Buscar este blog

13 de agosto de 2013

¿Y los jóvenes mexicanos?

Fidencio
Treviño Maldonado
En México basta ser extranjero para obtener tolerancia hacia actos reñidos con el decoro, el buen gusto o la moral. Conductas inadecuadas para los mexicanos y que los visitantes no se atreven a cometer en sus lugares de origen, se repiten en las playas y destinos turísticos, particularmente durante la época alta del verano. El artículo es de Fidencio Treviño Maldonado colaborador de diferentes medios regionales y coahuilenses, como la revista Siglo Nuevo, El Periódico de Saltillo y otros.

Uno de los conceptos ancestrales del mexicano y aun profundamente arraigado es sin duda el estigma de  la sumisión, tal vez no sea sólo un síndrome, sino un tatuaje generacional de inferioridad. Tipos diferentes a nuestros connacionales y ante los que nos aflora el complejo de inferioridad, como si el color de la piel o su estructura física hablara por si sola.
Jóvenes extranjeros que llegan y se apoderan de las playas en Cancún, en Acapulco, Manzanillo, Puerto Vallarta, Los Cabos entre otros puntos paradisíacos que la naturaleza conserva, ya que los mexicanos somos como Atila, por donde pasamos ni la hierba crece.
Los niños bien de Canadá, Estados Unidos de Norteamérica, y de algunos países europeos (Inglaterra, Francia, Italia y Suecia) viven el mentado Spring Breaker, entre desenfreno, alcohol, fiestas y sexo, en forma por demás grotesca y descarada despilfarran su dinero en licor, cerveza, antros y ahora hasta droga, sobre todo mariguana a placer.
Es común verles desnudos o semidesnudos en parejas, en montones o vagar solos bien servidos, es decir hasta el cuello de borrachos ante la complacencia de nuestra muy celosa policía en esos puertos sin que nadie, ni los ministerios públicos, los jueces o alguna autoridad les llame la atención.
Son jóvenes de ambos sexos que vienen a cometer en México los excesos a que no se atreven en sus lugares de origen: deambulan con vasos de licor, cerveza y otros tipos de bebidas alcohólicas, abusan de las drogas, se relacionan sexualmente entre ellos, sin pudor, en la playa y lugares públicos, sólo para demostrar que el tiempo, la tierra y la ley son de ellos.
Lo que debemos de entender es que en nuestro país La observancia de la ley es vigente solo para algunos –obliga a los más jodidos, a la gente común, de aquí- pero no a los dueños del dinero a los políticos y a los gobernantes y mucho menos a los extranjeros.
La ley se aplica solo a los desheredados –a las mayorías- de tal manera que si un policía te ve en la banqueta cerveza en mano, o en el interior de un vehículo si no te “mochas” para sus refrescos vas sin baranda al bote y es peor si te sorprenden acariciándote con tu pareja, entonces te remiten por faltas a la moral.
Los jóvenes extranjeros, en cambio, pueden bailar, emborracharse, deambular desnudos en las playas y en pleno centro de Cancún, Acapulco, Puerto Vallarta e incluso en Los Cabos, de Baja California en donde policías mexicanos cuidan que no pase ningún connacional a esas playas mexicanas, exclusivas para extranjeros.
Ahí los estudiantes extranjeros, procedentes de universidades caras, visitan nuestro país para hacer aquí lo que les viene en gana, incluso defecar y orinar donde la necesidad los sorprenda, aunque eso sea algo mal visto en lugares civilizados.
De por si nuestro país es un caos en todos los aspectos, bien podemos anticipar lo que nos espera dentro de no mucho tiempo, con estos jóvenes que vienen a ponernos la muestra de lo que es el  mundo existencial y sicodélico en que ellos se desenvuelven y que vienen a realizar aquí lo que no les permiten en sus lugares de origen.
Este es el turismo que los hoteleros y restauranteros de México quieren, no nos deja mentir la intensa promoción que realizan para que nos visiten pues al fin de cuentas aquí es permitida e incluso deseada la basura extranjera pues no basta con la que tenemos.
Ahora, con la despenalización de la posesión y consumo de marihuana el olor a petate quemado rebasará en los próximos veranos el del pescado y los mariscos en muchos puertos y lugares turísticos de nuestro país. ¡No te acabes México!
Sugerencias y comentarios: kinotre@hotmail.com

Gasto social sin explicar

Opacidad, derroche y discrecionalidad en el gasto público fueron factores directos de la deuda pública de Coahuila por 39,000.00 millones de pesos, que catapultaron al ex Gobernador Humberto Moreira Valdés a una efímera Presidencia Nacional del Partido Revolucionario Institucional y que posteriormente lo empujaron hacia el autoexilio dorado en España es el tema que se trata en Nuestro Concepto de El Siglo de Torreón.
Humberto
Moreira Valdés
La opacidad, el derroche y la discrecionalidad fueron sellos de la administración de Humberto Moreira. Gracias a ellos, el exgobernador de Coahuila logró construir una imagen que lo catapultó a una efímera presidencia nacional del Partido Revolucionario Institucional. Hoy vive una especie de autoexilio, lejos de las responsabilidades y de la rendición de cuentas. Mientras tanto, siguen surgiendo preguntas sobre el manejo financiero en su gestión que se suman a las ya existentes en torno a la deuda de 36 mil millones de pesos que dejó.
En la semana pasada, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicó las cifras sobre la pobreza en México de 2010 a 2012. Entre los datos destaca que en Coahuila el número de personas que viven por debajo de la línea de bienestar aumentó en esos dos años en 23 mil. Llama la atención que el gobierno estatal presupuestó 13 mil 273 millones de pesos en 2010 para la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), de los cuales 10 mil 419 millones estaban etiquetados para “inversión pública”.
Una investigación realizada por El Siglo de Torreón reveló que de esos 10 mil 419 millones de pesos, sólo el 14 por ciento, es decir, mil 464 millones se encuentran registrados en el V Informe de Gobierno de Humberto Moreira en 2010. ¿Y el resto? ¿Dónde quedó? Las cuentas públicas de ese año no desglosan los recursos invertidos en programas sociales.
Rubén Moreira Valdez
Por otra parte, el presupuesto de egresos de 2010 aprobado por el Congreso local contemplaba sólo 580 millones de pesos para la Sedeso, por lo que los más de 13 mil millones de pesos reportados como gasto de la secretaría habrían sido adquiridos en forma de créditos solicitados por el gobierno estatal. Sólo en 2010, el ejecutivo de Coahuila solicitó préstamos por 21 mil millones de pesos.
Ahora bien, de los 36 mil millones de pesos de deuda que se contrató en todo el sexenio pasado, al menos 18 mil millones no han sido justificados. Es fácil suponer que dentro de ese monto está el enorme gasto social reportado, mas no explicado, en las cuentas públicas de 2010.
Frente a esto, la pregunta es una: ¿dónde está el dinero? Es obligación del gobierno de Rubén Moreira investigar qué pasó con esos recursos y llamar a cuentas a los responsables de manejarlos. No obstante, esto se antoja difícil, debido al parentesco del exgobernador con el gobernador, quien en varias ocasiones ha asegurado que el desastre financiero del estado es un caso cerrado. Pero no lo será hasta que no se esclarezca lo ocurrido y se castigue a los culpables.

Ausencia

José María Mena Rentería
En la columna Telón que se publica en varios medios de Coahuila y La Laguna nuestro compañero José María Mena Rentería se ocupa de la omisión en que incurren las autoridades municipales de la Laguna –tanto de Durango como de Coahuila- en lo que se refiere a la publicación de sus estados financieros. El presente texto fue tomado de la publicación en Internet de El Periódico de Saltillo.

A publicar sus estados financieros -al menos cada 3 meses- están obligadas las autoridades municipales. En lo que a las de La Laguna de Coahuila se refiere, de omisión en tal sentido puede hablarse, ante la ausencia de información que debería ser del dominio público.
Lo acontecido en uno de los municipios de la región permite establecerlo. Dígase en el que territorialmente limita con los de Torreón, Francisco I. Madero, y Viesca.
“Retórica hueca”, en su área de influencia, es tocar, con conocimiento de los contribuyentes, el tema de estados financieros. No los hay desde el año de 2010, tratándose del municipio mencionado.
Ciudadanos que han ahondado en el tema, infieren a “rubros” un tanto más cuánto “extraños”, como la ausencia total de ingresos por concepto de multas como las aplicadas por agentes de policía y de tránsito, a las arcas municipales.
Citan por otra parte la existencia de más de 200 negocios de los llamados “giros negros” e igualmente, la ausencia del todo de ingresos a las arcas oficiales por concepto de los correspondientes refrendos anuales que permiten el funcionamiento de comercios dedicados a la venta de etílicos.
En otros términos -similares en cuanto a falta del pago de captación del impuesto correspondiente- aluden a valores catastrales que reflejan evaluaciones irrisorias como las establecidas en el municipio mencionado, si se trata del costo real de predios urbanos y rústicos.
Estados financieros, periódicamente presentados, permiten establecer claramente todo manejo administrativo. Sin embargo, en el caso tema de éstas líneas no los ha habido. La inquietud ciudadana avizora que no los habrá durante los meses restantes en términos de administración municipal.
Nada raro es que en el presente a lo largo y ancho del país haya autoridades incapaces de presentar cuentas factibles. Todo, según afectados en el ámbito municipal, de aquí y de allá, son burdas apariencias, pretendidos engaños y sobre todo, dispersión de recursos que acaban en los bolsillos de unos cuántos mientras miles quedan tronándose los dedos de las manos.

Gánele al pesimismo

Roberto Orozco Melo
No obstante los daños que ocasionan las eventuales lluvias en ciudades como Torreón por lo inadecuado de su drenaje, el que ocurran esos fenómenos debemos considerarlo como un regalo del cielo, criterio que comparte en su columna Hora Cero el periodista, político, abogado y escritor Roberto Orozco Melo quien colabora en numerosos medios escritos de Coahuila a los que se reincorporó luego de una ausencia por enfermedad, de varios meses. El texto se tomó del portal electrónico de El Diario de Coahuila.

Hace tanto tiempo que casi no me acuerdo cuánto: Dios nos tenía que no veíamos una en nuestros lugares; ni un temporal de agua bienhechora, como las conocidas en estas tiernas aguas que nos llueven noche a noche, pero no siempre, sólo a veces…
Aguas tiernísimas, extrañadas, gratas lluvias que nos sorprenden desde hace dos meses, después de un largo período de secano veraniego es cierto, pero algo trajeron y algo nos dejaron. Cuando Dios da, lo hace a manos llena. Nos quejábamos por meses y mesadas de la seca peritnaz, hace más de un año y ahora nos sorprenden días de cielo nublado y lluvia ligera, que cae y no cae, pero en nuestros campos áridos solemos traer a flor de piel un optimismo que nos desborda: ¿Ya viste el cielo? ¡Sí, está nublado! Y es que Dios aprieta, pero no ahorca, diría mi entrañable Mamá Lola…
Al día siguiente, antes del café de la mañana, el verde de los prados nos sorprendió y salimos a contemplarlo. "¿Habrá besana para un triguito? Me pregunta un pariente de tostado rostro…!Hay condiciones! respondo. Mire usted, el campo es nuestra esperanza… Vemos a las gentes: Hay hombres tras las yuntas, peones preparando la tierra y oteando las nubes, para ver de echar o no, las simientes del maíz o del frijol: Cuando pase el tiempo y si Dios es servido habrá granos que recoger, qué vender y qué guardar. "Siempre que caiga el agua de Dios, habrá comida en la mesa de los pobres"
Los rancheros ponen su confianza en Dios y en las lluvias. "Compadre… ¿se acuerda lo que le dije?" Y es que hace un año la tierra era blanca y los vegetales cafesosos. Mire ahora…las plantas están verdes; el otro año ya habían perdido el verdor de la vida; ahora todo es diferente: los cáctus y las xerófitas ganaron con su clorofila, los mezquites le echaron ganas e igualmente la madera y el follaje, pero si son generosos hasta los animales estimulan la vida de las plantas: Cuando venga el agua completa y el Sol jale para acá ya verá que no habrá seca que nos gane…
Dios quiera que hayamos aprendido la lección. La Biblia nos habla de siete vacas flacas y siete vacas gordas, ejemplarizando otro proverbio popular: "Hay tiempos de plantar varas y tiempos hay de recogerlas" Debió tomar el gobierno cuanta precaución hubiesen aconsejado los hombres del campo: retenciones hubieran sido útiles, si acaso se hubiera buscado que el líquido elemento beneficiara al subsuelo y no solamente a la costra de la tierra. Ahora que vemos cómo el agua se fue a la nada lloramos por sólo hincarnos a pedir y no por haber hecho.
Un lector amigo platicó sus memorias en años similares. De haberlo sabido ahora podríamos aprovechar sus experiencias en tiempos parecidos. Sin embargo, él aconseja cuidar el agua y engordar a los animales, que si hay buen precio para la carne podrán equilibrar inversiones con ganancias. Acuérdense.
Además me dijo lo siguiente: no pierda usted lo principal por lo accesorio. Si pudo regar bien su nogalera y no hay causas de pérdidas por plagas, malos precios, o criminales granizadas, ya la hizo. Con habilidad usted podrá obtener el precio justo para sus esfuerzos.
Hay que ser optimistas. Con las bendiciones de la naturaleza poco tendrá que recurrir al gobierno, pero si agrega las bendiciones de Dios, esté seguro de que ya fregó.

Dinero para la cultura

Federico Ramos Salas
Pese a que los políticos consideran que destinar recursos a la cultura es tirar el dinero, en los hechos ocurre lo contrario pues invertir en ese rubro reditúa grandes beneficios a la sociedad señala en la columna Ganar Ganar, el artista plástico Federico Ramos Salas que cada dos lunes publica en Milenio Diario Laguna.

El título de este artículo no se refiere a una propuesta mía (que la he hecho en otras ocasiones) para que los políticos y los empresarios descubran finalmente que invertir en la cultura reditúa dividendos y si no, vean el impacto que tuvo la inauguración de la expo del pintor Botero en el Arocena, sino del título del libro de Gabriel Zaid, poeta y ensayista mexicano de reconocido prestigio, quien reflexiona sobre el tema, su redefinición y financiamiento, así como a los absurdos, corruptelas e injusticias que en México se han entretejido en torno a ella.
Su lectura es muy recomendable sobre todo para nuestras autoridades.
Gabriel Zaid
La cultura, dice Zaid… “Es artesanal. Surge y se desarrolla en los silenciosos estudios de los escritores, en los talleres de los pintores, en los laboratorios de los científicos y en otros muchos recintos ocultos, en donde priva la soledad que toda creación exige” Responde, continua el autor, “como pocas otras cosas, a un impulso particular, a una necesidad interior, a una vocación que no puede ser desatendida por más que las circunstancias le sean adversas. El sostén último de las obras valiosas está en el sacrificio personal: en creer en lo que se cree, a pesar de las opiniones de los otros. Cuando se produce únicamente lo que tiene mercado o patrocinio, hace falta un milagro para que la cultura no termine siendo próspera y mediocre.”
La cultura, pues, “necesita de amor y perseverancia a prueba de balas; es un acto de resistencia. Pero también necesita de otras cosas que le proporcionen un lugar central en la sociedad, que le otorguen un espacio sólido, propio, no secundario, en la vida pública”
Me parece muy importante lo que dice Zaid, pues a través del libro formula preguntas básicas que parecen no tener una respuesta clara por parte de la sociedad y mucho menos del gobierno: ¿Por qué se pisotea a la cultura como algo desdeñable frente a las contingencias económicas del momento?
 Yo agregaría: frente a la repartición del dinero de los contribuyentes que se orienta al gasto corriente para mantener una burocracia inútil y a la obra pública, con frecuencia poco aprovechable para la ciudadanía, en lugar de ello, apoyar la difusión y promoción de la cultura.

Ocho meses con Peña Nieto

José Luís Reyna
¿Han sido buenos o han sido malos para el país los ocho años en el gobierno de Enrique Peña Nieto? Es la pregunta que se hace José Luis Reyna, colaborador de la sección  Acentos en los medios impresos de Grupo Milenio y que por lo mismo también lo publican en Milenio Diario Laguna.

Después de un ayuno presidencial que se prolongó por 12 años, el PRI regresó al lugar de donde lo echaron: Los Pinos. Como sea, Peña Nieto resultó el triunfador de la elección presidencial del año pasado. Tomó posesión del cargo con un discurso que sorprendió a muchos: bien estructurado y con propuestas. Se comprometió, entre otras cosas, a impulsar una reforma educativa para elevar la calidad de la educación, a instrumentar una reforma a la Ley de Telecomunicaciones, que aparentemente abrirá las puertas a la competencia y, muy importante, acotará los poderes fácticos. Al día siguiente sorprendió una vez más: anunció el establecimiento de un Pacto por México, integrado con los partidos de la oposición. Una muestra de la capacidad negociadora del PRI (todo lo que es negociable no le es ajeno) para intentar lograr acuerdos fundamentales para el desarrollo del país. Logró instaurar, sin saber por cuanto tiempo, ese acuerdo que para sus opositores era (y es) un salvavidas, pues ambos, PAN y PRD, estaban al borde del naufragio después de los fracasos electorales que experimentaron.
Enrique Peña Nieto
Ha habido fricciones en el interior del Pacto. Un resultado esperable cuando se juntan polos opuestos. Sin embargo, el PAN y el PRD saben que ese acuerdo ofrecido por el PRI es un balón de oxígeno para superar sus propias adversidades; uno y otro experimentan procesos de fragmentación que el PRI está sabiendo capitalizar para su propio beneficio. De la división de sus opositores se consigue el fortalecimiento de la administración presidencial actual y su partido.
Ocho meses después, la administración presidencial de Peña Nieto, con todo y Pacto, enfrenta problemas de no fácil resolución. La violencia no cede, la inseguridad sigue de la mano con ella, la pobreza luce imbatible y la economía no da muestras de que las cosas mejorarán en poco tiempo. Es más, las estimaciones de diversos indicadores (crecimiento del PIB, por ejemplo) van a la baja. La economía tiende a estancarse.
De acuerdo con algunas encuestas, la aprobación del Presidente ha disminuido (GEA-ISA): un decremento de 10 puntos porcentuales en un semestre. Una interpretación al respecto insinuaría que las expectativas que generó hace ocho meses empiezan a alejarse de la posibilidad de concretarse. En pocos meses se pasó de un alto grado de aprobación a otro en que las dudas empiezan a surgir en cuanto al desempeño presidencial.
La economía muestra síntomas de desaceleración pese a que Estados Unidos está creciendo por arriba de lo esperado y reduciendo su tasa de desempleo. Las inversiones de capital foráneo han caído, el turismo no se encuentra en su mejor momento, Pemex anuncia perdidas millonarias y la violencia sigue como si nada. Merodeando por muchas partes del país, en especial Michoacán, que es una zona fallida, las autoridades en esa entidad son material de ornato y la delincuencia es el verdadero poder, que no la autoridad. Es esperable que este “modelo” de poder no se expanda por otras regiones de la nación. Guerrero y Morelos son dos entidades que se enfilan a esa zona fallida de gobernabilidad.
El país está en una encrucijada. La violencia atiza por un lado y el crecimiento económico se posterga por el otro. El procurador general de la República fue claro en que resolver esta tensión no es cuestión de un sexenio; requerirá más tiempo. Pero para que así lo sea tiene que haber iniciativas más contundentes que, de manera coordinada entre los diferentes niveles de autoridad, saquen a este país de la problemática en que se encuentra. Hay veces que resulta difícil entender el pasmo de la autoridad cuando los habitantes de una zona (Michoacán, por la voz del doctor Mireles) están indicando donde están los delincuentes y la autoridad, federal o estatal, no escucha la indicación.
Si Peña Nieto quiere en verdad instrumentar su proyecto de gobierno, tal como lo anunció el 1 de diciembre pasado, tendrá que recurrir a tácticas más contundentes para que el país no se asfixie. Por el momento, y después de ocho meses de gestión, no ha habido pasos significativos para resolver los problemas. Se cambió la estrategia de comunicar pero la misma no es un mecanismo resolutivo de los conflictos. El tiempo apremia. Han pasado ochos meses de los72 que dispone Peña Nieto y los resultados efectivos no son convincentes. Es de esperar que la administración presidencial no se enconche en el caparazón del viejo PRI en donde, así lo dice su historia, todo está bajo control. Los primeros ochos meses de Peña no han concretado un resultado esperanzador ni cumplido a cabalidad las promesas de campaña.

Era santa, si, pero también era mujer...

Armando
Fuentes Aguirre
En su columna Mirador el cronista de Saltillo Armando Fuentes Aguirre más conocido como Catón, suele incluir chistes pero a partir de hace unas cuatro semanas empezó a publicar historias acerca de personas comunes, nada sobresalientes a no ser por su humanidad y sentido de la vida. Esas historias aparecen los lunes de cada semana y al menos a mí me dejan enseñanzas acerca de cómo debo ver la existencia. Catón además de ser un ameno escritor y conferencista, colabora con sus textos en numerosos medios impresos del país y algunos del extranjero. También en algunas privilegiadas difusoras de radio. La presente columna la tomé del periódico Vanguardia de Saltillo.

El tiene 80 años. Ella 75, aunque nunca los confiesa. Cuando alguien le pregunta su edad responde con otra pregunta: "Si te la digo ¿te saco de algún apuro?". No se lo tomo a mal: hasta Santa Teresa de Jesús, con ser quien era, se quitaba años. Era santa, sí, pero también era mujer. Ella y él son esposos. Lo son desde hace medio siglo y más. 
Él trabajó toda su vida en una fábrica. Empezó de obrero, y acabó -cuatro décadas después- de sobrestante. No se jubiló: lo hicieron jubilarse. Le dieron un cheque sumamente módico y un reloj de pulsera con un nombre inscrito en la carátula. No era su nombre, sino el de la fábrica. Y el reloj era de los que se compran por docenas. Al principio él siguió yendo todos los días a la fábrica. La fuerza de la costumbre, sabe usted. Se quedaba afuera, frente a la puerta principal, recargado en un poste, y miraba la entrada de los trabajadores. Un día el guardia fue hacia él y le dijo que al jefe le molestaba su presencia ahí. ¿Qué quería? Respondió que nada. No mentía, pero tampoco decía la verdad. Quería seguir haciendo lo mismo de todos los días, para que no cambiara nada. Quería ser el que siempre había sido, para no dejar de ser. Quería atar a la vida para que no se le fuera; quería atarse a la vida para no irse él. Cuando le prohibieron pararse frente a la puerta de la fábrica sintió que empezaba a morir. A nadie se lo dijo, pero sentía una tristeza rara que no podía explicar. Salía de su casa por la mañana, y no iba a ninguna parte. Regresaba al mediodía. Su mujer le preguntaba: "¿A dónde fuiste?". Él no podía contestar: no recordaba a dónde había ido. "Se te va la cabeza" -le decía ella. Yo diría que lo que se le iba era el corazón, pero eso suena cursi. Diré entonces que sí, que se le iba la cabeza. ¿Y ella? Para ella toda la vida y todo el mundo eran su casa y su marido. Con él empezó su verdadera vida, y en su casa la iba a terminar. Casi no se acordaba ya de cómo había sido todo antes de casarse con él, y ahora no concebía nada sin él. Eso sí: secretamente le pedía a Dios que él se muriera primero, porque sabía que si ella se iba antes su marido no sabría qué hacer. Sería como un niño al que se le moría su mamá. Se perdería; se volvería una sombra. Nadie lo cuidaría; estaría solo.
 ¿Y los hijos? Ellos tenían su familia, su trabajo, sus cosas. Andaban siempre muy ocupados; casi no los veían. Por eso, aunque sabía bien que también Dios anda siempre muy ocupado, le pedía de vez en cuando que se acordara de su viejo antes de acordarse de ella. No era mucho pedir: él le llevaba cinco años; fumó hasta que el médico le quitó el cigarro; su salud no era muy buena. ¿Qué le costaba entonces a Diosito llevárselo primero? Unos cuantos meses bastarían; un par de semanas. Lo que importaba es que él se fuera antes; que no se quedara solo ni siquiera un día. Pero ¡ah, vida! La que enfermó fue ella. Cosa de nada creyó que era aquel molesto dolorcillo en la cintura. Pero era cosa de todo, tanto que los doctores le dijeron -ella exigió la verdad- que no le quedaba mucho tiempo por vivir. Se angustió, no por ella, sino por él. ¿Qué iba a hacer el pobre cuando ella se marchara? Entonces sí se puso a rezar fuerte para pedir un milagro. Y sucedió que días después sus hijos se presentaron -todos, cosa rara- en su cuarto de hospital. Habló el mayor y dijo: "Madre: papá murió hoy en la mañana. Tuvo un infarto. El doctor piensa que fue por la preocupación de verla a usted enferma". Ella no alzó los brazos al cielo para exclamar entre lágrimas conmovedoras: "¡Gracias a Dios!". Eso sucede en las telenovelas. Dijo tranquilamente: "Gracias a Dios". Los hijos se miraron entre sí, azorados. ¿Cómo podía su madre agradecer la muerte del compañero de su vida? Lo que pasa es que no sabían que el amor tiene muchos modos de manifestarse, incluso el de pedir la muerte para el ser amado, y agradecerla cuando llega. Una semana después ella se fue. "Voy a alcanzarlo" -dijo. Fueron sus últimas palabras. Juntos estuvieron ella y él en la vida, y juntos en la muerte. Yo digo que ésa es una bendición. El amor une hasta la eternidad. Quien ama y es amado se libra para siempre de ese dolor oculto que se llama soledad. Yo le pido a la vida que se vaya de mí antes que de mi compañera, porque sin ella la vida sería muerte. Ahora que lo pienso, me arrepiento de todo corazón de no haber fumado nunca: si lo hubiera hecho, mis posibilidades de irme primero que ella habrían aumentado. Pero Dios es muy grande, y seguramente me hará el milagro de llamarme antes. Y perdonen mis cuatro lectores que me haya apartado hoy de mi habitual modo de escribir. Mañana volveré otra vez a contar chistes... FIN.

Los cangrejos

Roberta Garza
En el estilo corrosivo que la caracteriza Roberta Garza escribe en el espacio Acentos acerca del polémico tema de la despenalización de las drogas, principalmente la marihuana y se pregunta si con ese sencillo expediente se podrán resolver los problemas de la alta criminalidad y la violencia. El texto se publicó en los medios impresos de Grupo Milenio y lo tomamos para compartirlo de la página digital de Milenio Diario Laguna.

Magnífica como es, me sorprendería mucho que cuajara la propuesta de despenalizar la mota en el DF. Basta leer los comentarios al pie de la nota en los portales: hay desde quienes profetizan una marejada de nuevos adictos —la mariguana no es adictiva pero, al margen del detallito, en ninguna de las ciudades donde el consumo ya es legal se ha registrado un aumento sostenido de usuarios y, encima, los ya existentes nunca han tenido en el DF problema para conseguirla— hasta quienes acusan a los activistas, académicos y políticos involucrados de pachecos envenenadores de niños. Me cuesta muchísimo imaginarme a Pedro Aspe o a la señora Morera en una oscura esquina, con los ojos enrojecidos, ofreciéndole churros a la sana juventud mexicana pero, por lo visto, solo a mí: “¿Ustedes le darían mariguana a sus hijos?” escribe uno de los indignados lectores de este diario, como si el hecho de que el alcohol y el tabaco, el primero bastante más dañino para la salud que la mota y el segundo, además de eso, perfectamente adictivo, fueran de consumo obligatorio en las primarias por el mero hecho de ser legales.
Lo anterior ejemplifica por qué la iniciativa topará con pared: los mexicanos, en su mayoría, creemos que el ciudadano no sabe ni debe pensar por sí mismo, necesitando de un ser superior —llámesele gobernante, cura o patriarca— que nos proteja del error y nos guíe por la senda del bien para aglutinarnos en un atole ideológico tan prefabricado como cómodo y homogéneo. Por esto y porque no hay en México político en funciones dispuesto a contradecir ese paternalismo nacionalista, acrítico y conservador, y arriesgarse a perder las elecciones. De allí que movimientos como el de los 132 gólems pidieran muy orondos “regular” los medios para evitar la manipulación del pueblo bueno e indefenso ante la mafia de La rosa de Guadalupe, y que autócratas enemigos del pensamiento libre como López Obrador o Norberto Rivera, disímiles solo en la superficie, se opongan con igual y predecible ahínco a la medida.
Por otro lado, por alguna razón que se me escapa los proponentes han pedido la despenalización del consumo, pero sin tocar la producción y venta. La ventaja obvia es que los recursos de las fuerzas policíacas, antes anegadas por la persecución y procesamiento del pequeño consumidor casi siempre inocuo, podrán destinarse al combate de delitos más onerosos como el secuestro y el fraude. Pero los factores que conducen a que Juan Pérez pueda encender un carrujo, digamos, al final de la cena sin mayor problema, seguirán siendo delitos perseguidos; es decir, seguirán en manos del crimen organizado.
¿Por qué no actuar en grande y arrancar del todo esa industria, que pinta para ser el gran negocio que ya son las tabacaleras y, sobre todo, las fábricas de alcoholes, de las garras del narco, mismo que jamás destinará un peso de sus ganancias para campañas de salud pública ni para crear riqueza e infraestructura? ¿Por qué no colocarse, sin la retórica bravucona y vacía de costumbre, a la cabeza de un bloque de países latinoamericanos que en los hechos desnude y enfrente a la hipocresía estadunidense en cuanto a sus relaciones internacionales?
Pues, de entrada, porque de seguro Castañeda, Aguilar, Morera, Aspe y De la Fuente son unos viciosos que solo quieren que la droga llegue a nuestros hijos.
Twitter: @robertayque