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24 de julio de 2012

Despertar al Monstruo


FIDENCIO Treviño
Maldonado

Colaborador en algunos medios impresos de la región FIDENCIO TREVIÑO MALDONADO es el autor de la columna DEL TINTERO y en el presente escrito se ocupa del mal manejo de los programas en las universidades del país, no solo en las instituciones públicas sino también en muchas de las privadas, pues así les conviene a quienes manipulan las endebles estructuras del sistema.

A partir de principios y finales de los años setenta, se fue dando el mal manejo de los programas de las universidades en el país y no sólo en las públicas sino en algunas privadas. Manejo que así convino y conviene a las arcaicas y perversas costumbres de las endebles estructuras del sistema. Los movimientos de 1968 y de 1071 fueron el parteaguas de la inquietud de la juventud estudiantil. Después de un remanso, solo rota la monotonía por huelgas cortas, toma de alguna facultad, paro de profesores en ciertos estados, pero más que protestas el pueblo lo ve como hábitos de esos sectores.
De pronto nuestras casas de estudio a nivel superior son las fábricas más grandes de desempleados con profesión y título, y nos muestran el sistema canallesco que guarda nuestro clan político nacional. El contador público o privado que cuenta los números que marca su taxímetro durante las más de 12 horas  que pasa detrás del volante en un carro rentado; administradores de empresas atendiendo cajas de cobro en algún supermercado; ingenieros midiendo el tamaño de la circunferencia de la carne lista para hacer hamburguesa, dentistas, doctores y arquitectos trazando en algún pizarrón de escuela secundaria o prepa particular. Las mafias sindicales y sus lacayos convirtiendo las instituciones del pueblo en negocios familiares (SEP, IMSS, ISSSTE, CFE, PEMEX, etcétera). Y la autonomía de las universidades y sus rectores pidiendo dinero y cobrando hasta 35 pesos por una fotocopia y más de 500 por presentar un examen de admisión (apruebe o no el aspirante); más otros gastos de certificado médico, de no antecedentes penales… Esa es la “autonomía” que predican nuestras costosas universidades públicas, con perdón de algunos rectores que al leer esto se puedan rasgar sus finas y caras vestiduras; pero la verdad no son autónomas ni en el escaso papel sanitario.
LOS ALUMNOS de las universidades públicas y privadas
han salido a la calle a expresar lo que piensan.
Demostrar en las aulas, en la calle y en diferentes lugares que los estudiantes no están muertos, es un arma muy poderosa para enseñar con voces del silencio que el futuro escondido ya está presente. Son esos mismos ni-nis que los políticos y paleros o bufones del sistema bautizaron; los millones de jóvenes y no tan jóvenes, quienes unidos pretenden (y ya lo hicieron) defender sus derechos constitucionales, su derecho a protestar por un simple hecho: ser mexicanos. Y aunque las mafias políticas digan que pretenden desestabilizar o quebrar el cambio o proceso de democratización en el país, estos jóvenes lanzan una pregunta a la casta divina: ¿la misma democratización que sus partidos usaron para nombrar a sus candidatos?
En 1990 había miles miles o tal vez un millón de niños de la calle; ahora en 2012 son los halcones, sicarios y dueños de las cárceles y tumbas sin referencias. En su momento nadie, ni los políticos ni lazs instituciones hicieron caso. La ignorancia del pueblo está cobrando facturas. Y si no se quiere repetir la historia, hay que ver a los millones de estudiantes  y profesionistas que con su voz reclaman que no quieren seguir siendo cifras, gráficas y lo peor, carne de cañón en las muy caras urnas democráticas, presididas por líderes y nombres como la Gordillo, Deschamps, los grupos corporativos de televisión y algunos medios de prensa, los Gómez Urrutia, los Montiel, los Madrazo, los Salinas, los Marín, los Moreira, los Ulises Ruiz; o como Duarte, actual gobernador de Chihuahua, que declaró: “Los jóvenes aún no saben lo que quieren y solo juegan o pretenden entretenerse en las escuelitas de veranote sus papis ricos”. Pero más allá de quien haya ganado la elección, de quien se sentará en la silla del águila, la transición debe de ser mirando al presente y futuro, y no construyendo palacios de justicia, si la ley está pisoteada por los mismos que viven en esos recintos; tampoco construyendo cárceles de máxima seguridad, sino dándole al pueblo una educación de primera, desde la primaria hasta la universidad.
Los estudiantes y jóvenes profesionistas no quieren hacer, ni ansían ser, la revolución triunfante de la que hablan los políticos; le están diciendo a la clase gobernante y oligárquica que sólo pretenden transformar al país porque desde hace mucho, pero mucho tiempo, algo huele mal. Y los pañales como a los políticos  hay que cambiarlos continuamente, sin duda por la misma razón. El dinosaurio sigue ahí, solo que despierto ¿quién se atreve a arrullarlo?.
Correo-e:kinotre@hotmail.com

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