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8 de septiembre de 2013

El panal de abejas de Peña Nieto

Eduardo Holguín.
El autor de la columna Dragones que se publica en Milenio Diario Laguna asegura en una de sus recientes colaboraciones que se quedó en los pendientes un cambio de rumbo y que no ha pasado del discurso la promesa de Enrique Peña Nieto de lograr para México un crecimiento elevado, sostenido y sustentable.

Con motivo del primer informe de Enrique Peña Nieto se vale preguntar si los hechos demuestran que en México “hay un cambio de rumbo”, o bien sólo hay un cambio de colores en la corbata del tata mandón en turno.
Por lo pronto podemos decir que se ha quedado en el discurso la promesa de crecimiento elevado, sostenido y sustentable –las expectativas de crecimiento del PIB, en 2013, van en caída libre–.
Enrique Peña Nieto.
Algunos dicen que al Presidente hay que concederle el beneficio de la duda y esperar a que se concreten las reformas energética y hacendaria, puntales de la política de desarrollo de la actual administración federal. Digamos que el beneficio de la duda debe ser grandote porque hay que ser optimista para suponer, no sólo que dichas reformas se concreten, sino, además, que no se queden en buenas intenciones a la hora de la hora de las leyes reglamentarias, y posterior a ellas en el proceso de su instrumentación. Asuntos no menores como lo estamos viendo con la Reforma Educativa, donde está por comprobarse si al Estado Mexicano no le tiemblan las corvas al tener que hacer valer las leyes secundarias en las entidades dominadas por la CNTE. Como, por cierto, le están temblando para hacer cumplir el Estado de Derecho y evitar que los rijosos maestros cometan desmanes, bloquen medios de comunicación –incluyendo el Aeropuerto de la Ciudad de México–, paralicen la vida económica del DF, de Oaxaca y de otras entidades, poniendo en jaque la gobernabilidad del país, con las consecuencias que ello conlleva en materia de estabilidad política, percepción de los inversionistas globales, calificaciones crediticias, flujos de capital, credibilidad pública, etc.
Si a Felipe Calderón lo acusaron de pegarle al panal de abejas llamado narcotráfico y de no saber, posteriormente, cómo quitárselas de encima, esperamos que a Enrique Peña Nieto no se le acuse de pegarle al panal de abejas llamado CNTE y de no saber, posteriormente, como quitárselas de encima.
La diferencia está en que, en el caso de Peña Nieto, la muerte de un maestro al intentar imponer el Estado de Derecho puede causar más estragos, en términos de percepción pública e ingobernabilidad, que la muerte de los 70 mil mexicanos que se le imputan a la lucha anticrimen de Felipe Calderón.

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