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3 de agosto de 2016

¿Y los demás perdones…?

En su columna editorial Metáfora Ciudadana el académico Luís Alberto Vázquez Álvarez, que cada domingo publica El Siglo de Torreón, realiza un análisis del perdón pedido a los mexicanos por el presidente Enrique Peña Nieto “… por los perjuicios causados a la investidura presidencial por el asunto de la casa blanca” y que puso al descubierto la periodista Carmen Aristegui. Peña dejó de solicitar el perdón de sus mandantes por asuntos quizá más importantes que la adquisición por Angélica Rivera del referido bien raíz considerándose exento de culpa, por lo que llegamos a la misma conclusión que el autor: “Pensar en que el ejecutivo reconozca sin reservas su responsabilidad en multitud de casos es pedirle que renuncie a su poder omnipotente, omnipresente y omnisciente, criterios con los que maneja la política y la vida del país.”  El texto se público el domingo 31 de julio del 2016.

El 25 de mayo de 1911; ante la Cámara de Diputados, Porfirio Díaz, quien ya completaba más de 30 años en el Poder Ejecutivo Federal, presentó su renuncia al cargo; dicha reflexión, contenía un perdón al pueblo de México, aunque el viejo dictador se consideraba, en buena medida inocente y establecía que siempre había respetado, lo mismo la ley que la voluntad popular; he aquí un fragmento:
"El pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la guerra internacional, que me secundó patrióticamente en todas las obras emprendidas para robustecer la industria y el comercio de la república, fundar su crédito, rodearle de respeto internacional y darle puesto decoroso ante las naciones amigas; ese pueblo, señores diputados, se ha insurreccionado en bandas milenarias armadas, manifestando que mi presencia en el Supremo Poder Ejecutivo es la causa de la insurrección.
No conozco hecho alguno imputable a mí que motivara ese fenómeno social; pero admitiendo sin conceder que puedo ser culpable inconsciente, esa posibilidad hace de mi la persona menos a propósito para raciocinar y decidir sobre mi propia culpabilidad.
En tal concepto, respetando como siempre he respetado la voluntad del pueblo, y de conformidad con el artículo 82 de la constitución federal, vengo ante la Suprema Representación de la Nación a dimitir el cargo de Presidente Constitucional con que me honró el voto nacional; y lo hago con tanta más razón, cuanto que para retenerle sería necesario seguir derramando sangre mexicana; abatiendo el crédito de la nación ; derrochando su riqueza, cegando sus fuentes y exponiendo su política a conflictos internacionales".
Porfirio Díaz solamente veía un árbol y no el bosque, aunque en su soberbia encontraba injusticia para él, no podía o no quería analizar toda la situación del país y descubrir que su forma de gobernar era negativa; y, ante todo presumía aquellas reformas y acciones que él creía relevantes para el progreso de México.
Hace unos días, el actual presidente de México pidió perdón por un acto, también solamente vio una estrella y se olvidó de su infinidad en el firmamento; también hablo de respeto a la ley; pero fue remiso de muchos otros "agravios e indignaciones que ha causado"; analicemos algunos más que debieran ser causa de disculpas y hasta de castigos; aunque habrá omisiones que también agravian.
Perdón por haber recibido, para su campaña presidencial, dinero mal habido que dejó endeudado a Coahuila hasta nuestros nietos, permaneciendo sordo y ciego cuando hoy se ventilan en otro país, otras acciones delictivas que involucran a su benefactor; larga cuenta de otros delitos que agravian al país; aquí no bastaría el pedir perdón, lo único válido sería persecución y castigo a los responsables.
Perdón a los millones de mexicanos pobres, reconocidos y recientemente invisibles, por los dispendios en gastos de viaje en un avión costosísimo con la familia entera a otras regiones, luciendo lujosos ropajes que humillan a un pueblo hambriento y dejan una impresión de presunción y mal gusto ante los estadistas de las naciones visitadas.
Por los crímenes de estado en matanzas a estudiantes en Ayotzinapa; a maestros y pueblo en Nochixtlán; jóvenes en Tlatlaya y decenas de miles de ejecutados y desaparecidos.
A los periodistas honestos por amenazarlos si se atreven a decir la verdad como en el caso de Carmen Aristegui y la protección a Javier Duarte por la infinidad de asesinatos en Veracruz de comunicadores sociales
Por los múltiples enriquecimiento ilícitos de funcionarios y familiares de ellos a través de contratos de obras del gobierno federal como el de los hijos de Murillo Karan a quienes se les adjudicaron cinco mil millones de pesos en construcciones con dinero de los impuestos que pagamos, esto solo como un ejemplo de la corrupción borrada ya con un perdón que ninguna persona honesta aplaude.
Perdón póstumo a Carlos Fuentes, emblemático escritor reconocido mundialmente, por robarle su obra "La silla del águila" y después desaparecer el certamen que llevaba su nombre; actos con los que agravia a muchos escritores y por poner el ejemplo de no leer.
A la nación entera por las mentiras contenidas en las presuntas reformas estructurales, totalmente inviables, que sólo han servido para pauperizar al mexicano de clase media y hundir más al pobre y, dentro de estas, por sus ausencias del país, sospechosamente coincidentes con situaciones conflictivas; recuérdense múltiples casos en que él estuvo en el extranjero, como ahora con el aumento mensual a la gasolina y él, en Sudamérica.
Por la propaganda negra que al estilo nazi, promueve en todos los medios de comunicación social, creando profecías falsas para engañar al pueblo; buscando hacerlo creer en predicciones de gran progreso y crecimiento cuando en realidad nuestra economía va en caída libre y estamos a punto de devaluaciones estilo de los años de 1980.
Perdón a su partido, el PRI, por el daño que le ha hecho en las elecciones de este año en 7 gubernaturas y generando una profunda división interior; ellos ya ven perdidas las elecciones de 2018 y hasta están pensando en aliarse al PAN para asegurar algo, ya que su perrito faldero verde, no representa nada.
Por haber designado a Nuño como secretario de educación sin que esté tuviera la más mínima idea de lo que es educación; sugiere ahora reformar la Reforma Reformada y genera un "Nuevo Modelo Educativo"; esto tampoco avanzará; porque es imposible cambiar si se sigue haciendo siempre lo mismo y, terminando por aceptar lo que la CNTE estaba pidiendo desde un principio, habiendo puesto al país en grave riesgo por las protestas que han paralizado gran parte de México. Ahora bien, habría otras oportunidades de pedir perdón, pero sin la trascendencia de los anteriores, aunque sí con cierta validez; a los creadores del federalismo mexicano, por haber desaparecido los estados de Veracruz, Nuevo León, Guerrero, Jalisco, Guanajuato y otros por cambiarles la capital o por convertir en estado alguna de sus ciudades. A los historiadores al corregirles que la batalla de Puebla contra los franceses fue en 1995; a Vicente Fox de quien ya olvidamos sus barbaridades lingüísticas, siendo ahora superado con creces en cuanto a expresiones sinsentido.
Pensar en que el ejecutivo reconozca sin reservas su responsabilidad en multitud de casos es pedirle que renuncie a su poder omnipotente, omnipresente y omnisciente, criterios con los que maneja la política y la vida del país.

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