Buscar este blog

21 de febrero de 2013

La medicina tras la cortina

Roberta Garza

Los martes, en la sección Acentos de Milenio Diario Laguna aparece la participación de Roberta Garza, periodista de Nuevo León sin pelos en la lengua y cuyos juicios me parecen sumamente acertados. Esto es del martes 19 de febrero.

Cuando en 2006 el presidente Bush vetó una orden del Congreso que permitiría el uso de más fondos federales para impulsar la investigación alrededor de las células madre embrionarias, China recogió rápidamente la competida antorcha. Los laboratorios chinos tenían todas las ventajas: no tenían miramientos no solo religiosos sino siquiera éticos y, por supuesto, ningún problema de dinero. Pero tampoco tenían la transparencia ni la revisión de los pares que viene con ésta, necesarias ambas para lograr productos confiables no solo en los pocos sujetos controlados en el laboratorio, sino en la población general.
Pero China, con toda su inversión en investigación médica, tiene un sistema de salud lamentable. Cuba, por otro lado, puede vanagloriarse de éste aunque, como China, sea más candil de la calle que otra cosa: entre las contraproducentes políticas estadunidenses y la administración ineficaz de una dictadura autocomplaciente, es difícil para el ciudadano de a pie el acceso supuestamente universal a una medicina de calidad que, en realidad, solo está disponible para los VIP del sistema: ¿antivirales o jeringas desechables en las farmacias que solo toman pesos? Buena suerte. Con todo, la isla tiene logros envidiables en biotecnología —la industria produce cerca de 250 millones de dólares al año, entre otros por las patentes de vacunas contra la hepatitis B y la meningitis B, que hoy renta a GlaxoSmithKline— y, encima, ha hecho del turismo médico —cerca de 40 millones de dólares al año— no solo un negocio sino uno de sus mejores pilares revolucionarios, donde el último y más sonado caso es el de Chávez que, por lo visto, en sus muchos años en el poder no ha podido hacer un hospital decente en Venezuela.
El asunto es que, además de las brigadas médicas que generosamente ofrece Cuba a los países hermanos a cambio de bienes y servicios varios, no pocos personajes de peso —periodistas, artistas, políticos, etcétera— van allí a recibir atención médica —incluidas unas muy burguesas cirugías plásticas—, tras lo cual los influyentes quedan eternamente en deuda con la isla y con su comandante. Lo que no puedo dejar de preguntarme es qué tipo de medicina se hará, al amparo de la secrecía que permite el férreo control político y la discrecionalidad económica de la dictadura, en Cuba a laboratorio cerrado. Por lo visto con Chávez, quizá solo haga falta que caigan los Castro para que todos los demás mortales alcancemos la vida eterna.
Twitter: @robertayque

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.