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3 de septiembre de 2013

El precio de la desigualdad

Enrique Martínez Morales.
Acerca de temas económicos escribe con mucha autoridad en la columna Punto de inflexión el economista Enrique Martínez Morales que en el presente texto se refiere a la tesis del Premio Nobel de Economía  2001 Joseph Stiglitz en el sentido de que: “…los mercados no han funcionado como el capitalismo lo predica y no han sido ni eficientes ni estables; los sistemas políticos no han sabido corregir esas fallas por lo que han fracasado también; y los sistemas políticos y económicos son fundamentalmente injustos. Estas condiciones se alimentan entre sí y generan un círculo vicioso”. Martínez Morales colabora entre otros medios en Zócalo de Saltillo y en Milenio Diario Laguna, de donde se tomó el presente texto hoy lunes y que puede consultar directamente en el enlace puesto a continuación.


Joseph Stiglitz.
Desde la entronización de Adam Smith en el solio del pensamiento económico a finales del siglo XVIII sus teorías basadas en el “laissez faire, laissez passer” y en su famosa “mano invisible” se convirtieron en la piedra angular de construcción de los sistemas capitalistas.
Muchos han sido sus críticos y detractores cuya memoria en el historial económico queda reducida al tamaño del éxito y aceptación de sus teorías. Uno de los grandes, sin duda, fue el multireferido Keynes, cuyas aportaciones sobre la conveniencia de la intervención del Estado en la economía pudieron sacar a Estados Unidos, y al mundo, de una Gran Depresión que amenazaba con cambiar el equilibrio internacional de poderes.
Otro grande es Joseph Stiglitz. Es economista norteamericano, merecedor del Premio Nobel de Economía en 2001 y galardonado con un sin fin de reconocimientos, uno de ellos la Medalla John Bates Clark. Cuenta con decenas de doctorados “honoris causa” otorgados por las principales universidades y en 2008 fue el economista más citado del mundo.
Considerado como neokeynesiano, ha dirigido sus baterías en contra de la globalización, el libre mercado y la creciente desigualdad, cuyo precio ha sido altísimo para las sociedades de todos los países; así lo refiere en su último libro, cuyo título es el del presente texto.
La dura tapia de sus críticas es soportada en tres sólidos pilares: los mercados no han funcionado como el capitalismo lo predica y no han sido ni eficientes ni estables; los sistemas políticos no han sabido corregir esas fallas por lo que han fracasado también; y los sistemas políticos y económicos son fundamentalmente injustos. Estas condiciones se alimentan entre sí y generan un círculo vicioso.
Adam Smith.
Stiglitz estuvo recientemente en nuestro país a invitación de Alfonso Romo, exitoso empresario mexicano con el que comparte ideas e ideales, participando en un par de enriquecedores foros.
A pesar de ser reconocido por sus críticas a los modelos económicos prevalecientes, Stiglitz nos dejó con ánimo esperanzador al afirmar que “nunca me había sentido tan optimista sobre el futuro de México como hasta ahora”, haciendo referencia a las reformas en las que con denuedo y afán se trabaja, así como por las formas políticas que han prevalecido.
Con las reformas propuestas México va a corregir en gran medida su sistema político, reduciendo muchas de las fallas que dan al traste con la eficiencia, como lo son la existencia de externalidades, asimetría en la información, sobrerregulación, monopolios y sus altas barreras a la entrada. Nuestro país requiere de mayores recursos para que el gobierno ejerza una intervención óptima y necesita extraer los energéticos del subsuelo, tener un país rico con habitantes pobres de nada nos sirve. Menos fallas de mercado, más eficiencia y mayor igualdad.
Buenas y esperanzadoras noticias para nuestro México. No hay nada más sagrado que el interés de la Nación, hagamos votos por que las fuerzas políticas lo antepongan al suyo.

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