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31 de diciembre de 2010

Mis mejores deseos


En el espacio que semanalmente le cede el periódico VANGUARDIA de SALTILLO, el diputado local y presidente del Comité Directivo Municipal del PRI en TORREÓN, JESÚS SALVADOR HERNÁNDEZ VÉLEZ desea lo mejor para sus lectores y amigos durante el próximo año 2011. Esos deseos los hacemos propios en nombre de quienes participamos en HOY ACONTECER DE LA LAGUNA.

“Ama a tu prójimo como a ti mismo”
Máxima bíblica

En estos días de fin de año todos nos deseamos lo mejor, de diferentes maneras y con distintos mensajes. Aquí van algunos de los que recibí: “Los mejores deseos para esta Navidad y grandes éxitos en el año que viene”; “Feliz Navidad y Próspero Año 2011, nuestros mejores deseos para usted y los suyos”; “Les deseo una muy feliz Navidad, y un año nuevo lleno de alegrías, éxito y bendiciones. Gracias a cada uno de ustedes por apoyarnos y confiar en nosotros ¡Muchas felicidades!”; “Le deseo a usted y a los suyos unas felices fiestas en compañía de la familia y ¡un mejor 2011!; “Que en estas fiestas navideñas, reine en el interior de sus corazones, hogares y familia, la presencia del niño Dios y que sus deseos más anhelados se vean materializados durante todo el próximo año 2011”.
Como estamos en época de reflexión me puse a investigar qué significa “deseo”. Para ello recurrí a Spinoza (Ética, Caronte Filosofía, Buenos Aires, 2005), filosofo neerlandés, que transmite un mensaje liberador frente a las corrientes ideológicas que coartan la libertad. En su libro define los conceptos de apetito y deseo. Del apetito nos dice: “Este esfuerzo... cuando se refiere a la vez al alma y al cuerpo, se llama apetito; por ende, éste no es otra cosa que la esencia misma del hombre, de cuya naturaleza se siguen necesariamente aquellas cosas que sirven para su conservación...”. Y sobre el deseo precisa: “El deseo es la esencia misma del hombre en cuanto es concebida como determinada a hacer algo en virtud de una afección cualquiera que se da en ella”. Y para dejar claro la diferencia, apunta: “... el deseo es el apetito acompañado de la conciencia del mismo”.
Con base en esta definición de deseo, Spinoza plantea que los hombres intercambiamos parabienes porque tenemos necesidad de regenerarnos continuamente como individuos. Por ello lo hacemos en épocas navideñas, en los cumpleaños, cuando las personas terminan con éxito su carrera profesional o están enfermas. Pero expresémoslo en palabras de Etienne Balibar (De la individualidad a la transindividual, Encuentro, Buenos Aires, 2009): “Un individuo aislado, no teniendo ‘intercambios’ con el medio ambiente, no se regeneraría, por lo tanto no existiría. Bien desde el comienzo, lo que Spinoza da a entender es que todo individuo tiene necesidad de otros individuos para preservar su forma y su existencia”.
Expresar buenos deseos es dar algo de uno y recibir en cambio “parte” del otro, así se manifiestan las relaciones que permiten y fortalecen la sociabilidad, este dar se representa en símbolos, gestos, ademanes, aplausos, abrazos, besos, un apretón de manos, palabras orales o escritas, o modos materiales, lo más significativo es que este “compartir” entre individuos nos hace más individuos, ya que las expresiones de afecto hacen brotar las alegrías y alejan las tristezas. En suma, ofrecer buenos deseos es la esencia misma de nuestra condición humana, es la manera de recrear continuamente el proceso de recomposición o reconstrucción de nosotros.
Por ello, esto sólo puede ser producto de un proceso colectivo. La necesidad de la permanente comunicación de los afectos nos revitaliza las afecciones individuales y por supuesto también se fortalece la colectividad. La manifestación de los buenos deseos conlleva un “desear lo mejor para todos”, no sólo para el individuo a quién se le expresa el buen deseo, de esta suerte lo que en el fondo se construye es una nueva clase de comunidad. Pongámoslo más claro, Balibar habla de la “ley” de existencia, esto es, la liberación del individuo, de hecho multiplica el poder colectivo, así como la libertad colectiva multiplica el poder individual.
Debo aprovechar este espacio para expresar que yo tenía 40 años cuando recibí el primer beso de mi papá. Esta manifestación de afecto me acercó más a él y creo, sin temor a equivocarme, que don Jesús se sintió más papá. Recuerdo cuando estudiaba la Primaria, en la escuela de un pueblo minero, le decíamos “joto” a un compañero, sólo porque su mamá lo despedía de beso en el cachete, era tan “machito” que a golpes defendía su hombría y muchas veces salía muy bien librado. Ahora es un médico, casado y con hijos. No cabe duda, los individuos no son lo que tienen o hacen, sino simplemente lo que son: su propio ser. Mis mejores deseos para el 2011.
jshvelez@hotmail.com

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