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11 de noviembre de 2010

Acueducto

Por José María MENA RENTERÍA

Implementar -mediante un acueducto- abastecimiento de agua del vaso de la presa “Francisco Zarco” para el área conurbada de la Comarca Lagunera es un proyecto impostergable y los 3 niveles de gobierno deben hacerlo realidad para que más de un millón de laguneros puedan evadir los efectos de la ingesta del arsénico que satura el agua del subsuelo de la región.
El perímetro del Parque Nacional “Raymundo” es el idóneo como punto de captación del flujo que se enviase a la planta potabilizadora que allí sería necesario instalar para luego enviar agua limpia a Ciudad Lerdo, Gómez Palacio, y Torreón.
Tal proceso no sería costoso por tratarse de agua de la que se eliminarían únicamente residuos como los que son comunes en el lecho de los ríos. La instalación de un acueducto, para el caso del área conurbada de la Comarca Lagunera es medida que puede implementarse a corto plazo, no así el eliminar -a muy alto costo- sales arsenicales del agua proveniente de pozos profundos contaminados.
¿Qué torna imperativo un proyecto así? Sencillamente que un genocidio es el que se gesta derivado de la ingesta de agua saturada de arsénico, algo que sabiéndolo perfectamente omiten las autoridades de los tres niveles de gobierno -sector salud incluso- sin medir las consecuencias que derivarían paulatina pero seguramente, del deterioro de la salud de miles de laguneros.
Hasta hace poco sostenible era el argumento de que 8 mil kilómetros cuadrados, de los 42 mil de extensión territorial que tiene la Comarca Lagunera de Coahuila y Durango, conformaban el área cuyo mantos acuíferos quedaban libres de arsénico. Ya no es así. Los pozos contaminados con arsénico operados por el Simas- Torreón, así permiten establecerlo.
El proyecto de tender un acueducto como el mencionado para suministrar agua limpia al área conurbada de La Laguna no es reciente. Data de los años 50 del siglo pasado, sin embargo jamás se ha considerado hacerlo realidad, lo único adelantado por las autoridades pasadas y presentes, ha sido -pese al paso de seis décadas- el incremento de su discurso y el achicamiento de acciones de gobierno que deriven en beneficio común.

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