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4 de agosto de 2016

Diez de junio nunca se olvida

Nuestra colaboradora Lilia Margarita Rivera Mantilla nació en Torreón un  10 de junio de 19…?, motivo por el que relaciona la efemérides con una serie de sucesos faustos e infaustos en México y alrededor del mundo. Lilia es hija de Alfredo Rivera, uno de los mejores reporteros policíacos que ha tenido El Siglo de Torreón  en mucho tiempo y es además colaboradora frecuente hace algunos cuatro años de www.hoyacontecerdelalaguna.blogspot.com , motivo por el que la felicitamos y nos felicitamos por su aniversario, además su trabajo resulta interesante.

Federico Wulff, tan disciplinadamente alemán, así fue su formación como ingeniero y arquitecto en Hannover, Alemania; tal vez llevando su vida de forma calculada, recta, previsible como las calles que trazó para el proyecto de la nueva ciudad, la cual tenía en mente otro hombre de sangre prusiana, 
Andrés Eppen Ascherbornn, quien ya tenía varios años asentado en estas tierras que después serían conocidas como la Comarca Lagunera. Ya había visto crecer la pequeña villa hasta convertirse en ciudad. Y en las faldas de un cerro, había mandado construir su casa, diseñada por él mismo. Tal vez para ponerse a salvo de posibles inundaciones, como aquella que había tirado el puente por donde pasaba el tren, o, quizás, para pretender vivir como si estuviera en alguna montaña de esos pintorescos pueblos alemanes. El caso es que ahora estaba en el sótano de su propia casa, escondido junto con su familia y amigos, protegiéndose de la turbamulta revolucionaria, de las ráfagas de los mauser y las carabinas 30 30. Estos proyectos de progreso tan consentidos por Porfirio Díaz, el ferrocarril, la explotación minera, las nuevas industrias, esta nueva colonización extranjera disfrazada de inversión amiga, se estaba viniendo abajo por esta revuelta muy anunciada y tratada con desdén por los intelectuales y científicos que rodeaban a la cúpula en el poder de fines del siglo XIX y los albores del XX.
Ya habían sido testigos de la masacre perpetrada contra la gente de la colonia china en Torreón, pensaron que algo peor que eso ya no podría ser visto, pero la lucha continuaba con más fuerza. Un presidente defenestrado y otro asesinado, todo esto en el lapso de dos años.
Ellos como ciudadanos americanos, tenían otro país hacia donde huir, lo más conveniente era sacar a la familia de allí, regresar cuando se apaciguará la situación, tarde o temprano tendrían que enfriarse los fierros. Pero Federico Wulff permaneció en Torreón. Huir, ¿a dónde? Cuando el mundo entero se convulsionaba. Por ejemplo, el país donde se formó como ingeniero y arquitecto estaba siendo uno de los protagonistas de la Gran Guerra, Alemania como uno de los villanos de la Primer Guerra Mundial.

“Pueblo mío, que estás en la colina,
tendido como un viejo dormido;
el aburrimiento, el abandono,
nada solo tu agonía,
pueblo mío, te dejo, me marcho lejos”.

Ojuela, Durango.
En México y en otras partes del mundo existen pueblos abandonados, pueblos mineros en donde se acabó la bonanza cuando también se extinguieron las vetas de minerales preciosos o, como en otros casos, cuando la naturaleza  mostró despiadadamente toda su fuerza. Este fue el caso de Ojuela. Un pueblo que llegó a tener más de tres mil habitantes, en donde se contaba con toda clase de servicios modernos de su época, que seguramente habrán hecho sentir a sus habitantes, realmente, en la cima del mundo. Pero ya entrado el siglo XX, una fuerte tormenta inundó la mina principal, dejándola inutilizable. El pueblo fue abandonado, y ahora los vestigios que quedan de las antiguas construcciones, le dan el aspecto de un pueblo destrozado por los efectos de un fuerte terremoto, como esos antiguos pueblos fantasmas en Italia.   
Un caso parecido es el  de Cerro San Pedro, en San Luis Potosí. El
Cerro San Pedro, San Luís Potosí.
origen de este pueblo se debió al descubrimiento de oro y plata desde la época de la colonia en el siglo XVI. Las minas fueron explotadas hasta ya muy entrado el siglo XX, pero en 1948 se suscitó una huelga minera, la cual fue perdida por lo mineros; la compañía decidió marcharse, pero también derrumbó la mina con explosiones.  El pueblo cayó en decadencia hasta ser totalmente abandonado.
Pero aún en los Estados Unidos de Norteamérica existen pueblos fantasmas, algunos abandonados en su totalidad y otros casi desaparecen como es el caso de Detroit, Michigan.
La causa de su decadencia es la misma que la de su pujanza: la industria automotriz. Cuando esta industria estaba en auge dentro de ese país, la ciudad creció a pasos agigantados; cuando la crisis de 2008 destruyó el poderío de las tres grandes empresas automotrices: GM, Ford y Chrysler, que tuvieron que ser socorridas por el gobierno federal para no desaparecer, las localidades donde se ubicaban sus plantas se han convertido, prácticamente, en pueblos abandonados con todo y sus grandes instalaciones,  que cuentan de una vida donde un día la bonanza existió.

Masacres y genocidios en paralelo
Casas Destruìdas en Allende, Coahuila.

15 de mayo de 1911. La deleznable matanza de chinos a manos de un confusa turbamulta de revolucionarios de las fuerzas maderistas y, probablemente, hasta pobladores de la misma ciudad. Aparte del saqueo a sus negocios, sufrieron vejaciones, mutilaciones, descuartizamientos, disparos a quemarropa, hasta desparecer en pocos días a 303 chinos de los 600 que conformaban en ese entonces la colonia china en Torreón.
Este hecho vergonzoso se mantuvo en silencio por más de 80 años, pocos habitantes en Torreón han hablado de esto. Algunos chinos sobrevivientes de aquella masacre, se fueron para no volver más. Es en los últimos años de esta segunda década del siglo XXI, que se nos ha forzado a hablar del tema, a reconocer que este trágico acontecimiento forma parte de la historia de Torreón, y de un silencio cómplice que nos puede dañar aún más.

Marzo de 2011, los 300 muertos de Allende

Y un siglo después, en Allende, Coahuila, al sur del río Bravo, desaparecen 300 `personas sin dejar rastro. Aquí no fue cuestión de quiebra económica o de caprichosos fenómenos naturales de los cuales el hombre no tiene control, aquí fue la caprichosa venganza de un narcotraficante. Por una supuesta traición de dos hombres de esa localidad, a Miguel Ángel Treviño Morales “el Z-40”, una tarde de marzo de 2011, llegaron a esa ciudad 40 camionetas con hombres armados quienes sacaron de sus casas a familias enteras, y al igual que un siglo antes en la matanza de chinos en Torreón, iban ancianos, mujeres y niños que fueron desaparecidos sin que nadie acudiera en su defensa, ni para denunciar lo que estaba ocurriendo. Y como si fueran soldados del ejército hitleriano, una vez desalojadas las casas, llegaron con maquinaria pesada a destruirlas, para que no quedara rastro de aquellos que habían osado traicionar la confianza de este capo di tutti capi.
En 1911 el país estaba en pie de guerra a causa de un sistema económico injusto y de un  gobierno tirano a los  que se pretendía derrocar, en 2011 y hasta la fecha, puede decirse que estamos viviendo la descomposición del Estado.
Y me pregunto qué pasaría si Federico Wulff  bajara desde su bunker en el cerro, en el cual se refugió durante diez días junto a familiares y amigos, mientras duraban aquellos tiroteos para  obtener la paz y justicia social, y viera su magnífica y soberbia construcción, el Hotel Salvador, en el abandono y la decadencia total. 
Y esas amplias avenidas y banquetas gracias a su trazo, ahora llenas de hoyancos, desniveladas y sucias. ¿Recordaría Hannover? Esa ciudad alemana en donde se encuentra la universidad en donde realizó sus estudios de ingeniería. Tal vez la hermosa arquitectura de esa histórica ciudad lo inspiró para sus futuros proyectos concretados en algunas construcciones que contribuyeron al esplendor de la recién surgida ciudad de Torreón, Coahuila. ¿Volvería a escuchar en la mente las bellas melodías de los clásicos músicos decimonónicos, a quienes llegó a escuchar directamente en conciertos en Europa? ¿Será que por eso empezó a quedar sordo? Para no escuchar, ni balazos ni bellas melodías que le estrujaran el corazón.

Lídice por siempre

Hannover.
10 de junio de 1942. Lídice, al oeste de Praga, antigua Checoeslovaquia, población de 503 habitantes, masacrados por los nazis. En venganza por el exitoso atentado en contra de Reinhard Heydrich, General de la policía hitleriana que inició el período del más brutal terror fascista en Checoeslovaquia, Hitler impuso estas medidas como venganza por el atentado: Todo hombre arriba de 15 años debe morir; todas las mujeres deben ser llevadas a los campos de concentración; seleccionar a los niños para ser reeducados (germanizados, aunque los que no cayeron en la posibilidad de la reeducación, fueron exterminados), la villa debe ser destruida y desaparecida de la tierra. 
Lìdice.
Medidas que fueron cumplidas. Al igual que en 2011 en Allende, Coahuila, los fascistas hicieron volar todas las construcciones incluido el cementerio. Pero la villa que debió ser borrada de la tierra y de la memoria de los hombres, despertó la conciencia del mundo antes estos brutales asesinatos. Varios países del mundo, como homenaje a este pueblo sacrificado, impuso el nombre de Lídice a alguna ciudad en sus territorios: México, San Jerónimo Lídice, en la Delegación Magdalena Contreras; Brasil, Illinois, Gran Bretaña, Lima, Caracas, Cuba e Israel.
Oradour-sur-Glane. 10 de junio de 1944. Apenas cuatro días después del desembarco de las tropas aliadas en Normandía, fueron asesinados 642 habitantes, solo una mujer sobrevivió.
Oradour.
Desde 1942, Oradour-sur-Glane había estado bajo el control directo alemán,  un pueblo que se había mantenido aislado de la guerra que se desarrollaba a su alrededor. Sin embargo, la mañana del 10 de junio de 1944, dos civiles franceses denunciaron a oficiales nazis que los habitantes de Oradour-sur-Glane estaban celebrando la victoria de los aliados y que cooperaban con un cuartel general de la resistencia francesa que se encontraba en el lugar.
Ese día se ordenó que todos los habitantes se reunieran en la plaza pública; a las mujeres y niños se les encerró en la iglesia, mientas los hombres eran ametrallados, los que quedaron heridos fueron quemados. Después, prendieron fuego a la iglesia, cuando niños y mujeres intentaban huir, eran también ametrallados, solo una mujer logró sobrevivir; un pequeño grupo que había escapado del pueblo ante la llegada de los SS, fue cazado aquella noche.
Después de la guerra se tomó la decisión de dejar las ruinas tal como quedaron y construir el pueblo de Oradour unos pocos cientos de metros más lejos, para preservar la memoria de la destrucción. Actualmente, unas 300,000 personas visitan este memorial cada año.
Durante esos años de la Segunda Guerra Mundial, Federico Wulff era un hombre que pasaba los 80 años. Quién sabe si se habrá enterado que su antigua ciudad universitaria, durante ese período, fue bombardeada por los aliados, ya que fue un centro de fabricación de armamento; allí murieron 6,700 personas, el 52 por ciento de los edificios fue destruido, el 90 por ciento de los que estaban en el centro de la ciudad, el 52.5 por ciento de las viviendas quedaron inhabitables. Pero pasada la guerra, se reconstruyó. Sus habitantes pidieron que los edificios históricos se rehicieran tal y como estaban antes de la guerra.
Federico Wulff murió en 1949 sin imaginar que la zona de Torreón que con tanto entusiasmo habría ayudado a erigir, 60 años después también semejaría una zona de desastre.
10 de junio de 1942 y 10 de junio de 1944, por coincidencia días de barbarie, donde un puñado de hombres sacaron de dentro de sí toda la bestialidad de que eran capaces, para descargarla en gente inocente.
Pero llegó el mes de junio de 1953. Y ese fue un mes luminoso en ese año y en la historia del mundo. El 2 de junio de 1953, fue coronada Isabel II de Inglaterra para suceder en el trono a su padre, el Rey Jorge VI, fallecido el 6 de febrero de 1952. Una reina longeva, testigo directo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y de los grandes cambios en el mundo.
Y una semana después de esa coronación, el 10 de junio de 1953, a las 10:20 de la mañana, en la ciudad de Torreón, Coahuila, nací yo: Lilia Margarita Rivera Mantilla.
Y me siento feliz de que, a través de la lectura de este relato, me hayas acompañado en este recorrido por algunos pasajes de la historia de Torreón, de México y del mundo.
Lilia Margarita Rivera Mantilla
Ciudad de México, a 10 de junio de 2016

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