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6 de septiembre de 2016

Eludió a la muerte con la ayuda de un generoso desconocido

Aunque desde hace varios años disfruta de una merecida jubilación Higinio Esparza Ramírez se mantiene activo como comunicador por su participación en varios medios escritos y electrónicos, entre otros Extra de la Tarde, Revista Progreso, y aunque lo publicábamos antes, desde hace varios se incorporó a www.hoyacontecerdelalaguna.blogspot.com .  Eventualmente escribe también en El Siglo de Torreón, su casa de trabajo durante toda su trayectoria profesional. El presente texto se publicó hace unos días en el también conocido como Defensor de la Comunidad y es el relato de una experiencia vivida por Simón Álvarez Franco.
       
Venturoso burlador de la muerte -hace diez años sufrió un accidente casi fatal en la carretera a Paila que le costó la pérdida temporal de la función cerebral y dañó sus ojos de manera irreversible- Simón Álvarez Franco disfrutó en otra etapa feliz de su existencia, la compañía de las célebres actrices Rosaura Revueltas y Dolores del Río, inteligencia y belleza de un solo golpe.
Dolores del Río
"Durante más de dos horas, compartí cara a cara -los tres sentados ante una mesa- anécdotas y experiencias con las divas del cine nacional en la sala de descanso del Palacio de Bellas Artes, escenario de un homenaje a Silvestre Revueltas.
"Fue casual el encuentro, propiciado por el doctor Héctor Mayagoitia Domínguez, gobernador de Durango y amigo personal de las fulgurantes damas de la cinematografía mexicana. Viví y disfruté a plenitud una experiencia única", recuerda Álvarez Franco con la vista fija en una botella de Monteviña disminuida por los brindis con amistades en su casa de la colonia El Campestre de Gómez Palacio con motivo de su cumpleaños, el pasado 13 de agosto.
-¿Cómo fue? pregunté refiriéndome al percance que por poco le arrebata la vida:
-Una vaca -paradojas de la existencia- se atravesó al paso del automóvil en el cual viajábamos cuatro ejecutivos de la empresa Leche Bell por el rumbo de Paila. El golpe fue brutal, el bovino salió disparado por los aires y cayó pesadamente sobre el capacete del coche. Yo ocupaba el asiento del copiloto con el cinturón de seguridad bien puesto y el animal de unos 400 kilos de peso aplastó mi cabeza lámina de por medio.
Los compañeros salieron por su propio pie y yo quedé atrapado por el cinturón a causa del fortísimo impacto sobre mi cuerpo. El esfuerzo de aquellos para liberarme resultó inútil porque no pudieron destrabar manualmente el cerrojo trabado. En ese largo y angustioso instante surgió un lugareño con unas tijeras de podar pasto en sus manos. No dudó en ningún momento, comenzó a cortar con dificultades la faja que me tenía cautivo y me sacó en brazos con la ayuda de los demás.
-Minutos más tarde el automóvil se incendió y explotó.
-No conocí el nombre de mi salvador y nunca supe de dónde vino. Mi agradecimiento es eterno.
-El cerebro -agrega- resultó severamente dañado. Perdí transitoriamente la memoria; con el ojo izquierdo ya no veo y con el otro miro a medias.
No se inmuta con el relato, pero se esfuerza para no revivir en su mente el doloroso trance. Sacude la cabeza y retoma la plática alrededor de otros temas más digeribles, como, por ejemplo, la entrevista que le hizo a Pedro Armendáriz para el boletín de espectáculos "Nuestro Sistema", editado por Bancomer México. Le dio seguimiento al veleidoso y rudo actor fuera de cámaras hasta su muerte por suicidio en Los Ángeles, California en los años 60 del siglo pasado.
Héctor Mayagoitia
Dueño de una memoria kilométrica que se remonta a la infancia, recuerda a su señora madre doña Esther, ejecutando música popular en una balalaika de tres cuerdas -un instrumento triangular parecido al laúd-. "Desde entonces surgió mi amor por el arte melódico", rememora con un nuevo brindis… y no da tregua. Él es el único que platica y embruja.
Como intermediario y gestor igualmente cumplió misiones imposibles: reunir en convivencia con cena incorporada a un militante del PRI en campaña por la presidencia de México -José López Portillo- con un destacado miembro del Partido Comunista, el profesor José Santos Valdés, escritor, periodista y crítico severo de la burocracia sindical y de las autoridades educativas de la época.
El encumbrado político le pidió a Álvarez Franco -quien fue el encargado de darle la bienvenida durante la inauguración de unas granjas de la empresa avícola en la que él laboraba-que le consiguiera una entrevista con el maestro en su domicilio de Ciudad Lerdo.
El deseo se cumplió cabalmente. El destacado mentor, "un militante comunista limpio y abnegado y a la vez apasionado impulsor de la escuela rural mexicana" consigna un reportaje en "La Jornada", aceptó la solicitud y recibió en su morada a JLP y acompañantes, sin compromisos de ninguna índole. Nunca pactó con los poderosos, subraya el trabajo periodístico.
Rosaura Revueltas
La amistad es otro de los dones del licenciado en Relaciones Industriales: la cultiva en todos los ámbitos de su desarrollo ciudadano y profesional. Lo conocen un gran porcentaje de laguneros y pobladores de otras latitudes desde niños a viejos. Sembró amigos en Saltillo, Toluca, Guadalajara, Guanajuato, Tuxpan, Ocampo, Monclova y Puebla y como viajero que no se cansa la llevó más allá: España, Francia, Italia, Suecia, Dinamarca, Inglaterra, Ucrania, Rusia y Canadá. La embajada de México en Estados Unidos le otorgó una beca por seis meses para que se capacitara en aquel país en la rama de capacitación de personal. Y surgieron más amistades.
-Trato igualitario a todos mis semejantes, sin distinción de clases, ha sido y sigue siendo mi línea de conducta. Soy parejo con todos, señaló presuntuoso.
Presume con fundado orgullo sus recorridos por los museos Hermitage, de Leningrado; Del Prado, de Madrid, el Louvre y seis galerías más en París; Villa Borghese, en Roma, los museos del Vaticano "y todos los de México", alegrías y experiencias vividas siempre al lado de su esposa, quien se acerca sigilosa para cuidar que no falten ni vino ni la crema de garbanzo untada en galletas.
En una ocasión un compañero banquero que percibía un sueldo parecido al suyo, le reprochó con envidia el por qué traía un coche nuevo y usaba doce trajes.
-En efecto, tengo 24 trajes no 12, el doble de camisas y corbatas, calzado no se diga y automóvil último modelo. Pero debes de saber que a las siete de la mañana doy clases en la universidad; a las ocho cuarenta de la mañana entro a Bancomer a desempeñar mis tareas como subgerente; de las seis de la tarde a las nueve de la noche imparto cátedra en el ISYTAC y durante las horas restantes preparo en mi casa las clases del día siguiente.
-Tú también, si quieres más trajes, debes aprovechar todos los minutos del día, le recomendó al frustrado colega.
Simón Álvarez Franco está hoy en la banca, en la de descanso y forzada espera, no en la comercial la que cobra al doble el dinero que presta. Las catorce universidades que operan en Gómez Palacio y Lerdo - egoístas y de bajo valor profesional- lo ignoran y no han sabido aprovechar sus cualidades de maestro y catedrático con enorme y aprovechable experiencia. Sólo una le respondió ofreciéndole 50 pesos la hora de clase menos los gastos por consumo de café, con una exigencia: la presentación de la cédula del título original de la carrera de tenedor de libros y estenógrafo, ignorando la institución que en aquellos tiempos -1951- no existía el registro nacional de profesiones ni la carrera de Contador Público.
Una súbita tormenta sacude los ventanales que dan hacia el jardín y pone fin a la entrevista. Su esposa se incorpora al dúo y disfrutamos sin mojarnos una lluvia estimulante y diáfana. Cesó el aguacero y con la cortesía que los caracteriza me llevaron a la puerta de salida.
Refrescantes aires me dieron la bienvenida.
(Agosto 2016)