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2 de febrero de 2014

Antes de continuar: ¡Mil gracias!

Armando Fuentes
Aguirre.
Lo primero que debí realizar con el inicio del año es agradecer a la vida por los numerosos regalos que me ha hecho, ya que es cualidad del hombre bien nacido reconocer lo que nos es dado aún sin merecerlo. Rara vez lo más valioso se puede cuantificar en términos de cantidad o dinero, pues se trata de valores universales que no cuestan pero de ninguna manera son gratis. Desde hace ya muchos años el último día de diciembre y el primero de enero, el cronista de Saltillo Armando Fuentes Aguirre “Catón” publica estos dos sonetos que dicen elocuentemente la gratitud que debemos mostrar por seguir en la tierra y ante los dones inmerecidos que recibimos. En mi balance personal de cada año son más los regalos y los momentos gratos que recibo y aún las malas experiencias me dejan una carga de enseñanzas que trato de aplicar para ser una mejor persona cada día. Se los comparto con el deseo sincero de que a ustedes también les sirvan.
Juan Elizalde Lara.

Soneto con Acción de Gracias

Gracias, Señor, por todas mis mañanas
hechas de luz, y pájaros, y viento.
Por las estrella sin número y sin dueño
que hiciste porque yo la contemplara.
Por la cintura azul de las muchachas,
y por la frente blanca de los viejos,
y por el sueño con que a veces sueño,
y por mi cuerpo, gracias, y por mi alma.
Mucho me diste a mí, que soy tan poco...
Hasta te diste Tú, nieve en el lodo.
¿Qué para Ti, Señor, no dejas nada?
Gracias, pues, por mi mundo, niño y loco.
Y gracias por mi vida. Y, sobre todo,
gracias porque he aprendido a decir: gracias.

Plegaria

Un pedazo de tierra para posar mi planta
y ahí una huella sabia que conduzca la mía.
Un rincón en el cielo donde anidar mis ansias,
con una estrella, para saber que Tú me miras.
Sobre mi frente un techo; bajo el techo una llama;
un pan que nunca falte y una esposa sencilla:
la esposa como el pan, alegre, buena, cálida;
el pan como la esposa, de suavidad benigna.
Un amigo y un libro. Salud, pero no tanta
como para olvidar que he de morir un día.
Un hijo, que me enseñe que soy tu semejanza.
Sosiego en el espíritu... Gratitud en el alma...
Eso pido, Señor, y al final de la vida
dártelo todo, a cambio de un poco de esperanza.

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