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28 de diciembre de 2010

¿Quién sirve a quién?

Las relaciones de PROCESO con TELEVISA y los enfrentamientos que hoy por hoy protagonizan la revista y la empresa de televisión, es el tema al que se dedica en su columna CAPITOLIO que se pública éste día de los SANTOS INOCENTES el periodista GERARDO HERNÁNDEZ GONZÁLEZ con la agudeza que lo caracteriza.

Las sugerencias son, a cual más, ignominiosas. Lo mismo si el conductor del principal noticiario Televisa, la cadena de mayor audiencia del país, está a las “órdenes” del presidente de la República, según propone la revista “Proceso” en la portada de su número 1779, como si el semanario fundado por Julio Scherer García “sirve” de alguna forma a los intereses del cartel de Sinaloa, como replica Joaquín López Dóriga en su columna “En privado”, el 8 de diciembre en “Milenio”.
En el contexto actual permanece, como recuerdo borroso de un acercamiento sin futuro, la entrevista de Scherer con el subcomandante Marcos, el 1 de marzo de 2001 en Milpa Alta. Televisa la transmitió en un acto insólito, pues unía a rivales ubicados en los extremos del espectro informativo; y por lo tanto, irreconciliables. Uno, la televisora del imperio Azcárraga, cuyo primer sucesor se asumía como “soldado del PRI”. Su condición de militante acaudalado le permitía multiplicar la cuota de diez millones de dólares que Carlos Salinas de Gortari “recomendó” aportar a los hombres más ricos del país para la campaña presidencial de 1994, a través de emisarios. El otro, una publicación independiente, producto, justamente, del régimen autoritario que expulsó a Scherer y a su equipo de la dirección del periódico “Excélsior”, el 8 de julio de 1976.
Desde esa perspectiva, Televisa representa en el imaginario colectivo el “antiperiodismo”, por su militancia y cercanía al poder. A principios de 1993, Luis Enrique Mercado, a la sazón director de “El Economista” y hoy diputado federal por el PAN, destapó el “pase de charola” a treinta magnates. Según crónicas y testimonios recogidos por Claudia Fernández y Adrew Paxman para el libro “El Tigre y su imperio Televisa. Biografía no autorizada”, Emilio Azcárraga sextuplicó el monto del “donativo” (de diez a sesenta millones de dólares) con el argumento de que el sistema había beneficiado suficientemente a todos los convocados como para regatearle apoyo a su futuro candidato (sería Colosio). Algunos de los asistentes expresaron desacuerdo.
Las filtraciones sobre la reunión de oligarcas en casa de Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda con López Mateos y Díaz Ordaz, y tío de los Salinas de Gortari, echó por la borda el “esfuerzo” recaudatorio, al menos en los términos planteados originalmente. También provocó la salida de Genaro Borrero de la presidencia del PRI, en un arranque de ira del entonces “jefe máximo” Carlos Salinas.
El capítulo remite a los ciento veinte millones de dólares que Raúl Salinas, el mayor del clan, expatrió a bancos suizos y de otros países de Europa bajo nombres falsos. El dinero fue embargado y parte regresó al Estado mexicano. En entrevista para el libro “Transición”, el presidente Miguel de la Madrid declara a Carmen Aristegui que “el peor” error de su sucesor, Carlos Salinas, fue “la corrupción (...) sobre todo del hermano” (Raúl), quien además participaba en “negocios ilícitos (...) Conseguía contratos de gobierno, se comunicaba con narcotraficantes (...) los que le dieron el dinero para llevárselo a Suiza”. Cuando la periodista le recuerda que un grupo de empresarios reconoció como propios parte de esos fondos, De la Madrid replica: “Lo hicieron por complicidad (y) para llevarse una tajada”.
gerardo.espacio4@gmail.com

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