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26 de diciembre de 2010

El Divino Maestro

En su columna AHÍ LE ENCARGO que se publica en varios medios de COAHUILA el Diputado Federal y Presidente Estatal del PRI con licencia, dedicó su participación del pasado 21 de diciembre a comentar sobre la labor pastoral del sacerdote ANTONIO USABIAGA quien concluyó su ciclo vital hace algunos meses y que por muchos años estuvo por la sarapera ciudad.

La prédica de aquel hombre de pequeña estatura, avasallaba, la erudición enmudecía a la audiencia.

En el centro de la parroquia, un hombre saltaba, gesticulaba y provocaba para cumplir con su encomienda: difundir el Evangelio. Soy católico desde niño, gracias a las catequistas que en el colegio María Álvarez, bajo la sombra de las torres de la iglesia de la Trinidad, en plena calle de Centenario me enseñaron la vida del Nazareno. Pero soy creyente desde el día que escuche por vez primera a don Antonio Usabiaga.
A Mateo lo llamaban también Levi y se dice que Jesús lo hizo uno de sus apóstoles, retirándolo de la mala práctica de cobrar impuestos. Belén está encerrada por muros de cemento armado de más de ocho metros; de ser hoy los días en los que María y José regresaban a la tierra de sus mayores para ser censados con mucha dificultad podrían entrar a la ciudad. Una aduana escrupulosa y un piquete de soldados los harían ver las de Caín.
Usabiaga organizaba viajes a Tierra Santa; conocía tan bien los lugares que con su relato podía trasladar al escucha a la tierra que pisó el Divino Maestro. No tuve la suerte de pegarme en uno de sus tours, pero el día que conocí el lugar donde dio a luz la Madre de Dios, recordé la profecía “….tú, Belén Efrata, aunque eres la más pequeña entre todos los pueblos de Judá, tú me darás a aquel que debe gobernar Israel” y la voz de don Antonio que repetía “el Mesías nació entre los pobres y representa la esperanza” y remataba “Jesús esta vivo”.
México padece los peores momentos en los últimos ochenta años, la violencia cabalga como un jinete apocalíptico y la autoridad es ineficaz porque no entiende que se trata de un síntoma de un problema mayor. En esta Navidad estemos conscientes que lo peor que nos puede suceder es perder la esperanza, si esta se muere habremos perdido la verdadera guerra y el futuro de nuestros hijos
La prédica de aquel hombre de pequeña estatura, avasallaba, la erudición enmudecía a la audiencia. El licenciado, como gustaba ser llamado, tenía la mala costumbre de lanzar preguntas a los asistentes. A la falta de respuesta venía la reprimenda y la exigencia de estudiar las escrituras. No de leerlas, se exigía el estudio. El canónigo predicaba con el ejemplo y en el anexo de la parroquia de Fátima dirigía con éxito el centro Fray Juan Larios institución empeñada en la enseñanza de la teología y la historia de la Iglesia.
El mensaje de aquel cura entrañable, era luminoso. El Salvador, el Hijo del Hombre representa la esperanza de un hombre nuevo, de una vida mejor, de un cambio significativo. En mi mente está el recuerdo de su pregunta “si Jesús caminara por las calles de esta ciudad, como distinguiría a los cristianos” y agregaba, en los primeros días de la Iglesia era fácil señalar a los seguidores del Pescador, pues contradecían en todo la decadente conducta del imperio.
Mateo termina su Evangelio con la esperanza del Jesús vivo que dice “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia”.
Feliz Navidad…
moreiraruben@yahoo.com, http://twitter.com/@rubenmoreiravdz

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