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8 de septiembre de 2013

En brazos de Morfeo

Gerardo Hernández
González.
Asegura en su columna Capitolio el comentarista político Gerardo Hernández González que la reacción de los políticos o funcionarios sorprendidos en falta es diferente, según su país de origen. El comentario apareció publicado en la sección Acentos de Milenio Diario Laguna, aunque también colabora con Zócalo de Saltillo.

En un país donde al Congreso se va a dormir, no extraña que el senador panista Luis Fernando Salazar utilice su escaño para mantener viva esa reposada tradición. Un día antes de que la fotografía del político lagunero, en brazos de Morfeo, circulara por las redes sociales, el senador republicano John McCain jugaba póquer en su smartphone mientras se discutía una minucia: si Estados Unidos intervenía o no militarmente en Siria contra el régimen de Bashar al-Asad, uno de los sátrapas que aún quedan en el mundo.
La actitud del ex candidato presidencial despertó críticas en las redes sociales y escarnio en los programas de comedia, a cual más de ácido. Sin embargo, el legislador de Arizona y ex combatiente de Vietnam tomó con espíritu olímpico el desliz. Lo pillaron y cualquier cosa que dijera para ocultar la evidencia habría resultado inútil. Salazar actuó en sentido contrario. Emitió un boletín para decir que no dormitaba, que parpadeaba; que las redes sociales sirven lo mismo para informar que para desinformar y que la fotografía fue “sacada de contexto”.
En un país donde se va a dormir al Congreso.
En la fotografía del “delito”, Salazar aparece junto a la senadora Mariana Gómez del Campo (PAN) que ya había sido sorprendida en un escarceo amoroso con su novio Eduardo Solórzano en las tribunas de la Cámara alta. Los medios y las redes sociales se regodearon. La senadora del Movimiento Layda Sansores también fue exhibida en cadena nacional mientras usaba su iPad para ejercitarse en el Diamond Dash, un juego que exige destreza y concentración, mientras se discutía la reforma laboral.
Si los políticos de todos los partidos se burlan de la sociedad, es normal que esta les pague con la misma moneda. Pero una cosa es jugar, dormir o colmarse de arrumacos en el Congreso y el Senado, lo cual jamás pasará de lo anecdótico, y otra muy diferente escuchar a Emilio Gamboa, uno de los prohombres del país, pactar con figuras siniestras como Kamel Nacif Kuri —sobre la apertura de casinos—, nombre que remite a Jean Succar Kuri y a uno de los delitos más deleznables como es la pederastia. Todo ello documentado por la periodista Lydia Cacho en “Los demonios del Edén”. El 12 de septiembre de 2006, algunos periódicos publicaron el contenido de una conversación telefónica filtrada entre Gamboa, entonces senador como ahora, y Nacif, de la cual reproduzco la parte sustantiva.
Lydia Cacho.
Gamboa. Vamos a sacar la reforma del hipódromo, ya no del juego… del hipódromo.
Nacif. ¿Para qué…?
Gamboa. Para hacer juego ahí, cabrón.
Nacif. ¿Cómo?... Bueno…
Gamboa. ¿Cómo la ves?
Nacif. No, no la chingues.
Gamboa. Entonces, lo que tú digas, cabrón. Por ahí nos vamos, cabrón.
Nacif. No, dale p’atrás, papá.
Gamboa. Pues entonces va p’tras. Esa chingadera no pasa en el Senado, eh.
Nacif. A güevo.
Gamboa. Ok.
Un año antes, en una charla igual de soez, Nacif había calificado de “héroe” y “gober precioso” al gobernador de Puebla, Mario Marín, por haber ordenado la detención ilegal de Lydia Cacho. En cualquier país democrático y de leyes, la carrera de Gamboa y de muchos otros de su estofa ya estaría liquidada. En México no. Ojalá que los políticos —de todos los partidos— durmieran más. Así le ahorrarían al país múltiples quebrantos.
gerardo.espacio4@gmail.com
@espacio4.mx

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