que no es fácil ni agradable. Por el contrario, es doloroso, pero el dejar de negarlo es una muestra de valor, y si lo tenemos podemos encontrar la fuerza de voluntad para cambiar eso que nos molesta.
Abrazar el lado oscuro no quiere decir que nos volvamos complacientes con nuestros defectos. Tampoco se trata de justificar la maldad. La idea es tratar de conocernos mejor, de darnos cuenta de nuestros defectos para querernos y aceptarnos a pesar de ellos. Por supuesto que la mirada tiene que ser compasiva; así será más fácil aceptarte a ti mismo y cambiar. Sin duda, muchas veces no lograremos el propósito y será nuestro lado oscuro el que salga a flote. No importa. Cuando eso suceda, simplemente tendremos que volver al primer escalón: verlo, aceptarlo, no juzgarnos por ello y seguir luchando contra nuestro ego para alcanzar el objetivo que nos habíamos propuesto.
Hay que reconocer el valor de Goya, su honestidad al describir y, sobre todo, para plasmar el lado oscuro. Después de haber sido pintor de la Corte y retratar el costumbrismo en Madrid que decoraba palacios reales, Goya logró tocar temas menos amables, retratar honestamente esa parte oscura que tenemos no solo como individuos, sino como sociedad.
El punto de reconocer tu lado oscuro es el experimentar la otra parte del espectro, sin dejar de valorar tus cualidades positivas. De alguna manera, es similar a cuando tienes una herida infectada. A nadie le gusta ver la pus, pero el verla y tomar las medidas necesarias para combatirla es lo que nos llevará a sanar esa herida. Lo mismo sucede con nuestra parte oscura. Valor pues, porque todos tenemos una parte oscura... aunque no nos guste aceptarlo.
fernanda@milenio.com

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