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20 de octubre de 2013

Las mejores fotos

Adela Celorio.
En su más reciente entrega al periódico regional El Siglo de Torreón la escritora Adela Celorio se ocupa del Festival Cultural Revueltas que se realiza en Durango, del que comenta a propósito de un manuscrito que le hizo llegar María del Socorro Bocanegra: “Como ya anticipé, los temas son variados y todos impregnados del refinado espíritu de la autora; aunque lo que me movió a transcribir algunos de sus párrafos, es el valioso testimonio del momento en que allá por el 1905 aparece en la Hacienda de San Juan de AvilésJuanita López -quien según su ex-alumna Doña Luz Méndez que muy pronto cumplirá cien años -la autora fecha su manuscrito en 1997- fue la primera profesora de que se tiene memoria por allá. Según la investigación de la maestra Bocanegra, las primeras personas que por pura generosidad reunieron a los niños del pueblo para enseñarles a leer, a escribir, a pensar; aparecen allá por el 1905-1906”.

Me hubiera encantado participar de los magníficos eventos del "Festival Cultural Revueltas", allá en Durango. Pero ni modo, no se puede estar en todas partes y por ahora, la vida y la quebrantada salud de mi Querubín me requieren por acá. De cualquier modo, desde aquí he disfrutado mi particular festival en la lectura de un manuscrito que me hizo llegar la maestra María del Socorro Bocanegra. Porque el tiempo no me da de sí, y porque cada obsequio que recibo requiere mi especial atención; en principio los deposito sobre mi escritorio que es una especie de caballo percherón; y de ahí voy tomando y disfrutando uno a la vez, hasta que todos ellos van tomando su lugar en los pocos espacios de mi -su casa de ustedes-; donde yo, en lugar de sólo estar; soy. Enmarcada y magnífica la tinta de Alfonso Liserio Valdez ha encontrando su espacio "Allá lejos, donde habita el olvido". En mi cuello un collar de perlas gordas con el suave oriente de la amistad. Esta vez le ha tocado el turno al manuscrito de la maestra Bocanegra que me ha atrapado desde la primera página: "Escribo esto primero para no hundirme nuevamente en la depresión y después por el gozo que siento al escribirlo, o como catarsis para sacar las espinas que me he clavado en el corazón"; anticipa la autora del manuscrito que ella intitula: "Mi Pueblo, Mi gente y Yo", en el que nos va adentrando en lo que fueron los primeros tiempos de la vida en la Hacienda de San Juan de Avilés que con los años se convertiría en Ciudad Juárez Durango.
Los temas son tan variados y sensibles que me pareció interesante compartir algo con usted, pacientísimo lector. En las primeras páginas del manuscrito y como para ponerlo bajo su protección; la autora nos da seña y Santo del venerado Niño de Atocha. Más adelante, humedecidas con algunas lágrimas, relata las aventuras de su corazón, de su familia, de su compañero de vida. "Tengo las mejores fotos, no han sufrido ni un rasguño o doblez, tampoco se ha desvanecido el color, porque fueron tomadas con la mejor cámara… mis ojos; y reveladas por mi corazón --cuenta la maestra Bocanegra.
Como ya anticipé, los temas son variados y todos impregnados del refinado espíritu de la autora; aunque lo que me movió a transcribir algunos de sus párrafos, es el valioso testimonio del momento en que allá por el 1905 aparece en la Hacienda de San Juan de Avilés, Juanita López -quien según su ex-alumna Doña Luz Méndez que muy pronto cumplirá cien años -la autora fecha su manuscrito en 1997- fue la primera profesora de que se tiene memoria por allá. Según la investigación de la maestra Bocanegra, las primeras personas que por pura generosidad reunieron a los niños del pueblo para enseñarles a leer, a escribir, a pensar; aparecen allá por el 1905-1906. "Quiero mencionar la participación de la señora Andrea Moreno que enseñaba (lo poco que sabía) a poquitos alumnos vecinos de ella, sin cobrar nada". "Ya más adelante se impartieron clases en una escuela particular llamada Francisco I. Madero que cobraba a los padres de familia 0.30 centavos por mes. Después le subieron y ya cobraban 0.50 centavos".
Otro personaje que llama la atención entre los maestros pioneros, es Don Jesús Betancourt: "era moreno y de facciones algo indígenas" -cuenta la autora. Le gustaba entrarle a las copitas y era un poco ateo porque decía que los curas de esos tiempos, no daban de gracia lo que de gracia recibían. De carácter fuerte, pero con un exquisito gusto musical, después de dar clases a los niños durante el día; en su casa por las noches, el maestro Betancourt enseñaba guitarra, banjo, chelo, violín, flauta; formando en la música a quienes a su vez han formado nuevas generaciones de músicos"
Así, con una voz que sale directo del corazón, la autora da testimonio de la generosidad con que se entregaron al magisterio personas que aún sin tener formación académica que los acreditara, sintieron el deber moral de transmitir a los niños las letras, los números, la educación que es el valor fundamental de cualquier sociedad que se respete. "Yo no nací para maestra, perseguí con encono ese sueño porque en mi futuro no había otra meta, pero cuando empecé a ejercer mi profesión, mi amor y entrega se fue dando hasta convertirme en una profesional plena y orgullosa de su trabajo" -nos cuenta la autora. El espíritu y la genuina vocación de aquellos maestros, contrasta con el panorama de profesores vandálicos y amenazantes que hoy padecemos. "Hay de pobres a pobres" cuenta la maestra Bocanegra, pero yo creo que no hay mayor pobreza que un país sin futuro porque algunos miles de discapacitados morales han secuestrado el derecho de los niños a la educación. La semilla cuando no se reparte, se pudre.

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