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6 de noviembre de 2013

Verguenza

Adela Celorio.
Adela Celorio, escritora que colabora con la página editorial de El Siglo de Torreón se ocupó en una de sus recientes entregas de los niños triquis que jugando descalzos ganaron el Cuarto Festival Internacional de Basquetbol y entre otras cosas comenta: "Los niños entrenan descalzos, caminan todo el tiempo descalzos. Es una cultura, pero además, no hay recursos para comprar calzado". "El hambre y la pobreza los obliga a mostrarse como son" -dijo el responsable de los campeones en una entrevista con la Federación de Basquetbol de Argentina. Sin duda se apreció debidamente el esfuerzo de los pequeños porque a su regreso a su natal Oaxaca se les premió con un cheque de 1,200 pesos, un uniforme y un par de tenis; seguramente para que vayan aprendiendo a usarlos.
   
"Los Olvidados" de Buñuel, los olvidados de siempre, los más pobres entre los pobres. Los pequeños triquis oaxaqueños, compitiendo descalzos, ganaron por amplio margen todos los partidos que disputaron en el Cuarto Festival Internacional de Minibasquetbol celebrado recientemente en Córdoba, Argentina. "Los niños entrenan descalzos, caminan todo el tiempo descalzos. Es una cultura, pero además, no hay recursos para comprar calzado". "El hambre y la pobreza los obliga a mostrarse como son" -dijo el responsable de los campeones en una entrevista con la Federación de Basquetbol de Argentina. Sin duda se apreció debidamente el esfuerzo de los pequeños porque a su regreso a su natal Oaxaca se les premió con un cheque de 1,200 pesos, un uniforme y un par de tenis; seguramente para que vayan aprendiendo a usarlos.
Descalzos, ganaron un campeonato de minibasquetbol.
Días después, durante la ceremonia oficial de entrega de apoyos a otros excelentes minibasquetbolistas triquis que están listos ya para participar próximamente en la Copa del Caribe; con su retórica parda y su miopía acostumbrada, el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, insistió en dejar muy claro a los pequeños deportistas que: "Este encuentro que tenemos hoy, no es producto de sus logros y sus triunfos; es producto del seguimiento de una serie de acompañamientos, del apoyo que hemos dado a todos ustedes desde que conocimos su existencia, pues los hemos venido acompañando". "Si no hubiese sido por ese compromiso, por la claridad de que había que apoyarlos a ustedes, no hubiesen podido participar…"
Los olvidados de siempre.
Y así sigue Don Gabino Cué hasta que su discurso alcanza el momento culminante cuando explica a los pequeños basquetbolistas: "Tenemos información de que algunos de sus compañeros lograron un triunfo histórico en Argentina, lo que les permitió conocer otro continente, un país donde yo no tengo la oportunidad de conocer". Seguramente Don Gabino aprendió español y geografía con los maestros de la CNTE. De tales maestros, tales gobernadores. No sé si siento más vergüenza por los pequeños campeones descalzos o por las declaraciones del gobernador. Curiosamente los olvidados de ahora y de siempre, estos niños que nacen y crecen en pobreza, son todos flacos y por lo tanto excepcionales entre los niños mexicanos quienes según la Secretaría de Salud, la mayoría son obesos por el consumo de las bebidas y las golosinas azucaradas. Tal vez un raro lujo para los pequeños triquis descalzos será beber de vez en cuando un refresco; que el nuevo impuesto convertirá ahora en un oscuro objeto del deseo. Porque ellos son pobres, los más pobres entre los pobres y porque además son indígenas de uno de los estados más pobres del país.
Tal vez el deporte y las buenas calificaciones que les exigen a los chiquitos para ingresar en los equipos de baloncesto, darán a algunos de ellos acceso a una vida mejor. Los menos afortunados, flacos y pobres llegarán con el tiempo a esta capital para trabajar como albañiles. Destinarán una buena parte de su salario mínimo a la compra de un refresco Caguama para bajar la guajolota (torta de tamal) que almuerzan; y aún así seguirán siendo flacos. La clase media hará un esfuerzo más para pagar el refresco imprescindible en las casas mexicanas mientras los niños ricos elevarán el alto promedio de obesos consumiendo todos los refrescos y golosinas azucaradas que les dé la gana.
Pretender que aceptemos el nuevo impuesto a los refrescos y a las golosinas como saludable medida anti-obesidad, ofende hasta la inteligencia del menos inteligente de los ciudadanos. Como dice un desplegado en los periódicos: "La Obesidad no se combate con impuestos". "El sexenio apenas comienza y ya no saben de dónde agarrar" -dice la vox populi. Ahora que si inusitadamente les quedara a nuestros políticos un ápice de vergüenza y realmente han desarrollado una estrategia para que ese impuesto sea empleado en el desarrollo y aplicación de programas de educación alimentaria para padres y madres de familia, en información para los niños sobre los efectos de la comida chatarra. En la construcción de gimnasios, canchas de juegos y entrenadores profesionales en las escuelas. En albercas, salones de danza, parques públicos seguros donde los niños puedan jugar y pedalear sus bicis como lo hacíamos los niños antiguos; pues en ese caso están obligados a informárnoslo porque hasta ahora sólo nos imponen, pero nada dicen de la forma en que piensan gestionar ese impuesto en favor de una ciudadanía más sana y más esbelta. No es por desconfiar, pero la experiencia nos ha enseñado que quienes administran sexenalmente las cruzadas contra el hambre y -¡que qué paradoja!- ahora contra la obesidad; siempre terminan engulléndose los millones. Y cuando despertemos… el hambre y la obesidad; seguirán ahí.

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