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18 de agosto de 2013

El cine de ayer y hoy

Roberto Orozco Melo.
El periodista, abogado, historiador y escritor ROBERTO OROZCO MELO originario de Parras de la Fuente, autor de la columna Hora Cero que entre otros medios coahuilenses se publica en El Siglo de Torreón,  El Diario de Coahuila y Zócalo de Piedras Negras escribe acerca de tiempos idos, cuando no existía la televisión y se iniciaba la explotación comercial del cinematógrafo. Los primeros tiempos produjeron muy buenos filmes, incluso en nuestro país hubo una época de oro, que quedó enterrada en el pasado, pues la mayoría de los productos del cine mexicano en la actualidad son lamentables por su falta de calidad.

Enlace: http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/903525.el-cine-de-ayer-y-hoy.html

Hermanos Lumiere, inventores del cinematógrafo.
En 1939 cumplí ocho años de edad, no leía bien, tampoco escribía ni contaba a la perfección y no me gustaban las piñatas, por lo que celebré mi cumpleaños yendo a una función de cine hablado en el Teatro Juárez, de mi querida tierra natal: Parras de la Fuente, Coahuila.
Mentiría si escribiera que en esa fecha era un niño prodigio, pero podía deletrear a tropezones los subtítulos que aparecían en la parte inferior de la pantalla. La cinta que vi fue una del "gordo y el flaco", aquella pareja dispareja que se agredía con cachetadas equívocas, pasteles en pleno rostro y burdas chistosadas que constituían la gracia de las comedias cinematográficas, animadas por una pianola, que tocada a dos manos, hacía que los ejecutantes se sintieran más como concertistas que como músicos regulares.
La cinematografía llegó, para los niños de las generaciones del año 31 y subsiguientes, como una fuente de diversión, así como ahora lo es la televisión. El cine tenía una gran ventaja, la diversión subsistía sin los anuncios comerciales que ahora los televidentes sufrimos; las buenas películas eran las de antes y hoy en día se transmiten en la televisión. En este 2013, el cine es más atractivo por la calidad tecnológica de su exhibición, pero no por la parte argumental.
Recordemos aquel día de los inocentes de 1895 en que 24 espectadores pagaron su boleto de acceso a la primera función de cine en el sótano del café París; la presentación consistió en una serie de imágenes documentales, de las cuales se recuerda aquella en la que aparecen los trabajadores de una fábrica y la de un tren que parecía abalanzarse sobre los espectadores, ante lo cual éstos reaccionaron con un instintivo pavor: de los cinéfilos que compraron boleto en París, sólo una docena de espectadores aplaudió esa primera función, cuya proyección se hizo sobre una sábana blanca.
Los franceses hermanos Lumiere tenían mucho tiempo de trabajar en la invención del truco cinematográfico, mientras que en Estados Unidos Tomás Alba Edison se entretenía en investigar un aparatejo que repetía las fotos fijas de una persona, de un grupo, o de un vehículo que se desplazaba con cierta rapidez, dando la impresión de moverse, siendo que lo hacía a través de uno de los aparatos accesorios.
Primera Película: Tren entrando a París.
Gracias a los hermanos Lumiere se pudo conservar las imágenes de los grandes acontecimientos, algo que apenas ayer poseía una menor importancia que las ferias y kermeses. Gracias a este artilugio del siglo veinte se hizo posible que algunas grandes obras literarias e históricas se convirtieran en testimonios visuales, lo que ahora adquiere trascendencia, pues pueden encontrarse en los archivos y las hemerotecas.

Sea lo que sea, el cinematógrafo fue perfeccionado en las manos de los seres humanos del siglo XX. Hay ahora buen cine, ya trascendente o de diversión, cultural y educativo. También hay cine inmoral, degradante y apologista de las peores costumbres de la humanidad. Hubo igualmente, no hace mucho tiempo, un buen cine mexicano, pero la crítica asegura que el actual resulta pésimo, degradante, vulgar, pornográfico y decadente. El negocio resulta mucho mejor de lo que los hermanos Lumiere esperaban. Quizá ganamos mucho y perdimos poco, pero si hacemos un recuerdo positivo de los hermanos Lumiere, quizá saldremos ganando.

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