Buscar este blog

28 de septiembre de 2013

Huecos urbanos

Roberto Orozco Melo.
El periodista, historiador, abogado y político Roberto Orozco Melo originario de Parras pero con muchos años de residencia en Saltillo en su columna Hora Cero que publican medios como El Siglo de TorreónZócalo y El Diario de Coahuila se ocupa de los  superficies que construidas serían útiles a entidades públicas o privadas pero en los más de los casos sus dueños mantienen baldías como objeto de especulación, para obtener posteriores ganancias que colmen su avaricia.    

En el campo la gente suele decir de un terreno inútil, sin cultivar, que es un baldío; que está ahí de balde, pues no sirve ni beneficia a nadie.
Y en las áreas rurales, en efecto, los baldíos son superficies inútiles. Pero en las ciudades, estos terrenos, aunque se vean abandonados y llenos de basura, son espacios cuyo valor crece cada día y no precisamente por la acción o inversión de sus dueños.
Todo asentamiento urbano tiene manzanas parcialmente edificadas por familias que buscan un techo y un patrimonio seguro. Los baldíos son, por el contrario, el hábitat de la avaricia. Los reservó el fraccionador para sí mismo, esperando que las construcciones ajenas incrementaran su valor y así venderlos a precios mayores. O los compraron los ricos de la localidad, quienes tienen suficiente dinero para dejarlos extendidos en tierras sin oficio, pero con mucho beneficio, que algún día enajenarán a precios de oro.
Y ahí están, exponiendo su triste presencia ante los ciudadanos: eriazos urbanos que piden a gritos la acción de las autoridades para que se les entregue a un servicio de utilidad o a una función social. Cansados de estar a la balda y de vivir ociosos, se llenan de yerbajos y maromas, esa plaga vegetal que acusa injuria y dejadez.
Los dueños los cuidan sólo de vista. Como avaros, pasan a diario frente a ellos, vigilando que no hayan sido invadidos y que sigan perezosos, acumulando, con el no hacer, valores ajenos. Y ven, con entusiasmo ruin, que en el terreno vecino ponen los cimientos de lo que será alguna edificación; se frotan por ello las manos con fruición mezquina y exclaman: "Esto sube, esto sube".
En Estados de avanzada hay leyes de baldíos urbanos que obligan a los propietarios a pagar impuestos prediales tomando como base el valor del terreno y construcción importante de la zona. Si al lado de un baldío hay dos casas, el dueño del terreno inútil deberá pagar contribuciones como si estuviese construido, tal y como las liquidan sus vecinos, o tal vez más.
Pero en Coahuila tenemos que luchar, además, contra baldíos más destructivos: nuestros ayuntamientos, beneficiarios fiscales y, por lo mismo, responsables de la tierra urbana, que no se atreven a tocar a los poderosos dueños de tales terrenos, ni siquiera para ordenarles que los limpien de yerbajos y basura, menos para imponerles la carga fiscal que ameritarían por detentar propiedades sin contenido social.
Definitivamente, los huecos en el ejercicio de la autoridad son los responsables de los grandes eriales de la tierra urbana. Y estos baldíos, de criterio, de incumbencia y aun de determinación, mantienen a nuestras ciudades en un nivel de descrédito y abandono.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.