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19 de abril de 2015

René Delgado, escritor desde el periodismo

SOBRE EL AUTOR. El escritor René Delgado se conside
ra un escritor de novelas desde el coto privado del periodis
mo, de donde ha aprendido el oficio de narrar. (cortesía)
René Delgado Ballesteros es uno de los comentaristas políticos que más disfruto, habitualmente lo sigo en la página editorial de El Siglo de Torreón donde todos los sábados le publican su columna Sobreaviso, es por lo anterior que resultó para mi muy grato saber que ha incursionado desde hace tiempo en el oficio de escritor y que tiene una obra previa con el título de Rescate. Actualmente promueve Autopsia de un secuestro, la que escribió a ratos, en el tiempo que se lo permitió su labor en el periódico Reforma.

El narrador René Delgado, autor de "Autopsia de un secuestro", puede incluirse sin desentonar en el coro de la literatura mexicana, pero sólo es capaz de hacerlo desde su coto privado, la silla de periodista.
"No me concibo como un escritor, esta obra la escribí entre los espacios que se abrieron en el ritmo de la redacción y después del cierre del periódico; es una novela hija de la madrugada", asegura en entrevista.
Con su barba canosa bien recortada y vestido con un elegante traje azul con corbata a rayas, Delgado delata su condición de Ejecutivo del diario Reforma, donde se desempeña como director editorial, pero al hablar relega las formas y se refiere con pasión al que Gabriel García Márquez llamó el mejor oficio del mundo.
"Mi interés es ver lo que ocurre en el país o en otros lugares como periodista, esta novela nació en el peor lugar para escribir, la redacción del periódico, con ruido y lejos de un ambiente ideal que ni siquiera me planteo crear", señala.
De esa manera, alejado de la atmósfera propicia y con una paciencia de hormiga, Delgado escribió a cucharaditas desde el primer día de 2008 hasta el último de 2014 y armó una historia policiaca que quien la empiece a leer, casi seguro no la soltará hasta conocer la suerte del personaje Juan Lavín.
Lavín es un periodista con un alto cargo en un diario que se enreda en una relación sentimental con Teresa, una modelo salvadoreña que ama la lectura, es capaz de discutir con autoridad sobre política y posee una gran personalidad, pero tiene una amistad con un vendedor de drogas y eso la lleva a la muerte.
Durante 251 páginas, el autor utiliza un lenguaje limpio sin adjetivos ruidosos y es capaz de meterse al lector en la bolsa con una historia de amor con claroscuros, como las de la vida real.
"Es difícil que una novela no tenga elementos biográficos; en Lavín encuentras algo de mi personalidad, pero la mayor parte es fantasía", confiesa.
Cuando conversa, el escritor mira a los ojos y eso le aleja de una imagen inicial de tipo severo. Enfatiza con gestos, sobre todo de su mano derecha, y responde sin apuros como si también a sus palabras las hiciera pasar por su lupa de editor.

Amigos por siempre

La presente historia me la relato Julio César Zapata, alter ego del Payaso Tomy que inicia con buenos augurios la publicación de Espacio Infantil La Revista y en donde incluirá una serie de artículos relacionados con principios y valores, principalmente aquellos que adquirimos en el seno familiar desde los primeros años. Considero que en México nos hace mucha falta conservar esas normas de conducta, para contrarrestar los terribles efectos de la corrupción, la violencia y delincuencia que hoy por hoy nos tienen en jaque.

Principios y valores son el conjunto de normas de conducta que caracterizan a las personas que poseen un sano juicio que nos inculcan desde niños en el seno familiar. Aunque resulte increíble muchas veces nuestras mascotas – las llamamos animales e irracionales – son quienes mejor practican esos comportamientos racionales.
La historia de Jerry y Molly es la mejor demostración de lo que aseguro, ellos me confirmaron que la amistad es uno de los mejores valores y que cuando adoptamos una mascota es nuestra responsabilidad además de proveerlas de una vida digna y un ambiente sano encomendar a médicos veterinarios el cuidado de su salud.
Jerry era un perrito Chihuahua de carácter intrépido, aventurero, travieso, bullicioso y juguetón, por su lado Molly era una simpática Bassethound, amistosa, juguetona, de mirada muy tierna. Por sus caracteres Jerry y Molly parecían hechos el uno para el otro, pero vayamos a la historia.
Un día al regresar a casa me encontré con la novedad de que la familia había aumentado, la más pequeña de mis hijas brincaba de alegría y no cabía en sí de gozo por la llegada de Jerry, a quien yo conocía de antes porque era la mascota de mi hermana.
Ella ya no lo quería en casa por su espíritu bullicioso e inquieto ni deseaba arrojarlo a la calle sin brindarle atención. A Jerry no le gustaba estar encerrado y prácticamente vivía en el exterior, tenía una gran facilidad para relacionarse con otros perros y con los niños por lo que era frecuente que una gran cantidad de niños y otros perros estuvieran en las afueras de ese domicilio.
Por su comportamiento yo vi en Jerry algo especial. Poseía el don de hacer amigos, resultaba extraordinaria la forma en que se relacionaba con los niños y con otros perros. Hubo dos acontecimientos que ocurrieron casi al mismo tiempo, la llegada a mi casa de Jerry y que conociera a Molly, la mascota de mi vecina.
A partir de ese momento Jerry y Molly se hicieron inseparables. Siempre estaban juntos, bueno casi siempre pues el encanto se rompía al oscurecer, cuando su ama iba por Molly para llevarla a pasar la noche en su casa, lo que provocaba las protestas de Jerry que gruñía y ladraba hasta que se resignaba a que por ese día había sido todo con Molly.
La historia se repetía a diario, al amanecer Jerry exigía que se le permitiera salir para ir a encontrarse con su amiga. Cuando por alguna circunstancia Jerry tardaba en salir era Molly quien rascaba la puerta pidiendo entrar, parecía decir: - ¡Sal. Ya es tarde… tenemos mucho que jugar!
La felicidad no es para siempre, un día la desgracia se presentó en forma de enfermedad y Jerry dejó de manifestar su dinamismo y carácter inquieto. Algunos síntomas que presentaba eran fiebre con accesos de vómito con sangre y en vez de relacionarse con los demás, permanecía echado visiblemente triste.
Ante lo grave de la situación, la familia decidió llevar a Jerry con un veterinario, quien  lo diagnosticó y le proporcionó medicamento aunque sin saber exactamente la enfermedad que lo afectaba.
De regreso en casa Jerry se desplomó en el rincón donde dormía, Molly acudía diariamente permaneciendo echada a su lado, ocasionalmente trataba de animar a su amigo y se angustiaba al no obtener respuesta, entonces aullaba de manera lastimera. Lo mismo ocurría día tras día hasta que…
Ese amanecer Jerry no abrió los ojos. Había muerto durante la noche. Ya no le permitimos entrar a Molly que presentía que había ocurrido algo muy grave. No comprendía que la hacía llorar con desesperación. Yo recogí el pequeño cuerpo de Jerry y lo deposité en una caja para llevarlo hasta el lugar de su descanso. Aunque Molly no lo podía ver lo sentía y aullaba.
A partir de entonces Molly perdió su alegría. Ya no jugaba ni buscaba a los niños, permanecía triste… echada... melancólica.  En menos de tres días presentó los mismos síntomas de la enfermedad que mató a su amigo.
La vecina la llevó al veterinario, uno diferente al que atendió a Jerry. El médico le reveló que era parvovirus lo que Molly padecía, se trata de un padecimiento sumamente infeccioso, mortal por necesidad.
Jerry la había contagiado. La vecina nos comentó lo que explicó el veterinario. Recomendó una limpieza profunda en el lugar en que dormía Jerry, para descontaminarlo y la destrucción de los utensilios para su alimento y agua.
Molly murió. Quiero pensar que no fue la fatalidad. Siento que de esa manera la historia de amistad de Jerry y Molly trascendió más allá de su muerte. Una vida se justifica plenamente cuando la usamos para hacer felices a los demás. Jerry y Molly se hicieron felices mutuamente mientras permanecieron juntos.
Ellos me enseñaron dos cosas muy importantes. Primero: el valor de la amistad; y en segundo lugar y no menos importante, la responsabilidad que implica adoptar una mascota.
Esa responsabilidad incluye proveerlos de un ambiente sano, un trato digno además del cariño y atención que merece cualquier miembro de nuestra familia, incluso el cuidado de un profesional de la medicina cuando sea necesario.
¿Saben? Jerry y Molly son ahora amigos por siempre. Disfrutan eternamente de ese lugar que se localiza más allá del arco iris, haciendo realidad el refrán: “Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro”. A fin de cuentas la amistad es calle de doble  sentido, hay que darla antes de recibirla.
Telcel: 871 221 78 52