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27 de julio de 2013

¡Qué horror, Díos mío!

Jesús Fernando
Ramírez López
El egoísmo y la ambición descoyuntados nos hacen olvidar las preguntas fundamentales: ¿quiénes somos y hacia dónde vamos? Y en lugar de eso nos dejamos llevar por la inercia colectiva en la acumulación de bienes y el olvido de la espiritualidad, la miseria es el campo fértil para que los partidos políticos compren votos de acuerdo a sus muy particulares intereses, dice en el presente artículo Fernando Ramírez López (*).

Para Cuba, que un 26 de julio hizo los sueños realidad.

“Las cinco organizaciones sindicales representadas ese día cubrían toda la gama de las actuales tendencias de opiniones, desde el movimiento inspirado en los comunistas hasta el cristianismo”.
Lech Walesa. Un camino de esperanza.

“La inspiración cristiana da a la tarea cultural de la Universidad Iberoamericana su carácter específico propio”.
La Inspiración Cristiana. Documentos Rectores, UIA.

“Ya que para entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de brújulas”.
Julio Cortazar. Rayuela.

“Y si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe”.
Corintios 13:1


El título de éste artículo son las palabras que se escuchan en el audio, pronunciadas por un hombre anónimo instantes después del accidente ferroviario que cobró la vida de decenas de hombres y mujeres, que se trasladaban por ferrocarril hace unos días en España.
Esta dolorosa expresión es la síntesis de lo que en el mundo cotidiano transcurre; tanto como si el ser humano hubiese perdido la brújula del entendimiento, de su sensibilidad y de su señorío terrenal.
Los medios masivos de comunicación desde los diarios, internet, televisión, radio, twitter, Facebook; hacen llegar instantáneamente a todos los habitantes del orbe, hechos como el narrado, que se suceden geométricamente, logrando constituir la perdida de nuestra capacidad de asombro y en consecuencia la cuota de humanidad de la que estamos hechos.
Nos mueve el consumo y el tener más que el ser; generando a un hombre sumido y ensimismado en su bienestar personal, queriendo olvidar el marco social que lo rodea.
De ahí que no es sorpresivo enterarnos de que Detroit la Capital Mundial de la Industria Automotriz, se haya declarado en bancarrota por la increíble suma de 18,500 millones de dólares.
También sabemos que la fe religiosa se desmorona rápidamente y que la visita del Papa Francisco a Brasil obedece a la altísima penetración de las iglesias evangélicas; encontrando además el repudio colectivo de los brasileños a éste viaje que ha costado 250 millones de dólares,  de los cuales un 75% lo ha aportado el gobierno de éste país; mientras que los naturales se debaten en el desempleo; expresando el propio jefe de la iglesia católica, que estamos en grave riesgo de encontrarnos  con una generación que no conozca el trabajo.
Adicionalmente de llevar el lastre de sacerdotes pedófilos; de matrimonios de curas y monjas; un pedimento a la terminación del celibato; sin dejar atrás el problema del aborto, matrimonios entre personas del mismo género y la capacidad de adopción de éstas parejas.
Volteamos hacia el horizonte de la esencia del ser, y lo encontramos apanicado ante su propia existencia, la cual le es sumamente difícil vivir, por eso su recurrencia al alcohol y a las drogas; porque sencillamente no tiene la capacidad de enfrentar su realidad cotidiana, llena de desesperanza.
¿Y los gobiernos? No son capaces de generar respuestas, ya no digamos al problema referido a la libre comercialización de los estupefacientes: ya no pensemos a que en colaboración del capital privado genere suficiente cantidad de empleos y bienestar social; sino de garantizar un sano empleo de las finanzas públicas y de la seguridad urbana y rural para convivir.
No es el dilema capitalismo versus socialismo; es el dilema de una generación que se encuentra extraviada en un destino perdido; porque no hemos sido capaces de conocernos a nosotros mismos y construir en los terrenos del respeto y la espiritualidad un camino que haga viable nuestro común proyecto de vida.
Estamos sumergidos en un mundo que nos ha sido asignado, con normas, usos y costumbres que aceptamos personal y colectivamente; sin darnos cuenta siquiera; que por eso tenemos hambre, pero no solamente física, sino hambre de saber quiénes somos y a dónde vamos.
La guerra actual; ya no es como la que reseñan los libros de historia, y donde ejércitos se enfrentan a ejércitos; esta batalla nos tocó vivirla solos, vacíos, inertes; somos como muertos en vida y toda la culpa la tienen los sistemas económico – espirituales que no han tenido como respuesta más que el egoísmo y La polarización en la distribución de la riqueza, cuotas de poder político y clerical, dejando de lado al hombre, que es el eje de la naturaleza.
Por esto nos resulta común el narcotráfico, la prostitución, el tráfico de armas, la migración hacia zonas con mejores condiciones de vida, los secuestros, los asaltos bancarios, los funcionarios deshonestos, las masacres lo mismo  en Siria, Egipto o Michoacán.
Nada humano nos es ajeno, dijera Malraux, el dolor, el suicidio, la falta de fe, credibilidad y confianza en un mundo mejor es como si la hubiéramos perdido.
Así los maestros de Guerrero toman autopistas, que en Sonora campesinos paran a Sonohita, que se forman grupos de autodefensa, que se compran y venden bancos al mejor postor, que se suicidan por no poder pagar hipotecas, que México tiene el más alto índice  de obesidad en el mundo y que tenemos más de 60 millones de seres que no cuentan con la más modesta dieta alimenticia.
Contradictorio es el panorama, desigual, polarizado; la riqueza en manos de unos cuantos y la pobreza material en los hombros de las multitudes.
Pareciera como si la menor muestra de solidaridad, entre los seres humanos de pronto se hubiera extraviado; por eso huimos por las puertas falsas del suicidio, el alcohol, las drogas y el “aquí no pasa nada”.
Por esto en el reciente proceso electoral se subastaron en 14 entidades, los votos de millones de muertos de hambre; y los partidos políticos que tuvieron mayor capacidad económica, compraron mayor cantidad de votos para su beneficio como grupos de poder.
Para seguir inflándose hasta tronar, que es lo que estamos esperando, estallar como opción social y encontrar el caos y la destrucción; hacia allá corremos enloquecidos; no tenemos rumbo; por esto las economías mundiales están fracasando y por eso la existencia de cada vez mayor pobreza.
No hemos tenido la capacidad de formar un sistema social de vida equilibrada, sobre todo porque nuestros defectos de carácter que son el egoísmo y la acumulación se han descoyuntado; como si la parca  no estuviera ahí esperando; nuestra mortalidad y fragilidad como habitantes  de esta aldea global no la hemos comprendido. Requerimos  hacer un alto en el camino y reflexionar colectivamente, no somos enemigos, un destino común nos hace semejantes, no sea que cualquier día de estos, un apocalipsis de terror nos alcance. Podemos cambiar; claro que sí.
(*) Escritor


Celular:871 163 3813

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