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5 de septiembre de 2013

A la deriva

José Luís Reyna.
Previo a que el Secretario de Gobernación hiciera entrega del documento conteniendo el I Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto el investigador del Colegio de México José Luis Reyna realizó un análisis de las razones por las cuales a nueve meses de iniciado su gobierno el Presidente no entregaría buenas cuentas, la razón es tan simple como decir que la economía de México se encuentra en un bache profundo, al borde de la recesión al grado de que los menos pesimistas insinúan un estancamiento. El texto apareció publicado el lunes 2 de septiembre en Milenio Diario Laguna.

Enlace: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9190426

Enrique Peña Nieto
Después de nueve meses de gobierno, Peña Nieto no entregará buenas cuentas. La economía se encuentra en un bache profundo. Ésta, de acuerdo con algunos analistas, se ubica al borde de la recesión y los menos pesimistas insinúan un estancamiento. Los pronósticos de crecimiento son poco alentadores, pues ninguno superará 2 por ciento para este año. Incluso algunos adelantan que puede ser inferior a 1 por ciento (Monex estima 0.5 por ciento). Por tanto, no se podrán generar los empleos que se requieren, el desempleo crecerá y, como consecuencia, los niveles de pobreza y desigualdad continuarán su incansable marcha ascendente.
La balanza comercial alcanzó un déficit de 3.2 mil millones de dólares, uno de los más altos en los últimos años. El PIB cayó 0.74 por ciento en el trimestre de abril a junio en comparación con el trimestre previo (INEGI). El mercado cambiario se encuentra presionado (más de 13 pesos por un dólar) y, aunque puede haber una recuperación relativa durante el segundo semestre de este año, las cuentas relacionadas con el crecimiento económico resultarán poco satisfactorias en el primer año de gobierno de Peña Nieto.
El entusiasmo que generó la todavía nueva administración presidencial hace nueve meses tiende a esfumarse. En pocas semanas se gestó y aprobó, entre otras, una reforma educativa que con el tiempo ha encontrado una oposición tan grande que puede hacerla naufragar porque afecta los intereses los maestros; los “mentores” no están dispuestos a perder las prerrogativas adquiridas y menos ser evaluados. Paralizar el sistema educativo equivaldría a una crisis estructural severa.
Mantener el pacto.
La CNTE ha cobrado una fuerza inusitada, con estrategias sofisticadas de acción y ha puesto en jaque no solo a la Ciudad de México, donde ha decidido instalarse y perjudicar a sus habitantes, sino al sistema educacional en su conjunto. En otras palabras al país. Sin duda, la reforma educativa será aprobada con todo y esa ley secundaria que obliga a la evaluación de los miembros del magisterio. Dar marcha atrás a esa reforma significaría una especie de acto de rendición inadmisible.
Otras reformas neurálgicas están en puerta. La fiscal y la energética. En este momento es esperable que la reacción a ellas (aumento en el IVA o la privatización del petróleo) sean detonantes de nuevos conflictos que no solo desalentarían la inversión y afectarían al crecimiento, sino que podrían trastocar la gobernabilidad del país y la estabilidad política. ¿Cómo instrumentar una reforma fiscal en una economía pasmada?
Un puñado de maestros ha demostrado que puede desquiciar la capital de la República. Ha afectado la vida cotidiana de los ciudadanos, sus trabajos, sus urgencias y lo único claro que aparece es que la autoridad existe en las formas, pero no en la realidad. Se dice que se negocia, pero de antemano se sabe que se pierde el tiempo. No se reprime porque de acuerdo con la lógica de la autoridad sería más costoso derramar una gota de sangre de algún “mentor” que proteger el ritmo de vida de miles de ciudadanos. Hemos visto cómo pueden alterar la vida de la ciudad: paralizan una zona estratégica como es el aeropuerto de la capital, o se cancelan juegos de futbol ante el temor de una confrontación, cierran avenidas y estaciones del Metro, etcétera. La política se salió de las instituciones e invadió la calle. O, si se quiere, la actividad callejera está rebasando a las instituciones.
Hay síntomas de ingobernabilidad. No solo en la capital de la República. Lo vemos en algunas entidades federativas como Michoacán o Guerrero. Guardias comunitarios que agreden a la autoridad policíaca (Tixtla) o el Ejército mexicano desarmando en Michoacán a grupos que transgreden las disposiciones sobre armas de fuego. Estos actos son consecuencia de una autoridad débil: por eso es que la ingobernabilidad no se encuentra lejos.
Los primeros meses de gobierno de la nueva administración no han generado los resultados esperados. La economía tiende a la parálisis, la autoridad no es capaz de poner el orden que le otorga el estado de derecho y crece paulatinamente el desafío de grupos diversos a las decisiones que se toman en las áreas gubernamentales. Cada propuesta de reforma estructural tendrá su protesta correspondiente y el conflicto que le sigue. Son indicadores que insinúan la pérdida del control del país. Estamos a la deriva.

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