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4 de agosto de 2013

Mantener a la ‘chiquillada’

Sumamente gravoso es el hecho de que para favorecer una aparente democracia, debemos mantener con el erario a membretes políticos que ninguna razón de ser tienen y que a nadie representan, pues solo sirven de modus vivendi a parásitos, según el texto que en Nuestro Concepto publicó recientemente El Siglo de Torreón, y por estar totalmente de acuerdo con lo ahí expresado es que lo compartimos con nuestro seguidores.

Las pasadas elecciones en Coahuila y Durango dejaron, aparte de autoridades municipales electas, una lección sobre nuestro sistema de partidos.
La conclusión es que tenemos un sistema electoral caro y que recompensa el oportunismo partidista, sosteniendo membretes que resultan inútiles en las urnas.
En Coahuila, el Instituto Electoral gastó 60 millones de pesos para financiar las campañas de 13 partidos. La mitad del dinero se lo llevaron partidos que no sacaron más de 20 mil votos cada uno, de más de un millón emitidos.
De los 13 partidos, sólo dos, PRI y PAN, ganaron más de una alcaldía. Algunos partidos pagaron más de 200 pesos por voto, cuando el promedio estatal fue de 60 pesos.
En Torreón, cinco candidatos a la alcaldía sacaron menos votos que el número de seguidores del perro ‘Oliverio’, una ocurrencia ciudadana que demostró lo absurdo del sistema de partidos.
En Durango, el Instituto Electoral repartió 90 millones a ocho partidos, pero varios que fueron en alianza con el PRI (Verde, Panal y Duranguense) simplemente se colgaron del membrete tricolor.
Durango gastó en los partidos 50 por ciento más que Coahuila pero en sus elecciones de ayuntamientos y diputados se emitió sólo un 20 por ciento más de votos que en el estado vecino. Durango es aún más generoso que Coahuila en el financiamiento electoral, algo inaudito en un estado con sus niveles de marginación y pobreza.
Estas elecciones dejan claro el costo de mantener un sistema de partidos en gran medida inútil.
Los resultados tendrían que abrir un debate sobre la conveniencia de mantener membretes (la famosa “chiquillada”) que sólo satisfacen con dinero público el interés de unos cuantos.
La poca captación de votos de partidos como el Verde, Nueva Alianza, Progresista, Joven, Primero Coahuila, de la Revolución Coahuilense o el Duranguense, deja claro que el derroche no se justifica.

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