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15 de abril de 2013

Cero hambre


Federico Ramos Salas
Si bastaran las buenas intenciones, o si los problemas se pudieran resolver por decreto, hoy iniciariamos el fin de la miseria extrema en México debido al inicio de la cruzada contra el hambre, a propósito de lo que Federico Ramos Salas externa su esperanza de que se acabe con la desnutrición infantil. La columna es Ganar Ganar que se publica todos los lunes en Milenio Diario Laguna.

Hoy lunes empieza la Cruzada Nacional contra el hambre. Hago votos para que su implementación sea todo un éxito, no solo porque busca eliminar la desnutrición infantil tan aguda que padecemos, sino porque pretende “transformar a México” en un país sin pobreza extrema, que hoy la padecen 11.7 millones de compatriotas y de ellos, 7.1 se encuentran en aguda desnutrición y padecen hambre.
En un país que se dice democrático y que pregona vivir en un régimen de libertades los datos anteriores son un insulto para todos. De esa lacerante condición y según los datos de Coneval, 3.7 millones de pobres con hambre viven en las principales ciudades: en Torreón, casi 3% de la población vive en esas condiciones, contra un poco más de 2% de Saltillo. Salta a la vista, una vez más, que la capital vive una situación de menor angustia que la nuestra, según los datos de la página cruzadacontraelhambre.org.mx.
Hasta ahí el análisis de la problemática. ¿Pero qué hay de la manera en que la Cruzada plantea conseguir sus objetivos?: ¿Cero hambre y desnutrición infantil aguda?, ¿Aumentar la producción y el ingreso de los campesinos?, ¿Minimizar perdidas post-cosecha y de alimentos durante almacenamiento, trasporte o en comercios?
Interrogantes difíciles de contestar, sobre todo porque los problemas llevan ahí cientos de años, pues padecemos de la pobreza desde tiempos de la Colonia, y no somos los mexicanos el pueblo más ducho en combatir desigualdades, que la terca realidad demuestra a diario, sino mas bien somos hábiles para la simulación y el auto-engaño. Dicen que en los detalles esta el diablo y si la Cruzada no ataca las causas sino los efectos, lo más probable es que este sea un programa más de los muchos que la clase política se ha inventado para usarlo con fines políticos oe electorales.
Las soluciones verdaderas no son difíciles, pues nacen de la lógica y la sencillez y emanan del propio pueblo; de ahí a ponerlas en práctica hay un trecho largo, sí, pues la mano del hombre las puede complicar y torcer para conseguir otros fines, acabando con su utilidad social y convirtiéndolas en un programa más de los muchos que han existido sin pena ni gloria. Ya no podemos darnos ese lujo.

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