Víctor González Velar |
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NUNCA
UN GOBIERNO FEDERAL había sido humillado y doblegado como lo fue la semana
pasada. Digo humillado, pues se exhibió de manera miserable ante sus electores
como una autoridad blandengue, ineficaz, impotente y pusilánime para gobernar y
mantener la paz social. La tranquilidad social es el presupuesto elemental para
la convivencia de todos con todos. En concreto: el Gobierno Federal y Miguel
Ángel Mancera mostraron lastimosamente los chones.
LA
AUTORIDAD FEDERAL y la del Gobierno del Distrito Federal, abandonaron a la
Ciudad de México a su suerte en manos de un grupo de vándalos que delinquió in
fraganti ante la mirada de pánico, temor y cobardía de los responsables de dar
garantías a todos los ciudadanos. Desde el mismísimo volcán Popocatépetl se
podía ver que les temblaban las corvas de los señores de la "autoridad".
LA REALIDAD es que un grupúsculo de maestros de la CNTE pudo poner de rodillas
a una población de 20 millones de habitantes. La orgullosa capital del país
conoció de la anarquía, del desgobierno y la impunidad institucionalizada. LA
CAPITAL SECUESTRADA por los vándalos que orinaban y defecaban en cualquier
lugar, calles o bulevares hacían de todo, ante la desesperación de viandantes,
trabajadores, amas de casa, niños y automovilistas que podían llegar a su
destino. Mientras Mancera soñaba con la presidencia, los accesos al aeropuerto
internacional fueron bloqueados. Viajeros que llegaban o salían de la ciudad
capital buscaban angustiados un taxi arrastrando su maleta.
Entre
tanto en el Centro Histórico los "maistros" que siguen recibiendo con
puntualidad inglesa sus quincenas, (nadie puede entender por qué se sigue
pagando a los faltistas) disfrutaban de letrinas sanitarias portátiles, agua
potable, alimentos y elegantes carpas de campaña compradas sin duda en Sport
Martí. Todos estos insumos fueron proporcionados por el despistado Miguel Ángel
Mancera y pagados con las contribuciones de los habitantes del D.F.
EL
ESTADO PERDIÓ el control de la vida institucional. El zócalo, calles, bulevares
y las cámaras legislativas federales fueron tomados sin un solo disparo, como
dirían los partes militares. A los policías del D.F. se les asignó el
tristísimo papel de simples testigos o convidados de piedra, ello con el único
fin de que dieran fe de su impotencia como representantes de las fuerzas del
orden. Las policías fueron expresamente instruidas para aguantar estoicos las
agresiones de los vándalos y sufrir vejaciones inimaginables.
Y
uno se preguntaría: ¿para qué exhibirlos en esa lamentable y penosa condición?
¿Para qué sacarlos a las calles? Mejor déjenlos tranquilitos en sus cuarteles.
PERO
FINALMENTE ALGO se debió convenir el viernes pasado. Los representantes de las
diferentes bancadas partidistas en las cámaras fueron obligadas a dialogar por
los vándalos. Igual hubiera sucedido si los dirigentes de la CNTE, además de
exigir el diálogo forzado, les hubiesen pedido a los legisladores las hermanas,
pues de seguro también se las hubiesen dado.
De
lo que no han informado a 118 millones mexicanos, es cuáles fueron las
claudicaciones y concesiones que tuvieron que concederles a los
vándalos-maestros para que levantaran algunos bloqueos.
LO
QUE SÍ SE SABE, es que estos movimientos magisteriales tienen un costo
aproximado de 10 millones de pesos diarios; pero lo que no se sabe es quién los
está pagando ni quiénes son las fuerzas políticas que pretenden destruir al
país. LOS ARREGLOS y convenios pactados por los diputados y senadores (que
también enseñaron de manera penosa la íntima prenda o "chones"), no
pudieron haberse logrado sino mediante dinero; ese instrumento o tipo de cambio
de reconocida capacidad universal para doblegar y atemperar las ideologías
políticas por radicales que están sean. LO QUE BUSCAN los vándalos-maestros no
es otra cosa que dinero, mordida, unto o como se llame. A estas prebendas ilegales
están acostumbrados. Cuando se les cierra la ubre como sucedió con el llevado y
traído Ulises Ruiz en Oaxaca, empezaron los gritos, protestas, marchas y
bloqueos. Bástenos recordar al gordo Flavio Sosa agitador del APPO en Oaxaca,
que hoy despacha como diputado local apoltronado y calladito en su curul.
Cuando
fluye el dinero aparece la paz. Cuando haya suficientes monedas la tranquilidad
regresará a Oaxaca, Michoacán y Guerrero; pero en tanto eso suceda, habrá que
fastidiar impunemente 20 millones de seres. Entregada que sea la pecunia,
nuestras instituciones volverán a funcionar. Ello permitirá que el gobierno de
Peña Nieto recupere parte del territorio nacional perdido y el Poder
Legislativo Federal (hoy Pollitos en Fuga) será autorizado para sesionar.
LASTIMOSA
Y PREOCUPANTE la actitud de este gobierno que juega con fuego y tolera se le
paralice. Estamos ciertos que después de los miles de delitos cometidos en
flagrancia nadie será consignado y no podría ser de otra manera: en este país
se ha institucionalizado la impunidad.
Si
es peligroso que un estado tenga mucho poder, más peligroso es que no lo tenga.
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