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13 de diciembre de 2014

Rebelión

Por Fernando Ramírez López
Para Sonia mi compañera, como bálsamo por la ausencia eterna de su hermana Arcelia
“Yo prefiero que Peña Nieto siga allí permanentemente acosado por la opinión pública y por las redes sociales para obligarlo una y otra vez a recorrer las mojoneras y entregar espacios públicos al escrutinio y a la intervención de los ciudadanos… para evitar que los contratos vayan a parar a los amigos o para ventilar lo que hasta ahora se hace en secreto.”
No, mejor que Peña Nieto no renuncie. Jorge Zepeda Patterson
En tanto que la encuesta celebrada por el diario mexicano Reforma, refleja que la aprobación sobre Peña Nieto se desplomó del cincuenta al 39 por ciento en el último cuatrimestre, la inconformidad crece; lo cierto es que en el país donde no pasa nada, recuerdo que en alguna ocasión conversando con el doctor Gustavo Malo Camacho en aquel momento director general del Instituto Nacional de Ciencias Penales, llegaba a la conclusión de que el perfil sicológico entre policías y criminales es el mismo, solo se diferencian por estar ubicados en funciones aparentemente distintas.
A lo largo de este tiempo se ha venido gestando un fenómeno en México caracterizado por los diferendos social, económico y político, mismo que ha tenido distintas manifestaciones históricas al menos desde la Independencia.
La desigualdad extrema que llamara la atención de Alexander Von Humboldt no ha dejado de reproducirse. Hoy el 37.1 por ciento de los mexicanos viven en la pobreza y el 14.2 por ciento en la indigencia (CEPAL 2013) pero las quince muy afortunadas familias que aparecen en la revista Forbes, acumularon en 2013 una fortuna calculada en más de 148 mil millones de dólares, lo que significó 18.4 por ciento más que el año anterior pese a que la economía de este país apenas pudo crecer arriba del uno por ciento (Forbes, Dolia Estebez, 2013). ¿Es esto justo? Ciertamente no lo es. Por eso entendemos ahora que al final de la Segunda Guerra Mundial el país contaba con reservas económicas probadas superiores a los cien mil millones de dólares y sin deuda, pero el gigante norteamericano no permitió la construcción de un aparato productivo autónomo; generándose en su lugar la gran corrupción del alemanisco, caminar desde esa época rumbo a la no suficiencia alimentaria que de seguir así para 2020 seremos un país que importe el total de los básicos, adicionalmente nos convertimos en un país manufacturero y le dimos vida a la nueva aristocracia heredera de la Revolución.
Dura es la verdad, pero es la verdad, así la semilla de las concesiones de contratos oficiales, la malversación de los ingresos de PEMEX, la caída de los precios del petróleo y las alianzas con grupos delictivos dieron vida a un nuevo club de millonarios, sumisos ante el poder y déspotas ante el débil. Más la historia de México es la historia de las venas abiertas de América Latina, hasta hoy bajo la bota del imperio que no tiene amigos, tiene intereses.
La quejumbre colectiva es ciertamente un grito nada agradable para los poderosos, que desde el gobierno, la banca, la empresa privada y la iglesia, han visto como su modelo de dominación empieza a dejar de funcionar más rápido que lo pensado. Lo cierto es que la corrupción alcanzó al estado mexicano completo, lo mismo a personajes oficiales que de la izquierda y la derecha, han recibido en sus propias manos para campañas políticas del narcotráfico cifras millonarias en dólares y esto es totalmente comprobable. De ahí que de pronto se han conjugado en un solo grupo en defensa de sus canonjías.
Todos están inmersos en ese mar de corrupción que azora y empieza a observarse con nítida claridad. El nodo del proceso, es que todavía su desenlace será largo y en consecuencia doloroso, pero nada impedirá que llegue el cambio y con este un país distinto.
¿En quién creer? Nada es ya creíble, cayeron en su propio garlito, por eso corrupción e impunidad siguen siendo las cuerdas que hacen sonar al desvencijado violín nacional. Todo está en crisis, los asociados entre sí han dado vida a fenómenos desestabilizadores como crear a Rafael Caro Quintero, a los zetas lo mismo que al Mayo Zambada y a otros, esos son solo los nombres de que está decidido que trafiquen con droga y armamento, los demás siguen recibiendo por debajo del agua las cantidades que por su protección acordaron.
Este mounstro de mil cabezas se defiende en la batalla actual, misma que solo puede llevar adelante la participación ciudadana. Peña Nieto es la cabeza visible de un estado enfermo, acompañado de miembros distinguidos del poder económico, que como patiños le hacen el juego al poder, además personajes que en su momento han sido fieles a Carlos Salinas de Gortari y cuyos nombres son los Ebrard, los Camacho, los Madero y los López Obrador.
Este barco se está hundiendo, ojalá y sea más temprano que tarde, para que le dé vida a una nueva generación de hombres y mujeres distintos, de altas metas y libres de las amarras putrefactas del ahora.  Todavía aún es más lamentable que las fuerzas armadas estén ubicadas en el ojo del huracán, generales y altos mandos de la milicia ya comieron de la manzana podrida de la putrefacción y también en su momento pagarán por su indolencia.
¿Cuánto tiempo falta para el cambio? Nadie lo sabe, lo que sí sabemos es que este ya empezó y que la lumbre que incendia y purifica ya es indetenible. Ayer fue Victoriano Huerta hoy es Enrique Peña Nieto, ambos personajes pasarán pero al basurero de la historia, ese último no tiene la capacidad de manejo para cambiar la historia, no tenemos infortunadamente a un Morelos o a un Juárez, para encabezar la rebelión que late en este suelo, pero tenemos en cambio la plena convicción de que los asesinos y ladrones no se llevaron la dignidad y el honor de muchos mexicanos, que ya decidieron cambiar el rumbo de México y lo están logrando.
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