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20 de noviembre de 2012

Que tanto es tantito

Roberta GARZA

Mucha razón tiene Roberta Garza, acerca de lo emproblemados que estamos los mexicanos, ya que somos una Nación cuyos habitantes nos conformamos apenas con las buenas intenciones de nuestros funcionarios públicos en lugar de exigir lo que debería ser su principal obligación: los buenos resultados. La columnista originaria de Monterrey, Nuevo León se desempeña en las publicaciones de Grupo Milenio de donde tomamos la presente entrega.

Un país tiene problemas serios cuando se conforma, en vez de con los buenos resultados, apenas con las buenas intenciones de sus servidores públicos. Esto por las interpretaciones, apologías, excusas y explicaciones que se han ofrecido alrededor del caso Tres Marías, cuando lo único cierto es que las instancias que debían ocuparse de garantizar nuestra seguridad pasan más tiempo buscando chivos expiatorios que criminales.
De la lastimosa gestión de la jefa de la PGR, Marisela Morales, queda la presentación de capos que siempre no eran, un récord de bateo pobrísimo en las cortes —a la Reina del Sur no le han ganado una, por ejemplo— y hasta el robo de sus cadáveres de postín. Del trabajo del jefe de la Secretaría de Seguridad Pública, Genaro García Luna, se recordará sobre todo el montaje mediático alrededor del arresto de Florence Cassez. Por algo el Ejército y la Marina no confían en ninguno de los anteriores.
A estas alturas, deja de ser lo más importante si los agentes apostados estaban al servicio de los narcos, prestos para emboscar el paso del coche de los gringos, o si estaban al pie del cañón investigando un plagio. Lo que habría que preguntarse es el porqué de las omisiones en cuanto a métodos y procedimientos de seguridad, y si la característica es propia solo de ese grupo o destacamento o si el desaseo permea a toda nuestra fuerza pública: ¿cuándo deben los oficiales vestir su uniforme completo y cuándo no? ¿Cuándo debe tirar a matar un uniformado? ¿Cuando está amenazada su vida y la de otros inocentes, o nada más cuando el enemigo les parece maloso y se está escapando, en un ejemplo de primero disparo y después virigüo más cercano a la ley de la selva que a los protocolos de un estado de derecho?
Por otra parte, así de precaria ha de ser la confianza, de extendida la corrupción y de abundante la descoordinación entre nuestras fuerzas del orden si las siglas diplomáticas en los coches y los uniformes oficiales no significan ya nada para nadie. Pero lo más increíble es que por haber mencionado estas y otras netas de a kilo nuestro Presidente, indignado, exigió la renuncia del entonces embajador Carlos Pascual: “No aceptaré intervención alguna”, dijo un muy colérico Calderón cuando explotó lo de Wikileaks y, acto seguido, él. “La ignorancia de ese hombre se traduce en una distorsión de lo que pasa en México y causa desazón entre nuestro equipo”.
Y yo que creía que lo de maten al mensajero era asunto de tiempos idos y bárbaros.

Sofía, Valentina y Andrés

Federico  RAMOS  SALAS

Federico Ramos Salas es un líder de opinión emanado del sector empresarial de la laguna y uno de los dos que publica quincenalmente sus comentarios en el espacio Ganar – Ganar de Milenio Diario Laguna. Por una vez el espacio estuvo dedicado al tema de su familia en lugar de a la problemática que afecta a la región y a su sector productivo.

Ni duda cabe que uno de los valores más preciados del ser humano es la familia, ese círculo íntimo, a veces pequeño, a veces grande, que envuelve a las personas con la magia de un salto mortal a la felicidad, que no tiene pierde ni desperdicio, pues la familia encarna el núcleo vital del hombre. Sobre todo de aquellos como yo, ya en la tercera edad, ni manera de evitarlo, que gozamos la dicha de tener nietos: extensión maravillosa de los hijos que algún día se fueron pero que regresan al hogar de donde partieron, para compartir con nosotros sus retoños, y que al hacerlo, nos llenan de felicidad con su presencia, nos recargan las pilas.
Viene a cuento porque tengo visitas: mis nietos. Y no habría nada de extraordinario en ello como para traerlo a colación, más que por el hecho de que dos de ellos viven en ciudad distante de la nuestra y son pocas las ocasiones que nos vemos. Sin embargo, la experiencia de tenerlos conmigo, que para muchos afortunados abuelos es cotidiana, para mi es un regalo inesperado.
Es fácil encontrar la felicidad en ello, y lo es aun más si al verlos jugar y desplazarse de un lugar a otro con agilidad, proyectamos hacia nuestro interior la carga de ilusiones y deseos que implica visualizar su futuro, que es prometedor por definición, casi por decreto, aunque nadie nos garantiza que su futuro sea promisorio como lo imaginamos, a menos que hagamos las cosas que se necesitan para equiparlos para una vida de competencia y riesgos, con las herramientas necesarias para su desarrollo, pues vivimos en una sociedad depredadora llena de peligros y asechanzas, como las drogas.
Esas herramientas que deben llevar los niños en su mochila, son el amor y el afecto verdadero, que les debemos proporcionar a diario como bálsamo de vida y medicina para su defensa. También debemos dotarlos de valores morales, que con el ejemplo de padres y abuelos se incrustarán en sus venas para que los puedan practicar de adultos: amistad, generosidad, trabajo, solidaridad con los que menos tienen, honestidad, amor a la patria. Así cumpliremos con nuestra responsabilidad histórica que nos toca jugar en la educación de nuestros hijos y nietos, pues de ellos es el futuro.

Enraizador

Arcelia AYUP
SILVETI

Desde hace poco tiempo Arcelia Ayup Silveti, esposa de mi amigo Jesús Salvador Hernández Vélez publica un espacio en Milenio Diario Laguna bajo el título De Raíces y Horizontes en donde toca el tema de costumbres y tradiciones, y también acerca de recetas de cocina. En la última entrega se refirió a una anécdota vivida por nuestros vecinos de Viesca, Coahuila.

Esta anécdota es un verdadero ejemplo del rescate de identidad. En la esquina de Hidalgo y Constitución en Viesca, Coahuila, hay una anacahuita, un hermoso arbusto de flores blancas y hojas ovaladas aterciopeladas. En Torreón hay una en la Calle Mayrán, en el camellón central, frente a las canchas de futbol del Lienzo Charro de la colonia Torreón Jardín.
Dicha anacahuita, que en Viesca le llaman “canagüita”, ha crecido con el pueblo. También la esquina es conocida con el mismo nombre. Deducen las personas de mayor edad que este árbol puede tener un siglo, pues ya existía cuando eran niños. El viesquense Jaime de la Fuente afirma que ha visto fotografías de ese ejemplar, cuando pasaba por ahí un tranvía.
Muchas generaciones vieron engrosar su tronco y dar vida a nuevas flores cada primavera. El viernes 9, una patrulla seguía a un infractor y ésta chocó justo en la anacahuita y la tumbó de raíz. Al día siguiente la presidencia municipal ordenó tirarla.
Los vecinos de la cuadra escucharon ruidos y salieron a ver qué pasaba. Todos unidos exigieron que replantaran el arbusto porque estaba vivo, que si lo tiraban ya no tendrían nada que los identificara, que todos los viesquenses tenían un recuerdo de su “canagüita” y que era como si les quitaran el alma. La persona enviada les dijo que él sólo obedecía. Con energía los viesquenses se opusieron, sin importar la procedencia de la orden.
Al cabo de unas horas, llegaron con la maquinaria necesaria para replantar el árbol. Los vecinos, esta vez contentos, ayudaron a colocarle enraizador y a coordinar la manipulación de su “canagüita”, custodiando su raíz.
Le hicieron un cajete más grande y un bordo de tierra alrededor. De nuevo en su lugar, le echaron agua y hablaron de la importancia de regarla más seguido mientras “vuelve a agarrar”.
Qué ejemplo más vivo de defender lo que nos pertenece y nos da identidad. ¿Será que en los pueblos la raíz es más profunda que en las ciudades? ¿El resto de los laguneros defenderemos lo nuestro con esa fuerza? ¿Cuál es nuestra “canagüita”? ¿Necesitaremos enraizador?