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8 de diciembre de 2010

Una Apuesta por el Federalismo

Transcurre un nuevo siglo y los modos de hacer política se han transformado en México a partir de que en el año 2000 se inició la alternancia al ganar la Presidencia de la República un partido diferente el PRI. El político y periodista ROBERTO OROZCO MELO habla sobre el particular en su semanal HORA CERO, que semanalmente se publica en varios medios de Coahuila y a propósito de la aspiración del gobernador HUMBERTO MOREIRA VALDÉS de ser el próximo Presidente Nacional del PRI y con lo que parece no estar muy de acuerdo la dirigente actual BEATRIZ PAREDES RANGEL.

El día de ayer, miércoles primero de diciembre de 2010, se cumplieron cinco años de la protesta del profesor Humberto Moreira Valdés como gobernador del Estado Libre y Soberano de Coahuila de Zaragoza.
En otras circunstancias la data pasaría como una fecha más del calendario, tal como sucedió en los casos de los gobernadores precedentes: cuando alcanzaban las cinco añadas de su ejercicio gubernamental el quinto año parecía solamente un aviso preventivo, la hora de cerrar libros, cuentas, propósitos, programas y acciones de trabajo; el tiempo de pagar deudas vencidas y preguntar lo que se haría en espera de que hayan discurrido los siguientes meses para preparar y hacer la entrega formal del gobierno a quien haya triunfado en los comicios al término de un ejercicio legal.
Pero se da el caso de que el gobernador Moreira no es un ejecutivo como los anteriores, ni el sistema político del partido en el poder es precisamente el mismo de antes; los tiempos son distintos, existen nuevas, diferentes y frescas posiciones de lucha. Moreira, el único protagonista enlistado en el PRI que ha manifestado su interés por postularse para ganar la presidencia del comité ejecutivo nacional, tiene ideas propias y propósitos claros para volver a hacer del Partido Revolucionario Institucional una máquina de ganar elecciones y recuperar la Presidencia de la República, ganando así una trinchera para rescatar las luchas sociales y políticas que interrumpió la alternancia del PAN; vale decir ponerse a la tarea de sacar avante en forma democrática al siguiente presidente de la República; y después de ello retornar a los objetivos sociales de la política hacia el pueblo, y rescatar de nueva cuenta el poder de hacer realidad los desviados propósitos centenarios que animaron a la democracia maderista y a la justicia social carrancista.
¿Quién irá a ser este presidente? En tiempos pretéritos nadie se preocupaba por despejar esta incógnita: "ya diría el señor presidente de la nación a qué personalidad se le iba a pasar la estafeta". Y todos contentos. Los viejos priístas, acostumbrados a lo relativamente fácil, habrían de exhumar las facilidades del tiempo viejo, o quizá pudieran poner en tela de duda la nueva manera de hacer las cosas, pero hasta ahí.
La juventud, por su parte, siempre ha estado a la espera de una propuesta democrática; así que los jóvenes lucharán entre trabajos serios y jolgorios animados por estas mismas causas, en tanto el segmento maduro de la organización política va a observar con cautela y a decidir en consecuencia.
La propuesta del gobernador Moreira es maciza, tiene fundamentos sólidos y una percepción decidida de lo que puede encontrar en el camino nada fácil de su realización. Será un trabajo de lucha constante. Está decidido a presidir a un nuevo PRI exento de miedos y de precauciones; y lo va a lograr como ya logró la presidencia municipal de Saltillo y la gubernatura del Estado de Coahuila. El camino está despejado.
Sin embargo, es en esta parte de su ruta donde el candidato a líder del PRI debe poner cuidado, pues mientras queden viejos cuadros ramoneando en las entrañas del PRI nacional es signo de que están a la espera de los acontecimientos. O de las señales de los altos mandos. No es buen augurio que la presidenta nacional del partido haya titubeado para firmar la convocatoria a elecciones de dirigente nacional.
El reconocido centralismo del gobierno dizque federal ha malogrado todas las esperanzas puestas en la recuperación de un auténtico federalismo. Y sólo podremos tener éste cuando un político del cercano o lejano interior de México logre asumir electoralmente la presidencia de la República. El empeño es largo y quizá agobiante: iniciémoslo por todo lo que podrán ganar nuestras olvidadas entidades federativas.

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