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14 de diciembre de 2010

Profeta en su Tierra

El Diputado Federal con licencia y Presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional RUBÉN IGNACIO MOREIRA VALDEZ comenta en su columna AHÍ LE ENCARGO que los martes se publica en varios medios de la entidad acerca de ARMANDO FUENTES AGUIRRE también conocido como CATÓN y quien ha sobresalido en diversos quehaceres: Abogado, periodista, historiador y catedrático.

“El fin está en los medios, como el árbol en la semilla”
Gandhi

Visitar la casa de la abuela era para mí una delicia. Había obligaciones que cumplir sin chistar; y de eso se encargaba sin dar tregua la madre de mi padre; una coahuilense que siguió al médico --su esposo-- por buena parte del país hasta estacionarse en la popular colonia Independencia en Monterrey. En esa casa, donde mi abuelo tenía su consultorio, educó a sus seis hijos. De no fallarme la mente, creo que era un jueves, aunque sí estoy seguro que iniciaba la jornada vespertina. Frente a nosotros apareció un torbellino que exudaba carisma y nos bombardeaba con su cultura impresionante. Se trataba del maestro de Teoría del Estado. Para mí, lo de menos fue el magnífico texto del prestigiado jurisconsulto Héctor González Uribe. Es más, no recuerdo haber tomado nota alguna, pues mi único y mayor interés era escuchar al maestro sin ninguna distracción, ni siquiera la de escribir una pequeña referencia. En una pequeña caja, Gregorio Pérez Mata guardaba celosamente su colección de los mejores artículos de quien era nuestro profesor de Teoría del Estado. Casi todos los había yo leído, pero en lugar de guardar esas joyas se me ocurrió coleccionar estampillas. Era un rito el sacar la famosa cajita, pues el ahora Magistrado coahuilense no sólo presumía su propiedad, sino que además me mataba de envidia con sus experiencias escolares bajo la sombra de Catón. Gregorio estudió bachillerato en el glorioso Ateneo Fuente, en donde tuvo el privilegio de convivir con él y disfrutar del ambiente cultural que inundó las aulas de esa centenaria institución. En cambio, yo opté por la inmejorable educación de Don Bosco, que en Saltillo es ofrecida gracias a la bonhomía de quien fuera el artífice de la industrialización de nuestra ciudad, don Isidro López Zertuche. No hay felicidad completa, ni siempre se puede tener todo. Me decidí por mi querido Colegio México, y retrasé varios años mi encuentro con “AFA”.
Después de un espartano desayuno, la abuela, con perfecta dicción y mejor entonación, iniciaba la lectura de “El Porvenir”. Notas y editoriales eran comentados, y ella –coleccionista de estampillas-- también recortaba lo que le parecía importante. La parte estelar de esa sobremesa era el mejor de los editorialistas: AFA, Catón, Armando Fuentes Aguirre, mi futuro maestro de Teoría del Estado… el Profeta en su Tierra.
Con Catón aprendimos Teoría del Estado, pero también Historia Universal y Patria. Nos inició en el aprecio a la cultura y durante varios meses cimbró las conciencias universitarias con su ejemplo de lucha democrática. Lo vi de pie sobre un automóvil hablando a los estudiantes de una escuela que le impidió el acceso. Me recordó al oaxaqueño que pisó las calles de Piedras Negras, al Maestro de América, al que nos dijo que por nuestra raza habla el espíritu; al inmortal José Vasconcelos que en su peregrinar ganó la historia y, al igual que AFA, la escribió con profusión y valentía.
Hay maestros que nunca serán superados por sus alumnos y menos por quienes son aprendices eternos. Tal vez con humildad el alumno de ese maestro puede aspirar a ser una sombra que lo siga y que orgullosamente pueda presumir que lo vio entrar como un torbellino al salón de clase. Esto último lo he hecho muchas veces, con muchas personas y en muchas ciudades del país. La última vez a un distinguido “catonólogo”, don Humberto Benítez, quien percibí que murió de envidia –como a mí me sucedió con Gregorio-- cuando le conté que lo conocía. Desde hace treinta años resuena en mi cabeza “el fin está en los medios, como el árbol en la semilla”. La escuché de mi maestro un jueves por la tarde en la Escuela de Jurisprudencia, hasta donde lo llevó su esposa en una vagoneta Rambler American. Con esa frase de Gandhi derrumbó el pensamiento del terrible florentino y marcó mi vida.
Rubén Moreira Valdez es presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Coahuila
moreiraruben@yahoo.com

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