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27 de abril de 2016

Nuestro nombre es HAMBRE… y V

En el quinto día de la Caravana del Hambre, cuando ya el grueso del contingente se encontraba en Loma Bonita, el grupo de las más de 202 mujeres sampetrinas fue alcanzado por Jesús Sánchez Hermosillo y Belisario Torres reportero y fotógrafo, ambos enviados de la Revista Impacto, quienes en un reportaje especial describieron con emotividad y dramatismo lo que las coahuilenses estaban viviendo durante su caminata.
La historia de miseria ancestral de nuestras clases bajas, principalmente en el medio rural fue descrita por Jesús cuando en un pasaje de su trabajo periodístico señala “Vi la Muerte”.
Me Salí un poco fuera del grupo mientras firmaban, quería respirar aire puro, el calor y la impresión me tenían sofocado.
Ahí fui llamado por un grupo de campesinos; querían que viera algo que no podré olvidar, sentado sobre la banqueta un hombre, un espectro de hombre, veía agonizar en sus brazos a una niña de unos cuatro años; sí, muriéndose de hambre; el hombre también, tenía hambre, pero solo se ocupaba en llorar. ¿Qué podía preguntarle a aquel hombre?. Nada, cientos de hombres lo rodearon y se retrataron con él, y no protestó siquiera, no habló, no se movió.
Y agregó bajo la cabeza de descanso “La Muerte Moral de un Pueblo”: Los campesinos ahora nos invitan a ver la verdad al desnudo. Quieren ir cientos de ellos con nosotros a recorrer los Ejidos, pero quedan lejos y nosotros ya hemos caminado con la Caravana; estamos cansados y en un automóvil nos vamos acompañados de solo dos de ellos.
Empezamos a caminar por labores desiertas, ocupadas solo por las cepas de algodón que quedaron del año pasado; así pasamos en medio de mezquiteras y tierras abandonadas y secas, por los cementerios -y no Ejidos- de ‘El Nilo’, ‘San Felipe’, y ‘San Marcos’. Ya era mediodía y en ninguna casa se veía el clásico humear de las chimeneas…
Pero también atestiguaron como en medio de su tragedia, haciendo realidad el refrán “También de dolor se canta cuando llorar no se puede”, en su honor y pese al cansancio, las mujeres improvisaron una fiesta y antes de reanudar la marcha bailaron y cantaron, con lo que olvidaron así fuera por un momento lo amargo de su tragedia.
El reportaje de “IMPACTO” que se transcribe a continuación fue respetado en su redacción:

La Caravana del Hambre en Coahuila

Por Jesús Sánchez Hermosillo
Gráficas Belisario Torres
Enviados Especiales de
la Revista IMPACTO

Sombreros de paja, pañoletas remendadas, canas, cabelleras flotantes, rostros ajados por el viento, ojos enlodados por el llanto y la tierra, cuerpos encorvados, axilas sudorosas, senos flácidos, piernas aterradas, huaraches, pies hinchados, callosos, lacerados, sangrantes. Cientos de mujeres avanzan por la carretera, ni el cansancio, ni el quemante sol del desierto, ni las tolvaneras, ni las lluvias, ni las granizadas, ni siquiera las autoridades municipales, ni estatales, han podido detenerlas; solo un hombre, uno solo en México, puede dar fin a este inenarrable sacrificio, el Presidente de la República.
La Marcha Insólita

En San Pedro de las Colonias, Coahuila, en la parte baja de La Laguna, el viernes 17 de mayo de 1963, las mujeres de esa población, mirándose el hambre las unas a las otras, pensaron venir a México. Todas las anteriores atenciones de justicia habían fracasado, se morían de hambre, sólo las mujeres debían intentar algo, y el sábado 18 se invitaron mutuamente para salir a México.

El Encuentro

Al conocer este hecho único, los reporteros de IMPACTO fuimos a encontrar a la Caravana. Eran las tres y media de la tarde cuando llegamos a Loma Bonita, sobre el kilómetro 519 de la Carretera Interoceánica. Sólo había una casa – miscelánea; alrededor, bajo las sombras de las paredes descansaban en el suelo más de 50 mujeres. En el interior de la miscelánea nos encontramos con las auxiliares de la Caravana y ambulantes de la Cruz Roja de San Pedro nos pidieron identificación de periodistas para dejarnos pasar a un inmenso corralón en donde descansaban el grueso de las caminantes. Rostros humildes, de ancianas en su mayoría, de campesinas, mujeres de rasgos duros y miradas penetrantes. Los cartelones esparcidos en el corralón:
·          TENEMOS HAMBRE
·          PIEDAD SEÑOR PRESIDENTE
·          JUSTICIA PARA EL PUEBLO

En medio del patio nos atendió un grupo grande de las congregadas, llamaban a diferentes mujeres para contestar las distintas preguntas. Nos dieron el pliego de peticiones y de ahí empezamos la singular entrevista.

HABLAN LAS MUJERES

Con la intención de identificarlas pedimos el nombre de la primera mujer que nos atendió. “Nuestro nombre es HAMBRE: en esta Caravana  no tenemos nombres, todas pedimos lo mismo, el nombre no importa”.
Mientras Torres, el fotógrafo de IMPACTO, toma fotos de una mujer con ataques de epilepsia, el reparto de zanahorias, de plátanos, de zapatos y otras mercancías que son regaladas a las caravaneras por particulares humanitarios, mientras yo paso los ojos por el pliego de peticiones y entresaco: miseria…, privación a los campesinos de trabajo, a entregar el agua almacenada en la presa “Lázaro Cárdenas”…, etcétera.

ADELANTE, ADELANTE

Pregunto si no se han dado cuenta de lo difícil que será para ellas llegar hasta México, a pie, por el desierto. Una de ellas se va hasta el centro del corralón y grita: “compañeras, el señor pregunta que si queremos regresar a San Pedro”. A coro, las voces viejas, jóvenes, cansadas y enfermas contestan: “adelante, adelante… hasta México… con el Presidente… aunque quedemos en la raya por el cansancio. “NO LLEVAMOS NINGÚN ITINERARIO CAMINAMOS EN LAS TARDES o en la noche, nos alumbramos con mecheros  hechos de latas y trapos con tractolina. Afortunadamente no nos ha faltado nada, pues damas de Torreón, Parras, Madero, Matamoros, Saltillo, San Pedro. El propio Presidente Municipal de San Pedro, ante nuestra negativa, la CRUZ ROJA, de San Pedro y el chofer y personal del Seguro Social así como particulares nos han proporcionado comida, medicamentos, y atenciones de sobra. Hubo algunos enfermos por haber comido después de no haberlo hecho en muchos días. El pueblo nos recibe con cariño y con atenciones.

FUÍ NOMBRADO PRESIDENTE

Las caravaneras hacen de tripas corazón, organizan una fiesta en nuestro honor. Se forma un grande círculo, muchas no asistieron por el cansancio. En el centro del círculo quedamos nosotros y por fin escucho un nombre: “Que recite Leandra… Sí… Sí… Leandra”. Sin hacerse rogar Leandra pide su sombrero “porque soy campesina”, dice Leandra. Es una mujer de edad madura, morena y de baja estatura; se pone nerviosa cuando le dicen las auxiliares: “El señor… ahora yo…, va a ser en este momento el Presidente de la República -Válgame la herejía-. A él vas a decirle lo que quieras”. Leandra se dirigió a mí y me dijo: “Señor Presidente de la República, venemos hasta usté humildemente, con todas las compañeras sampetrinas para decirle que no somos rajonas –aplausos y gritos de aprobación-; queremos que nos responda sí o no; que nos estamos muriendo de hambre que no queremos pedir limosna de puerta en puerta. Queremos trabajo pero no hay para nuestros hombres. Pedimos su respuesta Señor Presidente, Señor Presi… Presi… Presidente de la República, señor López Mateos”. Así terminó Leandra protestando ante sus compañeras porque la pusieron nerviosa. La misma Leandra, acompañada de otra mujer más joven bailó LA RASPA, coreada por todas, después bailó el TWIST. Enseguida dos de ellas cantaron “La Enorme Distancia”, luego cantaron “La Tequilera”. Ahí terminaron, pues el sol caía y era hora de salir de Loma Bonita. Por primera vez vimos algo halagador, aunque grotesco, y recordamos el dicho popular. TAMBIÉN DE DOLOR SE CANTA CUANDO LLORAR NO SE PUEDE…

LA DESGARRADORA JORNADA

Aunque ellas no querían, nosotros las acompañamos esa noche, hasta Piedra Blanca, 10 kilómetros, se agruparon de una o dos mujeres; empezó la caminata, a veces por arriba, a veces por debajo de la carretera, entre espinas y matorrales. Más de un kilómetro de largo tenía la columna. Los camiones de pasajeros, los tráileres, los turistas, los particulares, detenían sus unidades al paso de la Caravana; algunos lanzando dinero, otros se admiraban, otros se reían. Al paso de la Caravana por pequeñas rancherías salían todos a verlas, a gritarles, “Arriba San Pedro”, “No se rajen”, “Vivan las viejas”. Después de las 8 de la noche cansadas, algunas con bordones improvisados, unas descalzas, otras renegando llegaron a Piedra Blanca. Tres niños provistos de lámparas sordas y montados en burros iban y venían indicando el paso a las Caravaneras hacia la escuela, donde todos los hombres y niños del pueblo las esperaban. Ahí acamparon e hicieron el café en una gran lata de manteca. Los hombres, todos fuimos retirados del campamento improvisado. Algunos campesinos venían a ofrecer sus trojes, sus cuartos vacíos, unos tacos, y muchas otras cosas que eran aceptadas por las insufribles campesinas. Al retirarnos esa noche, las mujeres nos dijeron: “díganle al Señor Presidente, que si fue a Europa  por qué no viene con  nosotros que estamos en su propia patria”. Al retirarnos del campamento nos encontramos con uno de los particulares que había llevado jabones, medicamentos y combustibles a las Caravaneras. Nos dijo con indignación “Soy de Torreón, y como otros, vengo ayudando hasta dónde puedo a estas mujeres, por humanidad, porque son nuestras propias gentes, porque conozco la explotación de que son objeto. A mí me han amenazado por prestar ayuda, pero no me importa, no puedo dejarlas de ayudar”.

UN PUEBLO HAMBRIENTO

San Pedro de las Colonias, Coahuila, ex emporio de la Comarca Lagunera, población urbana de 45 mil habitantes y un total de 80 mil personas, clima desértico extremoso. Ahí llegamos el viernes 24 a las diez y media de la noche. Llovía copiosamente, pero el polvo flotante impedía la visibilidad. Buscábamos un hotel cuando vimos, bajo los árboles de la plaza, bajo los pórticos de los edificios principales, a miles de campesinos, gritando, protestando, “¡Tenemos hambre!, hambre, mbre, “. Eran los braceros que a esas horas aún “jugaban a la lotería”.
Temprano, al día siguiente nos dirigimos a la Presidencia Municipal, el Presidente Municipal estaba en Saltillo pero en la escuela “Maestro Justo Sierra”, los maestros se ocupaban de poner una bandera rojinegra. Nos dijo la directora de esa escuela: “tenemos un mes sin sueldo y lo que va de esta quincena. Cada mes ocurre lo mismo, pero según las normas de los Estatutos Jurídicos, no podemos hacer huelga sino después de tener un mes sin sueldo, las autoridades siempre dejan pasar el mes, vivimos de créditos, de la trácala, estamos desesperados. Esta situación ya tiene dos años. Hoy iniciamos la huelga. Saliendo de la escuela visitamos al Banco Nacional Agrario. Largas colas de gente esperando la paga. Tomamos fotografías desde las torres de la iglesia y de los campos desiertos. Un muchacho nos gritaba: “Tenemos hambre, nos estamos muriendo…” Al llegar a la plaza un grupo de tres campesinos nos llamó y empezaron a hablarnos.

Las causas de la Caravana

Somos ejidatarios de San Marcos, Municipio de San Pedro, nos deben tres semanas de pago por los trabajos que hacemos en el canal Santa Rosa, Tlahualilo, Durango. Ganamos 48 pesos a la semana, nos descuentan 9 pesos de la despensa, 6.50 de transporte y el resto nos los dan en vales de la CONASUPO.
Nuestro trabajo consiste en cargar parihuelas con tierra y llevarlas a unos 40 metros de distancia, la carga pesa 80 kilos y damos 400 vueltas diarias, desde que sale el lucero de la mañana hasta que ya no se puede ver. Es trabajo de una semana pero nosotros lo hacemos en 2 o 3 días para no hacer muchos gastos, pues allá tenemos que pagar comidas. Ahí han muerto cuando menos dos, y ni siquiera lo han puesto en los periódicos, para no pagar indemnización. Esta semana nos van a dar un anticipo de diez o quince pesos en vales, pues dicen que acaban de traer la raya, 70 mil pesos en vales de la CONASUPO.

RETROCESO HISTÓRICO

A medida que estos hombres hablan, empezaron a rodearlos algunos campesino, 5, 9, 14, 26, 80, 100, cientos, muchos cientos, casi mil que se congregaron a nuestro alrededor sofocándonos, haciéndonos sudar a chorros, contándonos cosas increíbles.
Los libres son 11 mil, no tienen trabajo, los ejidatarios son los que tardíamente y con vales –el retroceso histórico de las tiendas de raya- reciben un sueldo por el canal que se construye en el Estado de Durango. ESE SUELDO ES SOLO UN PRÉSTAMO.
Nos aclara un solo hombre, comisario de un Ejido: “Se ha organizado un Plan de Emergencia para beneficio de Durango, Coahuila y Matamoros, este plan fue solicitado por los comités regionales de la C. N. C. el canal de Santa Rosa – Tlahualilo, que beneficiará a Durango, pues el Gobernador de allá si es listo, 30 millones de pesos para este plan se pidieron prestados a un banco privado.
Entonces ahí tenemos, los ejidatarios solamente una forma de trabajo, que se paga como ya lo sabe, pero todo esto es a condición de que cuando sembremos nuestros ejidos, paguemos íntegramente todo lo que estamos percibiendo en vales, pues el préstamo ha sido privAdo y nosotros debemos pagarlo dizque para nuestro propio beneficio.
“También con ese dinero se hará una carretera y se harán pozos, pero para los de Durango” – agrega otro. Y aquí tuve la experiencia de mi vida, los hombres se exaltaron, empezando a gritar uno por uno, con voces entrecortadas, con llantos contenidos, hombres con manos callosas y fuertes músculos, quemados por el sol y estremecidos por el hambre.
“Mi mamá anda en la Caravana, mi esposa anda allá, mi hija va con ellas, a pura agua nos la pasamos, todos estamos sin almorzar ni cenar, no nos pagan, no tenemos trabajo, si devuelven a nuestras mujeres, entonces iremos nosotros a ver de a como nos toca, si nos ataca el gobierno con soldados nos envolveremos en nuestra bandera y ahí caeremos; pertenecemos a la C. N. C., ya no queremos pertenecer a ella; nuestros líderes están tripones y nos explotan, están tripones y por eso no ven nuestra hambre, pelaos maloras. Diga que del Rancho de San Pedro queremos que se haga el canal ya proyectado, hasta San Pedro, como una dádiva para los hombres del pueblo que fue cuna de la revolución; debía quedarse a ver las peregrinaciones que vienen de los pueblos pobres, espérese para que vea una y verá que no mentimos, ya se están muriendo todos, los niños van al rastro para que les den vasitos de sangre de animales, pero nunca hay para todos, también diga de los braceros, nos cobran de 200 a 300 pesos por cada contrato, vienen otros de fuera y dan hasta 500, pero nosotros no tenemos ni en que caernos muertos, solo salen los que tienen dinero.
Alguien clama aquel grito múltiple grito eufórico y desde arriba de una banca grita: la caravana de mujeres le va a exponer nuestros problemas al presidente, si no se resuelve nada iremos los hombres, queremos cosas efectivas, no promesas, los campesinos del municipio de San Pedro de las Colonias pedimos al General Lázaro Cárdenas que encabece una comisión de hombres a México.
Vuelve el monstruo hambriento a gritar con sus cientos de gargantas: queremos a Lázaro Cárdenas que fue quien repartió las tierras, es él a quien necesitamos, San Pedro fue en 1910 la cuna de la Revolución, ahora estamos como entonces. Que venga Cárdenas; si que venga, no nos rajamos…
Nunca había sentido lo que ahí, no sé si miedo, coraje, lástima, quien sabe, no me dejaban hablar, no tenía tiempo de escribirlo todo, ni la suficiente capacidad retentiva para recordar tanto y tanto que ahí se dijo.
Tuve cierto temor de que las autoridades del pueblo fueran a imponer orden, pero en realidad aquello que parecía un mitin no era más que una múltiple entrevista de prensa realizada en un lugar público. Ya nada se puede hacer, los campesinos hicieron una petición por escrito para el General Lázaro Cárdenas, con cerca de cien firmas, no hubo papel para más. Uno a uno, con todo orden, fueron pasando a una banca de la plaza para firmar una hoja de papel, avalando así todo lo que aquí se había reproducido fielmente.

VI LA MUERTE  

Me salí un poco fuera del grupo mientras firmaban, quería respirar aire puro, el calor y la impresión me tenían sofocado.
Ahí fui llamado por un grupo de campesinos; querían que viera, algo que no podré olvidar, sentado sobre la banqueta un hombre, veía agonizar en sus brazos a una niña de cuatro años; si, muriéndose de hambre; el hombre también, tenía hambre, pero solo se ocupaba en llorar. ¿Qué podía preguntarle a aquel hombre?. Nada, cientos de hombres lo rodearon y se retrataron con él, y no protestó siquiera, no habló, no se movió.

LA MUERTE MORAL DE UN PUEBLO

Los campesinos, ahora nos invitan a ver la verdad al desnudo. Quieren ir cientos de ellos con nosotros a recorrer los Ejidos, pero quedan lejos y nosotros hemos caminado ya con la Caravana; estamos cansados y en un automóvil nos vamos acompañados por solo dos de ellos.
Empezamos a caminar por labores desiertas, ocupadas solo por las cepas de algodón que quedaron del año pasado; así pasamos en medio de mezquiteras y tierras abandonadas y secas, por los cementerios –y no ejidos-  “El Nilo”, “San Miguel”, “San Felipe” y “San Marcos”. Ya era mediodía y en ningún jacal ni en ninguna casa se veía el clásico humear de las chimeneas. Niños desnudos por doquier, perros sarnosos, flacos, ni un solo animal doméstico, todo se lo han comido ya. En uno de esos ejidos visitamos una casa cuyo dueño gana 33 pesos en bonos de la CONASUPO, tiene 7 hijos, no tiene muebles, su niño juega con vidrios y pedazos de madera. Me ofrecen agua turbia, pero dicen que es muy buena. En otra casa a la que también fuimos invitados, los niños lloran de hambre, no hay nada de comer y así llevan mucho tiempo.
Después de aquel cuadro desolador, pregunto a la señora “¿Qué tiene de comer?”. Secamente me contesta: “NADA”.
“Pero señora, no es posible que se viva sin comer nada”.
“PUES YO LOS MANDO A LAS NOPALERAS Y A LOS MEZQUITALES A VER QUE PEPENAN”.
Y así “viven” todos los habitantes de esos ejidos. Vemos otras casas, las gentes se nos acercan y nos repiten lo conocido.
Para que más. Hemos expuesto algunos de los problemas que afectan a San Pedro de las Colonias en La Laguna, que no son más que el origen de la Caravana Femenina de Hambre que, en mi opinión, debe ser detenida antes de que continúe el inhumano sacrificio de que llegue a la Ciudad de México. 

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